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Mario Noya

Violencia e islam

He aquí una crítica devastadora, una demolición del islam en todos los órdenes: el religioso, el moral, el cultural, el civilizatorio.

Violencia e islam es el título de esta conversación, un intercambio de vehemencias entre el poeta de origen sirio Adonis, frecuente candidato al Premio Nobel de Literatura, y la psicoanalista Houria Abdelouahed, profesora en la Universidad París Diderot y traductora del propio Adonis.

He aquí una crítica devastadora, una demolición del islam en todos los órdenes: el religioso, el moral, el cultural, el civilizatorio. El islam es una regresión, y ya lo fue en sus meros inicios, sentencia Adonis. Un credo extremadamente empobrecedor, cifrado en un libro sacro extremadamente violento, que no ofrece al Hombre más que sumisión a una sórdida cosmovisión inhumana. El islam "ha deformado todas las relaciones. La única relación que queda es la del amo y el esclavo", denuncia el renombrado poeta, que acusa al islam de haber "matado a la poesía". De haberla, de hecho, asesinado:

Este asesinato, de hecho, es el de la subjetividad, de lo experimentado por el individuo, de su experiencia de vida, en beneficio de la creencia común, la de la Umma,

comunidad de los creyentes obedientes instruidos para que no piensen ni sientan de manera autónoma.

El islam, que no quiere renovación sino repetición, naturalmente ha segregado el Estado Islámico, incide Adonis, que ve en la organización del califa terrorista Bagdadi el final del credo autodestructivo del Profeta que pilló y conquistó y mató. El islam, efusión milenaria de sangre y violencia, no da más de sí, proclama el autor de Este es mi nombre: no tiene "ímpetu" ni "visión" para "cambiar el mundo".

Dáesh [sic] no es una nueva interpretación del islam o la construcción de una nueva cultura o de una nueva civilización. Sino más bien la cerrazón, la ignorancia, el odio al saber, a lo humano y a la libertad. Y esto es un final humillante.

Que está dejando exhaustos no sólo a los sometidos, también a este Alí Ahmad Said Esber, Adonis desde que decidió rebelarse:

Ya no me apetece hablar de la denominada historia árabe. (...) Los árabes no han logrado crear un Estado o instaurar la ciudadanía. (...) creo que el contexto en el cual el árabe ha vivido durante quince siglos ha llegado a su fin. (...) los pueblos mueren y las civilizaciones mueren también. Esta Umma ya no tiene una presencia creadora en ningún ámbito de la civilización humana. Los árabes están ausentes del mundo. Es la muerte.

Adonis, enemigo jurado de todos los monoteísmos pero especialmente de éste, cree asistir a la muerte de Alá pero no se muestra optimista. Todo lo contrario. Porque los muertos que él mismo mata gozan de una salud formidable, como a su juicio quedó de manifiesto en la Primavera Árabe, "primavera sin golondrinas" que el recurso a la religión convirtió en un "infierno" que transformó la esperanza en espanto y le llevó a volver constatar que

la gran mayoría de la población árabe todavía está dominada por la ignorancia, el analfabetismo y el oscurantismo religioso.

Hay mala salida, barrunta. Por esto y porque los intelectuales árabes han "desertado".

El pensamiento mágico, la leyenda y la superstición dominan la cultura musulmana. Los musulmanes están obsesionados por leyendas que son consideradas verdades absolutas. Ningún resquicio para el pensamiento científico.

A la hora del qué hacer, Adonis apuesta por el… psicoanálisis, es decir, por abjurar de su filípica ilustrada, y por las recetas de la izquierda jipilona y anticolonialista de los años 60-70 del siglo pasado (y tanto). Hay que joderse, que diría el poeta –otro.

Sobre todo en este punto final de las reformas/alternativas/propuestas, aconsejo frecuentar a mi admirada Ayaan Hirsi Ali, que no se deja estropear por las consignas de la bochornosa izquierda estupenda y tiene muy trabajadas las ideas de libertad y las complejidades de las sociedades abiertas.

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