Menú
Pedro Fernández Barbadillo

A Bolívar lo quisieron matar sus liberados

De una familia con propiedades y esclavos, antes de morir escribió: "La única cosa que se puede hacer en América es emigrar" o "este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada".

De una familia con propiedades y esclavos, antes de morir escribió: "La única cosa que se puede hacer en América es emigrar" o "este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada".
Estatua de Bolívar en Bogota | Cordon Press

En la carta que Simón Bolívar (1783-1830) dirigió a su amigo el general Juan José Flores en noviembre de 1830, pocos días antes de la muerte del primero, encontramos estas frases:

"Yo he mandado veinte años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos. 1°. La América es ingobernable para nosotros. 2°. El que sirve una revolución ara en el mar. 3°. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 4°. Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas. 5°. Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos. 6°. Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, este sería el último período de la América".

Los últimos años han confirmado (de nuevo) las palabras desesperanzadas de Bolívar sobre el destino de Hispanoamérica en los últimos 200 años. Varios de los presidentes actuales tienen problemas de vocalización y comprensión lectora. Y las ciudades españolas y Miami reciben a miles de venezolanos, argentinos, mexicanos o ecuatorianos, que escapan de la delincuencia rampante, del ‘socialismo del siglo XXI’ o del empobrecimiento.

Padres Fundadores frente a los Libertadores

Como cuento en Eso no estaba en mi libro de historia del Imperio español, la vida y el final de los Libertadores de la América española se distinguieron radicalmente de los que tuvieron los Padres Fundadores de Estados Unidos. Esta generación, una de las más inteligentes y capaces que ha visto la humanidad, a la altura de la que en España descubrió, conquistó y ordenó el Nuevo Mundo, construyó sobre las Trece Colonias una democracia que no ha conocido ni una dictadura en dos siglos y medio.

George Washington, John Adams, James Madison, John Jay, George Marshall y muchos otros, desempeñaron cargos políticos, como senador, gobernador estatal, secretario de Estado, presidente del Tribunal Supremo, o presidente de la República, y cuando murieron lo hicieron ancianos y, por lo general, respetados por sus compatriotas. Por el contrario, los principales caudillos hispanoamericanos murieron de forma violenta, en la cárcel o en el exilio.

simon-bolivar-y-jose-san-martin.jpg
Encuentro de Guayaquil entre Simon Bolivar y Jose San Martin en 1822

El más longevo de los próceres, José de San Martín (1778-1850), pasó de combatir por Fernando VII en la batalla de Bailén a hacerlo en su contra; se opuso a la guerra civil en Argentina, razón por la cual el cabildo de Buenos Aires no le permitió entrar en la ciudad para reunirse con su esposa enferma; y luego le consideró un conspirador. Marchó al exilio en Europa en 1824 y se estableció en París. Cuando se produjo la revolución de 1848, el escarmentado San Martín, se refugió en Boulogne-sur-mer, donde murió.

Y a Simón Bolívar sus camaradas querían matarle. El 25 de septiembre de 1828, sufrió un atentado en el palacio presidencial de Bogotá. El presidente de la Gran Colombia escapó de la partida de asesinos gracias a que su amante le ayudó a saltar por una ventana.

Dos años después, mientras la república que presidía se desintegraba, renunció a su cargo y preparó su marcha a Europa. Durante el viaje a la costa, recibió burlas y afrentas del populacho y la chiquillería. No murió en el extranjero porque falleció en la ciudad de Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830 en la finca de un español, Joaquín de Mier.

Traidor y genocida

Como tantos caudillos de la emancipación americana, Simón Bolívar era vástago de una familia acomodada y blanca, con propiedades y esclavos. Tan integrado estaba en el imperio que en mayo de 1802 casó con María Teresa del Toro Alayza, su primera esposa, en la parroquia de San José, de Madrid, y después de obtener permiso de Carlos IV.

francisco-miranda-prision-sevilla.jpg
Francisco Miranda en la prisión de Sevilla

Sin embargo, se fue empapando de ideas revolucionarias y separatistas en sus viajes y en contacto con otros insatisfechos. En Francia, asistió a la coronación de Napoleón; y en Inglaterra conoció a su paisano Francisco Miranda, un oficial militar renegado. Éste, subvencionado por los ingleses para promover la independencia de los virreinatos, había escrito al primer ministro William Pitt, el Joven:

"Mis miras han sido siempre y son hoy tan sólo las de promover la felicidad y la libertad de mi propia Patria excesivamente oprimida; y al hacerlo, ofrecer también ventajas comerciales a la Gran Bretaña."

La impopularidad de las ideas independentistas era entonces tan grande que Bolívar, Miranda y los demás conspiradores tuvieron que camuflarse como defensores de los derechos de Fernando VII frente a unas autoridades realistas a las que acusaban de connivencia con los franceses y, además, necesitaron ayuda inglesa, desde tropas a dinero y barcos.

El 5 de julio 1811, se proclamó la independencia de Venezuela como república. Francisco Miranda, enviado por sus protectores de Londres, se convirtió en el jefe de la rebelión, pero la reacción realista la derrotó. La capitulación en 1812 negociada por Miranda irritó tanto a sus camaradas, incluido Bolívar, que éstos le abandonaron en una cárcel en La Guaira para que lo capturasen las tropas españolas. El capitán general Domingo Monteverde envió a Miranda a la prisión de La Carraca (Cádiz) y dio un salvoconducto a Bolívar.

Una vez seguro, Bolívar reanudó la guerra. Para espolear a sus partidarios y aterrorizar a sus enemigos, quien ya firmaba como ‘Libertador de Venezuela’ dictó en Trujillo el Decreto de guerra a muerte (15 de junio de 1813), en el que prometía la muerte a todos los que le resistiesen:

"Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables."

El Libertador tampoco tuvo suerte en esta ocasión. En 1815, después de que sus tropas, amparadas en ese decreto, fusilasen y decapitasen a docenas de prisioneros, Bolívar huyó de Venezuela y se refugió en la colonia inglesa de Jamaica. Al año siguiente, regresó y, gracias a la muerte de José Boves, la colaboración británica y la falta de refuerzos enviados desde España (aquí fue capital la sublevación encabezada por el teniente coronel Rafael Riego de las tropas concentradas en el bajo Guadalquivir, en 1820), consiguió la victoria.

La Navidad Negra

La guerra en el virreinato de Nueva Granada fue la más feroz de las largas guerras de independencia hispanoamericanas. Sólo Venezuela perdió la tercera parte de su población. Bolívar contribuyó a la crueldad ordenando matanzas como la Navidad Negra de Pasto, ejecutada por su amigo del alma Antonio Sucre.

simon-bolivar-retrato.jpg
Simón Bolívar 'El libertadtor'

Para asegurar la independencia después de derrotar militarmente a los realistas, los ejércitos bolivarianos se dedicaron a operaciones de limpieza. Una de ellas fue la conocida como campaña de Pasto, en el sur de Colombia.

La comarca, poblada mayoritariamente por nativos, desconfiaba del nuevo régimen dirigido por los criollos. Durante la Nochebuena de 1822 y los días siguientes, la ciudad de Pasto fue saqueada e incendiada. Los militares patriotas asesinaron a unos 400 civiles y se llevaron como leva a unos mil hombres. A esta matanza se le llama la Navidad Negra.

Bolívar empezó a acumular medallas, poemas y cargos, muchos cargos: Presidente de Venezuela, Suprema Autoridad Militar y Política de la República del Perú, Protector de la República de Bolívar, Presidente de la Gran Colombia… Pero sus compañeros no se habían sublevado para cambiar al lejano rey de España por un dictador cercano. Junto con las envidias y los egoísmos, también el carácter mesiánico y despótico de Bolívar hizo que éste acabase abandonado.

La espada robada

Todo lo anterior está tan olvidado y manipulado que la figura de Bolívar la usan las oligarquías políticas de Hispanoamérica para legitimar sus gobiernos y encubrir sus fracasos. Aquí, la espada del Libertador es un símbolo con el que la izquierda latinoamericana pretende adornar sus victorias.

En enero de 1974, un grupo de la guerrilla izquierdista M-19, a la que perteneció Gustavo Petro, la robó de la Quinta de Bolívar. En el mensaje de justificación se decía:

"Bolívar no ha muerto. Su espada rompe las telarañas del museo y se lanza a los combates del presente. Pasa a nuestras manos. Y apunta ahora contra los explotadores del pueblo"·

Unos años después, la espada se envió a Cuba, ese paraíso de libertades. Regresó a Colombia en 1991, después del acuerdo de desmovilización firmado por el Gobierno del liberal Virgilio Barco y el M-19.

Según revelan periódicos colombianos, Petro le pidió a su predecesor Iván Duque que se incluyera la espada en los actos de toma de posesión, como recuerdo de su pasado político y guerrillero, pero éste se negó. Al final, a la orden de Petro, un piquete de soldados irrumpió con la espada por sorpresa.

¿Estatuas a un genocida?

Por cierto, ya es hora de que los españoles reflexionemos sobre la presencia en nuestras ciudades de calles y estatuas que honran a Bolívar, genocida y, encima, fracasado. ¿Por qué no sustituirlas con otras de defensores de España en esas guerras civiles americanas, como José Boves, el general Pablo Morillo y el virrey Santiago de Liniers?

Temas

En Cultura

    0
    comentarios