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Blas Infante, desfigurado por su beaterio: el caso de los toros

Cada 28 de febrero asistimos al mismo aquelarre. Los hechiceros del poder político remueven el caldero mágico en el que el notario andaluz se consume.

Cada 28 de febrero asistimos al mismo aquelarre. Los hechiceros del poder político remueven el caldero mágico en el que el notario andaluz se consume.
Homenaje a Blas Infante en el 85 aniversario de su fusilamiento. | Eduardo Briones / Europa Press

Muchos en privado reniegan de sus doctrinas. Otros más se ríen de sus ocurrencias y extravagancias teóricas y vitales. Bastantes lo manosean o lo beatifican por mero interés partidista. La mayoría lo ignora y sólo unos pocos son fieles a su proyecto sobre Andalucía, lo han leído y comulgan con sus credos. Cada 28 de febrero asistimos al mismo aquelarre donde los hechiceros del poder político remueven el caldero mágico en el que el notario andaluz se consume y se anonada.

Se puede estar de acuerdo o no con lo que dijo, con las cosas que hizo y con los sueños (o pesadillas) que lo invadieron - yo mismo soy un discrepante casi a la totalidad de sus ideas -, pero lo que resulta cada vez más insoportable es la hipocresía de quienes no conociendo ni entendiendo ni asumiendo sus doctrinas hablan de él como si fuera un santo laico de la democracia y del autonomismo mientras lo traicionan de manera inmisericorde y mezquina.

Es lo que hizo el PSOE desde la intuición de Rafael Escuredo, estratégicamente interesado en demoler el andalucismo socialista de Alejandro Rojas Marcos y apropiarse de su energía política para erigirse en sátrapa dentro de su propio partido. Alfonso Guerra, fíjense, ni siquiera menciona una vez a Blas Infante en su primer libro de memorias aunque sí cita a Escuredo. En su segunda parte, cita tres veces a Infante para inyectar en el lector la idea de que el socialismo andaluz integró en su seno la esencia del "partido nacionalista conservador" antes que la de un partido de clase trabajadora. Era la tesis de la izquierda clásica: todo nacionalismo es conservador.

Lo mismo hizo la izquierda comunista y lo sigue haciendo ahora con una versión independentista nacida en Podemos. La gran sorpresa la dio el centro derecha andaluz. En el Estatuto de Autonomía de 1982, ni siquiera aparecía su nombre. Pero el 14 de abril de 1983, fecha escogida, Escuredo decidió que fuese considerado "Padre de la Patria Andaluza" en una sesión del Parlamento Andaluz que aprobó que el flamante Estatuto tuviera una introducción en la que figurase una mención expresa de Blas Infante [I].

En la edición oficial del Parlamento andaluz, quedó de este modo:

"La Historia ha reconocido la figura de Blas Infante como padre de la patria andaluza e ilustre precursor de la lucha por la consecución del autogobierno que hoy representa en Estatuto de Autonomía para Andalucía. Blas Infante, con las Juntas Liberalistas que él creara, se coloca a la vanguardia del andalucismo al luchar incansablemente por recuperar la identidad del pueblo andaluz…"

Digna fue, en verdad, la posición del Partido Socialista de Andalucía en aquel Pleno porque Salvador Pérez Bueno, dijo: "Blas Infante se sentiría indignado ante el agravio a su memoria que se hace en este día en nuestra Cámara, y pediría, seguramente, que su nombre fuera también retirado de este preámbulo. Por ello, nosotros creemos que hacer memoria de Blas Infante, incluirlo, es asumir su pensamiento" [II], que es justamente lo que no se quiso ni se quiere hacer.

Fue toda una ceremonia de usurpación ideológica a cambio de una mención. El Pleno parlamentario, poco concurrido, votó de este modo: "El resultado de la votación es el siguiente: Queda aprobada la Proposición no de Ley, al haber obtenido 51 votos a favor, 1 voto en contra, abstenciones". Alianza Popular tenía 15 escaños y 17 a Unión de Centro Democrático. Esa fue la sorpresa.

No lo fue ya que en la aprobación del Estatuto de 2007, con el voto del PP de Mariano Rajoy y Javier Arenas, se hablara de "realidad nacional" andaluza, de Blas Infante como "padre de la patria andaluza" y demás aditamentos propios del reconocimiento de su patriotismo regionalista.

El caso de los toros

Pongamos, por ejemplo, el caso de los toros. Blas Infante no dijo mucho acerca del arte de torear, pero lo poco que dijo puede interpretarse sin miedo a error como una condena irme del arte de torear, por razones sociales, en inicio, y si se quiere, por razones animalistas, después. Pero que el padre de la patria andaluza fuera un fervoroso antitaurino en una Andalucía donde el mundo de los toros es un rasgo identitario poco discutible, no parece ser un problema para los presidentes de la Junta de Andalucía a la hora de concederse medallas honoríficas de la tierra a toreros y ganaderos.

En 1986, se le concedió el honor al banderillero Manuel Ortiz Benítez. En 1993, el distinguido fue Curro Romero. Miguel Báez Espuny, El Litri, torero, lo fue en 2007. En 2010, fue la Ganadería Hijos de Celestino Cuadri, Huelva, la que obtuvo el reconocimiento. En 2020, de nuevo Curro Romero, ahora como Hijo Predilecto y en 2022, Juan Antonio Ruiz Espartaco.

Blas Infante jamás hubiera concedido tales dignidades. En una cartulina manuscrita que se conserva en su archivo dice: "El Toro herbívoro convertido en fiera por el hombre. El Toro y el caballo, hermanos en la pradera. La desgracia del Toro, ¿son sus cuernos? Luego es el hombre". Estas anotaciones del que es Presidente de Honor de la Junta de Andalucía se encuentran en sus papeles personales conservados (en el reverso de una boleta de la revista Avante).

Taurinos como Lorca, Indalecio Prieto, Hemingway, Wells, Picasso, Botero, García Márquez, Sabina, (que diseñó un cartel de toros), Vargas Llosa, Caballero Bonald y muchos otros se contrapusieron a antitaurinos convencidos como Larra, Víctor Hugo, Concepción Arenal, Pardo Bazán, el primer Unamuno, Eugenio Nöel, Rodríguez de la Fuente y otros muchos desde el siglo XV cuando menos. A pesar de lo larga duración de la lucha, la fiesta ha proseguido y ha logrado encaramarse a la esencia de "fiesta nacional", con desarrollo extenso en Iberoamérica y flecos en Francia y en Portugal.

Pero Blas Infante no hablaba del espectáculo sino de la identidad andaluza, a la que consideraba contraria a las corridas de toros. De hecho, financió algunas campañas en su contra que emprendió su amigo Eugenio Nöel. Para él, las corridas de toros, a pesar de su popularidad y aceptación por parte de una gran parte de los andaluces, no formaba parte de la verdadera identidad de los andaluces, que, como es sabido, situaba en la cultura islamista precedente a la Reconquista.

Crítica con dos vertientes

Su crítica tenía dos vertientes diferentes. Una, la social. Blas Infante consideraba que la extensión de tierras dedicadas a la cría del toro bravo en Andalucía eran un pecado social porque impedía el acceso a la propiedad de la tierra de quienes lo necesitaban.

"Desde luego, no voy a alegar que esa incapacidad para poseer y dirigir los cultivos está únicamente demostrada con relación a los grandes propietarios territoriales que, lejos de cultivar sus terrenos, los dedican a cotos de caza, a cerrados de toros y a dehesas y prados naturales, cultivados sólo por la acción de los agentes y meteoros atmosféricos. Andalucía fue un extenso jardín con árabes y con romanos. Hoy es un erial sembrado de algún que otro oasis." (El ideal andaluz)

En otro texto dice:

"La tierra más fértil de España está cerrada al trabajo. Los toros bravos se engordan en las tierras que se niegan a los hombres, precisados a emigrar. El monopolio se divierte con el espectáculo de la barbarie. Este estado de cosas lo engendran los señores con su egoísmo y los esclavos con su inconsciencia".


Ya en este último pensamiento aparece, junto a la preocupación social-agraria georgista, de la que estaba muy influido, la tendencia animalista que ha recordado Leonor De Bock Cano, en un artículo publicado en 2020. Refiere la escritora que en febrero de 1918, José Gómez "Gallito" ofreció a los niños de Sevilla una corrida de toros. Pero encontró la oposición de Blas Infante y algunos amigos más que, en una nota publicada, expusieron "sin animosidad alguna":

"Reconocemos y comprendemos la generosidad del rango de torero, que ofrece gustoso todo su arte y su valor para distraer a los niños de la ciudad (...). Llegaríamos a disculpar hasta la aceptación del ofrecimiento (…) por quién esté autorizado para ello si el caso presente, más que el de los malhechores del bien, no fuera el de los bienhechores del mal (…). Una corrida de toros es para el espíritu de la infancia un espectáculo cruel. Y contra el espectáculo que se va a dar a los niños y el espectáculo que va a dar a Sevilla ante todo el mundo, protestamos respetuosamente mas con toda energía".

En un tono menos conciliador, Infante dice de sí mismo ser uno de los que quieren aportar sus ideas a una "Andalucía irredenta y vilipendiada, esclava de caciques y prostituta de toreros". Sus amigos, colaboradores de la Revista Andalucía, se extendían sobre el tema. El Centro Andaluz, presidido por Infante, se dirigió telegráficamente al Ministro de la Gobernación, Santiago Alba, diciendo: "Sección Sevilla, felicita efusivamente V. E. proyectos antimonopolistas y gravámenes contra absentistas, latifundistas y toreros, vergüenza de España y Región" (Octubre 1916)

En una conferencia reseñada en dicha revista (diciembre 1916) puede leerse que Blas Infante expresa: " El torero está no sólo en los labios, está también en los espíritus, llenándolo todo, separando al pueblo de los ideales santos y arrastrándolo, idiotizado, ante los trofeos grotescos, donde las nobles armas de las antiguas panoplias están sustituidas por repugnantes utensilios de las modernas plazas de toros". Esto es, puede haber fenómenos populares que no tienen que ver con la identidad real del pueblo, tesis de quien sabe lo que es tal cosa ¡al margen de la gente!

"Andalú" como lengua

Hay quien ve en Infante un primer animalismo muy radical sustentado en sus Cuentos de Animales, colección en la que ensaya el "andalú" como lengua. Tomen nota: "Era mixto de lobo y de perro. Su agüelo jué lobo. Ehte, lo crió, con leche, dehde chico ... Preferío iba siempre con er ganao. Ya se poía' hté acohtá o ise ande quisiera. Mejó que,ohté guardaba er ganao Preferío. ¡Paese que I'ohtoy viendo!"(Los amores de la Hermana Loba y la traición del perro "Preferío").Pero en ellos no hay apenas toros.

Su animalismo, que aplauden Pacma y Ecologistas en Acción, se reflejó en sus Mandamientos de Dios en favor de los animales ("No los atormentarás porque sufren. A fuerza de energía de amor se amansan. No te divertirás a costa de su dolor porque el dolor innecesario es el Enemigo de Dios sobre el mundo", tercero). Se opuso a las carreras de gallos de Ayamonte y destacó en la defensa de los pájaros, a los que dedicó su "Plegaria".

Si a ello unimos su inclinación idealizada proandalusí e incluso su dudosa adhesión al Islam a pesar de su laicismo masón, su simpatía por el anarquismo al que financiaba provocando el enfado de su esposa (su amigo Pedro Vallina colaboró con Fermín Salvochea en la preparación de un atentado contra la familia real que cuenta en la página 56 de sus Memorias), su tendencia buenista federal, su concepción georgista de la economía, su teoría de la educación (La dictadura pedagógica) y, por dejarlo aquí, su apología de un confuso comunismo "religioso", resulta difícil creer que la mayoría de los andaluces actuales lo votaran como "padre" de su "patria", referencia que la oligarquía de partidos impuso, por razones interesadas, sobre todo de algunos.

Pero es indignante que, consumada su elevación a los altares políticos de Blas Infante por la mayor parte de la partidocracia andaluza, sea totalmente impune la falsificación sistemática de las doctrinas y causas que defendía. Porque, ¿cómo es que se hizo padre de la patria andaluza a alguien del que sólo se aceptan las ideas que convienen a los partidos dominantes? ¿Y el resto de su pensamiento? Esta es la peor de las hipocresías. Es que da asco.


[i] Quien encabezó la Proposición no de ley fue la socialista Amparo Rubiales.

[II] Diario de Sesiones del Parlamento Andaluz, 14 de abril de 1983, número 10, pág. Pérez Bueno recordó, además, que no hacía mucho todos los partidos de izquierda y derecha se habían negado a que Infante fuese reconocido en el texto del primer Estatuto andaluz de 1982.

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