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Pedro Fernández Barbadillo

Dosieres, rumores, calumnias, fotos, vídeos... La larga tradición de las 'sorpresas' de última hora en las elecciones de EEUU

En 2020, cuando Trump se presentó a la reelección, la 'sorpresa de octubre' fue el hallazgo de un ordenador portátil propiedad de Hunter Biden, hijo del candidato demócrata Joe Biden, desnudo, con prostitutas y consumiendo drogas.

En 2020, cuando Trump se presentó a la reelección, la 'sorpresa de octubre' fue el hallazgo de un ordenador portátil propiedad de Hunter Biden, hijo del candidato demócrata Joe Biden, desnudo, con prostitutas y consumiendo drogas.
Protesta contra Trump en 2023 | Cordon Press

El octubre de los años bisiestos es, en la política de Estados Unidos, un mes preñado de sorpresas y sustos, tortuoso anticipo de la noche de brujas. En él circulan los dossieres, los rumores, las calumnias, las fotos, los vídeos, las declaraciones de impuestos y hasta la verdad. Todo lo que pueda destruir el prestigio de un candidato ante los electores.

Ha terminado el octubre de 2024 y lo ha hecho sin que apareciera esa noticia. Quizás porque en este ciclo electoral se adelantó a julio. A finales de ese mes, la ‘teoría de la conspiración’ que era para los legacy media (medios tradicionales) la incapacidad de Joe Biden para gobernar en un hecho innegable que obligaba a que el presidente renunciara a la reelección, aunque siguiera en su cargo, y el Partido Demócrata eligiera, sin votación de las bases, a la vicepresidenta Kamala Harris como candidata.

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Imagen de La Casa Blanca

El periodista William Safire definió (Safire’s Political Dictionary) la ‘sorpresa de octubre’ como una "Interrupción de último minuto antes de una elección. Truco político inesperado, revelación o maniobra diplomática que podría afectar el resultado de una elección". La expresión la puso en circulación Henry Kissinger en 1972; pero hubo ‘sorpresas’ mucho antes.

Panfletos a la salida de misa

Un periódico publicó en la campaña de 1880 una carta atribuida al candidato republicano James Gardfield en la que éste sostenía que los numerosos inmigrantes chinos no robaban empleos a los nativos y aprobaba que los empresarios contratasen mano de obra cuanto más barata pudieran. Y en las elecciones de 1920 corrió el rumor de que otro candidato republicano, Warren Harding, tenía sangre negra, con lo que eso implicaba de baldón entonces. Ambos candidatos se zafaron de las mentiras y ganaron la Casa Blanca.

Una ‘sorpresa de octubre’ también puede ser una asombrosa metedura de pata hecha por un partidario entusiasta que hunde a un candidato. Seis días antes de la votación fijada para el 4 de noviembre de 1884, en un mitin en la ciudad de Nueva York James Blaine, un pastor protestante, atacó con dureza, no al candidato demócrata, Grover Cleveland, sino a sus votantes. Calificó al Partido Demócrata como el de los borrachos, los católicos y los rebeldes ("Rum, Romanism, and Rebellion").

A ninguno de los asistentes le molestó la expresión y tampoco los periodistas presentes la citaron en sus crónicas. Sin embargo, un trabajador del local donde se celebró el acto era militante demócrata y se lo comentó a miembros de su partido. El equipo de campaña de Cleveland comprendió que le había llegado por mera casualidad una pepita de oro de descomunal tamaño y se apresuró a ponerla en el mercado.

Entonces, los irlandeses sufrían discriminación. Muchos comerciantes ponían en sus tiendas el cartel NINA («No Irish Need Apply»). La colonia irlandesa, establecida en los estados del noreste, aparte de ser numerosa, estaba cada vez más organizada, disponía de prensa y había reclamado en esa campaña mayor presencia política.

Los demócratas repartieron en Nueva York panfletos con la frase de marras a la salida de las misas del domingo. La participación de los irlandeses-americanos, los alemanes-americanos y los blancos sureños subió muchísimo. Por una diferencia de sólo un 0’1%, el menor margen de la elección, Cleveland ganó los 36 compromisarios de Nueva York y con ellos la Presidencia. Fue el primer presidente demócrata elegido desde la guerra civil.

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Barbara Walters entrevistó al Gobernador George W. Bush en el año 2000

La ‘sorpresa de octubre’ de 2000 se atrasó hasta noviembre. El 2 de noviembre, cinco días de las votaciones, un periodista del estado de Maine reveló que el candidato George W. Bush, había sido detenido en 1976, con treinta años de edad, por conducir borracho. La información se la entregó un abogado que había sido candidato demócrata a gobernador estatal. La cadena Fox difundió la noticia a nivel nacional. Bush compareció horas más tarde para reconocer la detención y pedir disculpas.

El director de campaña de Bush, Karl Rove, calculó que al ticket republicano le abandonaron más de dos millones de votantes y, con ellos, la victoria en Maine y en cuatro estados más donde el republicano perdió por menos del 1%: Iowa, Nuevo México, Oregón y Wisconsin. Con los 34 compromisarios de estos cinco estados en su bolsa, Bush no habría necesitado pelear hasta la última papeleta por los 25 de Florida.

La censura de una noticia verdadera

En 2016 hubo varias ‘sorpresas de octubre’. Un vídeo grabado a Donald Trump en 2005 en el que decía que si eres famoso puedes sobar a las mujeres. La metedura de pata de la candidata Hillary Rodham Clinton que, en un acto emitido por televisión, calificó a los votantes de su rival de "racistas, sexistas, homofóbicos, xenófobos, islamófobos" y los metió en una "cesta de deplorables". Y la comunicación por parte del director del FBI a varios congresistas de que sus agentes habían comenzado a investigar nuevas pruebas sobre el uso indebido de servidores privados de correos electrónicos por parte de Clinton como secretaria de Estado.

En 2020, cuando Trump se presentó a la reelección, la ‘sorpresa de octubre’ fue el hallazgo de un ordenador portátil propiedad de Hunter Biden, hijo del candidato demócrata Joe Biden. El periódico New York Post empezó a publicar su contenido: corrupción empresarial aprovechando el cargo de su padre como vicepresidente (2009-2017), imágenes de Hunter desnudo, con prostitutas y consumiendo drogas.

Esta sorpresa fue superada por otra: la reacción del Deep State y de la prensa de kalidá para ocultar el escándalo. Por un lado, 51 personas que trabajaban o habían trabajado para la CIA y otras agencias de espionaje firmaron un comunicado en el que afirmaban que el portátil era un caso irrebatible de "desinformación rusa" que pretendía desprestigiar a Joe Biden. Por otro lado, Twitter y Facebook tumbaron las cuentas del New York Post, amparándose en el diagnóstico de esos expertos.

Cuando pasaron las elecciones, se comprobó que el contenido del portátil era verdadero. El mismo periódico ha publicado que Facebook, propiedad de Mark Zuckberger, suprimió todo comentario o noticia relacionado con Hunter para obtener privilegios de un futuro gobierno de Joe Biden.

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Hunter Biden saliendo de declarar

Las conexiones de esta élite recuerdan los árboles genealógicos de las dinastías europeas, con matrimonios cruzados. Uno de los espías que participó en esa campaña de mentiras, Jeremy Bash, fue directivo de la CIA durante la presidencia de Obama y estuvo casado con la periodista Dana Bash, de la CNN, que en agosto realizó una de las entrevistas suaves a la candidata Kamala Harris.

Octubre se adelantó a julio

En la campaña de 2024, junto con la decisión de Biden de no presentarse a la reelección, inédita desde 1964, hemos asistido a otras sorpresas anticipadas, como los intentos de asesinato de Trump y el apoyo de un Kennedy a su candidatura.

Ya en octubre, ante una Harris que baja en las encuestas y muestra una penosa imagen en las entrevistas y los mítines, los demócratas recurrieron al ‘comodín de Hitler’, que es idéntico al ‘comodín de Franco’ que emplea la izquierda española.

El mayor ataque lo inició Hillary Clinton, cuyo marido era un asiduo visitante a la isla-burdel del financiero Jeffrey Epstein, declarando en televisión que el mitin de Trump en el Madison Square Garden programado para el domingo 27 recreaba el mitin del partido nazi americano celebrado en 1939. La consigna machacada por todos los políticos demócratas y sus periodistas y tertulianos fue la de que "Trump es literalmente Hitler".

Biden, que interviene en la campaña de vez en cuando, llamó "basura" a los seguidores de Trump; y éste le dio la vuelta al insulto con uno de sus geniales golpes de propaganda: dio una rueda de prensa desde un camión recogedor de basura y vestido con un peto de basurero.

Otra sorpresa ha sido la decisión de los editores de los periódicos Washington Post, Los Angeles Times y USA Today de no pedir el voto para un candidato, o sea, que han rechazado apoyar a Kamala. En un artículo en el que daba explicaciones a los lectores, Jeff Bezos, propietario del WaPo, reconoció otra ‘teoría de la conspiración’: el desprestigio absoluto de la profesión periodística debido a su partidismo.

A horas de que empiece el recuento (los ciudadanos de Estados Unidos están emitiendo su voto desde hace varias semanas), octubre se ha despedido con mucho menos ruido que hace cuatro años, aunque, desde 2016 toda la política del país gira en torno a un solo hombre, con la mitad de la población aplaudiéndole y riendo y la otra mitad cayendo en episodios de histerismo cuando le ven en televisión.

Con independencia del resultado definitivo, Donald Trump se ha revelado como uno de los mayores genios de la acción política de los últimos cien años.

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