
Se conmemoran 60 años de la muerte de Winston Churchill. ¿Qué es conmemorar sino resucitar desde el vacío del olvido? Con Donald Trump, el busto de Churchill ha vuelto al Despacho Oval. No me extrañaría que en su tránsito por el desierto, entre la abominación generalizada de casi todos los medios e incluso un intento de asesinato del que se salvó milagrosamente, Donald escuchase recurrentemente una voz que con acento británico le recitaba una cita de Winston, el que perdió la batalla de unas elecciones tras ganar una de las guerras más importantes de la historia:
"Nunca se rindan, nunca cedan, nunca, nunca, nunca, en nada grande o pequeño, nunca cedan salvo por las convicciones del honor y el buen sentido. Nunca cedan a la fuerza; nunca cedan al aparentemente abrumador poderío del enemigo"

Durante la Segunda Guerra Mundial, Churchill visitó los Estados Unidos en varias ocasiones, siendo una de las visitas más memorables en diciembre de 1941, poco después del ataque a Pearl Harbor. Su presencia en la Casa Blanca durante estas visitas simbolizaba la alianza angloamericana contra las potencias del Eje. En el Despacho Oval, Churchill y el entonces Presidente Franklin D. Roosevelt discutieron estrategias militares y políticas que serían cruciales para el curso de la guerra mundial. Desde entonces, con busto o sin él, el espíritu churchilliano nunca se ha alejado del centro de mando del mundo.
Originalmente, el busto de Churchill fue colocado en el Despacho Oval por el presidente George W. Bush como un símbolo de la "relación especial" entre los dos países. Este busto fue retirado durante la administración de Barack Obama (que, sin embargo, lo colocó en otro lugar de la Casa Blanca), pero luego fue restituido por Donald Trump al inicio de su presidencia como muestra de su admiración por Churchill y de la continuidad de la alianza angloamericana.

La presencia del busto de Churchill va más allá de una simple decoración en incluso del símbolo de la continuidad de la alianza entre Estados Unidos y Reino Unido: es el reconocimiento del liderazgo moral de Churchill durante tiempos de crisis y su impacto en la política mundial. Además, sirve como un recordatorio de valores compartidos como la democracia, la libertad y la resistencia frente a la adversidad. También es un mensaje a la izquierda, sobre todo a la identitaria y multiculturalista, de que los valores de la civilización que encarna Churchill, la voz que advirtió a todos contra la barbarie nazi que se aceptaba por el buenismo apaciguador, siguen estando vigentes, les guste o no a los posmodernos de la izquierda woke y a los premodernos del fundamentalismo islámico.
En estos últimos años, la alianza de la izquierda con el islamismo llegó a vandalizar la estatua de Churchill en la mismísima plaza del Parlamento británico. Es decir, en el corazón simbólico de la civilización junto a la Capilla Sixtina y la Estatua de la Libertad en Nuevay York. Los del movimiento BLM querían que se quitase la estatua, pero su iconoclastia iba más allá de la imagen porque lo quiere retirar esta izquierda es la memoria de lo que significa Churchill: sangre, sudor y lágrimas en la defensa de los valores de la civilización occidental.
Hayek y Churchill
Hayek solo se encontró en una ocasión con Churchill en una cena y lo describió de la siguiente manera:
"Fui invitado a una cena con Churchill. Ingería brandy en grandes cantidades y apenas podía hablar. Estaba completamente bebido. Media hora más tarde pronunció uno de los discursos más brillantes que jamás haya escuchado."
En ese breve encuentro, Churchill le dijo a Hayek que tenía razón en todo, pero que su programa filosófico de libertad, prosperidad y derechos no se podría llevar a cabo en el Reino Unido.
Muchos años después, Hayek llegaría a conocer a la Churchill femenina que sí que llevaría a realizar su sueño liberal. Pero es otra historia, la de Margaret Thatcher. Sin duda, Donald Trump tiene más que ver con Churchill que con Thatcher, pero como en la dedicatoria del libro de Thomas E. Ricks Churchill y Orwell. La lucha por la libertad, cabe recordar lo que une a la derecha y la izquierda civilizadas:
"Dedicado a todos aquellos que buscan preservar nuestras libertades"
Churchill pasó de estar casi muerto políticamente en los años 30 a triunfar por todo lo alto, como le ha pasado también a Donald Trump. En ambos casos, contra lo políticamente correcto y lo ideológicamente abyecto. ¿Qué habría pasado en un encuentro entre semejantes outsiders de la vida política?
Termina El instante más oscuro, el biopic sobre el líder británico que protagonizó Gary Oldman, con una de sus célebres citas
"El éxito no es el final. El fracaso no es fatal. Es el coraje para continuar lo que cuenta."
Otra reflexión de Churchill en la que posiblemente pensará Trump cada vez que contemple su busto en el Despacho Oval es que las cometas se elevan más alto en contra del viento, no a su favor. Que ruja el huracán.