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Iñaki Ezkerra: "El populismo tiene un toque eufemístico, populista es Revilla"

Publica Los totalitarismos blandos. Podemos, nacionalistas y otros enemigos de la democracia, donde escribe "sobre un fenómeno que no es inventado".

Publica Los totalitarismos blandos. Podemos, nacionalistas y otros enemigos de la democracia, donde escribe "sobre un fenómeno que no es inventado".
Iñaki Ezkerra, este viernes | La Esfera de los Libros

Iñaki Ezkerra (Bilbao, 1957) viajó desde la izquierda a "tierra de nadie". El escritor no se siente cómodo en una derecha que tiene el vicio de renunciar "al debate ideológico para no dividirse" y lamenta que, a diferencia de lo que ocurrió en Francia, ésta no se renovó ni aglutinó a los intelectuales. Desde ese desamparo topográfico escribe Los totalitarismos blandos. Podemos, nacionalistas y otros enemigos de la democracia (La Esfera de los Libros, 2016), donde reflexiona "sobre un fenómeno que no es inventado" y trata "de establecer un diagnóstico y, si cabe, un pronóstico".

Ezkerra apuesta por "romper y prescindir de los tópicos" y omite, a conciencia, el término "populista": "No denuncia nada. Incluso puede tener un toque eufemístico: populista es Esperanza Aguirre; populista es Miguel Ángel Revilla; populista era José Bono". El escritor habla de unos totalitarismos a los que apellida blandos no porque sean "inofensivos", sino "más digeribles". A diferencia de los clásicos como Stalin y Hitler, que "no se reclamaban demócratas y tenían un discurso contra la democracia", los nuevos "responden a los tópicos de la corrección política, y uno de sus rasgos es su permanente autodefinición de demócratas. De un modo excluyente: sólo ellos son demócratas".

El autor afirma que el fenómeno "parte de una tragedia de la propia izquierda": "Cuando cae el Muro de Berlín y se abandona todo el discurso de la dialéctica de clases, se trata de trasladar, y esta la aportación de los populistas, la lucha de clases a otros discursos. Por ejemplo, la lucha de sexos. Llevarlo, por ejemplo, al ecologismo o al animalismo. Claro, es una falsificación de la realidad: por supuesto que hay diferencias de sexos, que existe discriminación… pero otra cosa es plantear que hay una lucha de sexos en los términos dramáticos del siglo XX. Por ejemplo: la Ley de Violencia de Género es producto de ese populismo. Cuando matan a una mujer y alguien sale con una pancarta: 'Ha caído una más'. Como si hubiera una ideología que defiende el asesinato de mujeres… está desenfocado. Por supuesto que hay que combatir esa violencia, pero no en esos términos".

Ezkerra quita hierro a los argumentos del tipo "frente popular" y "Paracuellos" –"Para que haya un frente popular, hace falta detrás una URSS, un Largo Caballero, unos años de preparación…"–, pero alerta de otros peligros: "Se puede ser muy desgraciado sin que sea el fin del mundo". "La condición blanda de la que hablo no tiene que ver con un carácter inocuo, sino con un concepto que maneja Nye sobre el 'poder blando' para analizar la política americana", añade.

Así, Podemos se ubica en una posmodernidad que "tiene una parte negativa: el pensamiento es más fungible, efímero, basura; otra positiva: el eclecticismo, no encerrarse en lo dogmático…". El paradigma cambia cuando "los grandes filósofos del sistema" dejan paso a los "pensadores": "Los Unamuno o los Kierkegaard tratan de tener una visión más parcial del mundo, de establecer interpretaciones más modestas, que no lo abarquen todo".

Podemitas y nacionalistas tienen rasgos en común: "Sólo ellos son los demócratas. Me recuerda a los integristas católicos del siglo XIX: sólo ellos eran los verdaderos católicos y cristianos. Esto es muy español: monopolizar, apropiarse de unos valores reconocidos por la sociedad y reivindicarlos como propios excluyendo a los demás. Ellos creen que son la antítesis de lo español, y al contrario: son más españoles que nadie. Tienen los vicios heredados". También les hermana "el asambleísmo antisistema" y el "referendismo nacionalista": "En ambos casos, se piensa que todo se puede cambiar en todo momento, que vivimos como si asistiéramos a la fundación del mundo, como si la realidad pudiera cambiar a nuestro antojo".

En su opinión, en España "hemos aceptado una sobrecarga de impugnaciones al Estado y al sistema que son excesivas para una democracia joven y poco consolidada como la española. En la sociedad española falta una tradición democrática. Ahí están los que oponen democracia frente a ley, cuando no hay democracia sin ley".

Ezkerra señala cómo los nacionalismos imitan a la izquierda presentándose, por ejemplo, como "antirracistas", y recuerda que "los nacionalistas vascos tienen un fundador, Sabino Arana, al que no han apartado. Felipe González hizo un congreso para renunciar al marxismo; estos señores no se han planteado renunciar a Sabino Arana". Se refiere a las acusaciones de racismo a Javier Maroto cuando era alcalde de Vitoria: "¿Quiénes participaban en esa plataforma? Los nacionalistas sabinianos, o sea, el PNV; luego, los de Podemos, cuando días después Zapata se burló de los judíos en Twitter; Bildu, unos señores que se han tirado años matando en nombre de una ideología… Y luego nos encontramos con una derecha desideologizada que no sabe responder".

Discusiones podemitas y "derecha 'kleenex'"

Ezkerra tilda a Pablo Iglesias como "el contestatario de guardia": "Los medios pueden recurrir a él permanentemente: su discurso da respuestas para todo, da titulares, no se calla nunca… Es una especie de Belén Esteban de la política".

Considera que la discusión entre pablistas y errejonistas es "táctica": "Podemos es un partido que tiene una sobrecarga ideológica aparente, pero la ideología les importa poco. La discusión es táctica: ¿seducimos con más o menos miedo? ¿Nos hacemos socialdemócratas? ¿Mañana nos hacemos otra cosa? Es uno de los factores del populismo en general y, en este caso, del que tiene raíces totalitarias. Lo absorben todo. Son basureros de la Historia. Todo vale para el convento".

En España, "el líquido amniótico del populismo es la guerra de Irak y el zapaterismo". A este se suma una derecha que "pierde la batalla en los medios". "La derrota de la derecha en 2008 despierta a la extrema derecha. Hay una reacción que va contra la desideologización del marianismo. (…) Se atribuye unos principios católicos que no son consecuentes con su comportamiento: aparecen locutoras con los labios inflados de botox hablando de la riqueza de la vida cristiana; van por la quinta separación, pero se pronuncian contra el divorcio… Surge una derecha kleenex. Ahí, el zapaterismo encuentra su espejo. Es gente absolutamente inconsecuente".

"Esa derecha es la que necesita crear monstruos para exagerar las consecuencias de ellos. Es el discurso de la zarina: 'Ay, que vienen los bolcheviques y van a asaltar el Palacio de Invierno'. En esa derecha estarían VOX o Carmen Lomana, que es la misma que invita a Monedero para tomar el rosco de Reyes".

¿Qué consecuencias acarrea todo esto? "Desde un deterioro permanente de la vida democrática, confundir los valores democráticos con los que no lo son, un deterioro de su economía…". Eso sí, no hay que ser tan tremendista: según Ezkerra, queda una esperanza: "Las democracias europeas tienen capacidad de autocorrección, pese a que sea voluble la opinión pública y la tentación del abismo pueda cuajar en las masas".

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