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Pedro Fernández Barbadillo

El 'cuerno' que le metió Franco a la Armada en Vinaroz

En la guerra civil española el elemento marítimo fue fundamental. La osadía de los marinos sublevados fue tal que, con menos barcos, pero más valor, la marina nacional dominó las aguas españolas.

En la guerra civil española el elemento marítimo fue fundamental. La osadía de los marinos sublevados fue tal que, con menos barcos, pero más valor, la marina nacional dominó las aguas españolas.
Franco en 1938 tras conocer la toma de Sagunto | Cordon Press

Los admiradores de la II República tratan de explicar la derrota de ésta por la participación de Italia y de Alemania a favor del bando sublevado y por el boicoteo al bando ‘legal’ por parte de las democracias, sobre todo el Reino Unido. Estos argumentos, que se limitan a pesar las toneladas de armas recibidas por cada bando de la guerra civil española, quedan en segundo lugar cuando se presta atención a la iniciativa y la decisión con que actuaron los nacionales en los primeros meses de la guerra. En Afganistán y Vietnam venció el poder de la carne al poder del acero.

El Frente Popular sólo obtuvo una victoria duradera en toda la guerra y fue la defensa de Madrid, una batalla defensiva. En cambio, los rebeldes consiguieron triunfos uno tras otro, sobre todo en el segundo semestre de 1936, en condiciones de clara inferioridad.

La reconstrucción de la Marina

Un ejemplo de ingenio, audacia y voluntad, enfrentado a la indolencia y hasta la estupidez enemiga, es el del general Queipo de Llano en Sevilla, paseando sus escasas fuerzas para dar la impresión de que tenía muchas más tropas. Otro es el de la Armada.

En sus planes para el golpe de Estado, el general Emilio Mola apenas contó con la Marina y tampoco aparecen contactos con oficiales de esta arma. Quizás porque contaba con el carácter conservador de la oficialidad y porque la única función asignada era la de asegurar el paso del Ejército de África a la Península.

El alzamiento cogió por sorpresa a los marinos, que no se habían puesto en contacto entre ellos ni estaban preparados. Además, la madrugada del 18 de julio el radiotelegrafista Benjamín Balboa, miembro de la masonería, que estaba de guardia en el Centro de Comunicaciones de la Armada en la Ciudad Lineal (Madrid), dio la alerta de la sublevación al Gobierno y a sus camaradas. Muchas tripulaciones detuvieron a los oficiales y hasta los asesinaron. Se calcula que la mitad de la oficialidad murió a manos de sus subordinados.

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Crucero Baleares

A finales de julio, de las tres grandes bases navales, las de Ferrol y Cádiz se unieron a los rebeldes, mientras que la de Cartagena, más el Ministerio de Marina, permanecieron con el Gobierno. Madrid disponía de dos tercios de los buques, casi 67.000 toneladas, 30.000 más que los sublevados. Éstos tenían el acorazado España, el crucero Almirante Cervera y el viejísimo crucero República (luego rebautizado como Navarra), un solo destructor y ni un submarino; meses después, pusieron en funcionamiento los cruceros Baleares y Canarias.

En la guerra civil española el elemento marítimo fue fundamental. La osadía de los marinos sublevados fue tal que, con menos barcos, pero mucho más valor, la marina nacional dominó las aguas españolas; realizó el transporte de la Legión y los Regulares a la Península; protegió el tráfico mercante; hundió 35 mercantes y capturó otros 227 obedientes al Gobierno del Frente Popular, y de barcos extranjeros hundió 18 y capturó 97; encerró a la escuadra en Cartagena.

Pues a esta Armada, Franco le echó un rapapolvo de órdago, lo que se conoce como el ‘cuerno de Vinaroz’.

Parada naval en el Mediterráneo

Una vez recuperado Teruel, en febrero de 1938, el generalísimo Franco aprovechó el impulso de sus tropas y la desmoralización y desorganización del Ejército Popular para lanzar la Ofensiva de Aragón, en la que intervino el Ejército del Norte, compuesto por varios Cuerpos de Ejército, más las divisiones italianas.

El Cuerpo de Ejército Marroquí se dirigió a Lérida, mientras al sur se marchaba hacia la desembocadura del Ebro y el mar. El 15 de abril de 1938, la IV División Navarra, mandada por el general Camilo Alonso Vega, llegó a Vinaroz (Castellón) y cortó la zona republicana en dos. Parecía que la guerra estaba a punto de acabar, pero aún faltaban la batalla más sangrienta, la conquista de Cataluña y el golpe de Estado en Madrid.

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Franco en Vinaroz. Imagen de José Demaría Vázquez "Campúa"

El 31 de mayo de 1938, Franco, que entre sus títulos había incorporado el de capitán general de la Armada, revistó parte de la pequeña escuadra nacional. Ésta, además, había perdido el 6 de marzo al crucero Baleares, hundido en la batalla del Cabo de Palos, con sus 786 hombres a bordo (el infante Juan de Borbón le pidió a Franco servir en este buque, cosa que el militar le negó para fortuna del hijo de Alfonso XIII).

En su arenga, reproducida por el ABC de Sevilla (y luego no incluida en las recopilaciones de discursos del ‘caudillo’ ni en historias oficiales), Franco mezcló los elogios con los reproches. Primero pronunció frases como la siguiente: "Vosotros sois los guerreros del mar y seréis los maestros de la nueva generación". Pero a continuación atravesaron las filas de los marinos formados en el puerto de Vinaroz estos párrafos:

"La consigna para los jefes es hacerse querer y respetar, porque si esto hubiera pasado siempre, si hubiera habido cariño constante, habríamos tenido más Marina y en estos momentos la bandera de España pasearía todavía con más triunfo, y no digo con más gloria porque ello es humanamente imposible.

Hacerse querer y respetar en el superior, hacerse querer y desear en el inferior, lealtad sin límites, solicitud en la obediencia; ésta es la regla de los guerreros; esa es la norma de España y el honor de la Marina."

Un canto a la camaradería entre mandos y marinería que todos interpretaron como un reproche al clasismo que practicaba la oficialidad con sus subordinados tanto en los buques como en tierra y al que se achacaban los motines de los suboficiales, marineros y técnicos cuando los oficiales trataron de unirse al alzamiento. Esta situación explica que el PCE consiguiera infiltrarse en la Armada con mucha más fuerza que en el Ejército.

Enfadados, pero obedientes

Tan mal sentó el discurso de Franco a los mandos de la Armada que, además de calificarlo como el ‘cuerno de Vinaroz’, trataron de ocultarlo. Cinco años después, en la inauguración de la Escuela Naval de Marín, en agosto de 1943, Franco pronunció otro discurso, más sosegado, en que alabó a los marinos ya sin ninguna reserva.

Otra diferencia de carácter entre los combatientes de ambos bandos es que la oficialidad de la Armada no rompió con Franco ni desobedeció sus órdenes, ni las boicoteó, a diferencia de lo que ocurría en el Ejército Popular.

Al principio de la guerra, los milicianos asesinaban a los mandos que les parecían sospechosos; más tarde, los comunistas y socialistas mataban a anarquistas y ‘poumistas’; luego, las unidades de los comunistas recibían más suministros que las de otros partidos. Por último, la desobediencia alcanzó al generalato.

En diciembre de 1938, cuando los nacionales iniciaron la conquista de Cataluña, el general Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor Central, planeó un contraataque en el sur de la Península, el conocido como Plan P. En su actualización comprendía un ataque en el sector de Peñarroya (Córdoba), seguido de un desembarco en Motril (Granada). El general José Miaja, jefe del Grupo de Ejércitos de la Región Central y salvador de Madrid, se negó a obedecer a su superior, hecho que desalentó al jefe de la escuadra sita en Cartagena, el almirante Miguel Buiza. Al final, sólo se realizó el ataque terrestre, en enero de 1939, la última ofensiva republicana de la guerra, que causó la muerte de unos 8.000 españoles.

Ya explicó Rojo en un libro publicado en el mismo 1939 que la derrota del Frente Popular se debió a las divisiones internas, mientras que los nacionales, aunque de vez en cuando se dieran alguna cornada entre ellos, dedicaban sus fuerzas a vencer al enemigo. ¡Pero pretenderá saber más de la guerra el jefe del Ejército Popular que los académicos de izquierdas ochenta años más tarde!

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