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Eslava Galán homenajea el álbum familiar de Austrias y Borbones

El escritor ha recogido en La familia del Prado las anécdotas más divertidas y los secretos mejor guardados de ambas dinastías españolas. 

El escritor Juan Eslava Galán tiene la sana costumbre de llevar a su nieta al Museo del Prado y explicarle los cuadros que van contemplando, pero no le cuenta "cosas de adultos" sino "anécdotas curiosas" que responden a sus inocentes dudas. Con esta misma premisa de buscar lo ameno sin desdeñar la rigurosidad, se propuso contar la historia de los Austrias y los Borbones a través de los retratos que atesora la pinacoteca madrileña. El resultado ha sido La familia del Prado (Planeta), un "paseo desenfadado y sorprendente" por las dinastías españolas que han regido España desde hace cinco siglos.

Junto a Eslava Galán recorremos algunas de las salas más importantes del Prado para desgranar las anécdotas más divertidas y los secretos mejor guardados de esas pinturas en las que aparecen reyes, reinas, vástagos y otros secundarios de gran interés –desde la época de los Reyes Católicos– vistos desde la óptica de ilustres pintores.

Comenzamos la visita por Felipe II, "un rey divertido, abrumado por la responsabilidad", que vestía de negro por un "tema comercial". España era, en esa época, un gran exportador de palo Campeche, uno de los tintes negros naturales más potentes y más demandados por las cortes europeas. "El rey, como no, tenía que publicitarlo".

A Felipe II le mira de frente su primogénito, el príncipe Carlos, "el alma de la Leyenda Negra española que tanto ha triunfado en Europa". "Era un loco con joroba que murió joven, afortunadamente para la Corona –dice el escritor–. Era un psicópata que asaba liebres vivas por diversión y que un día cegó a todos los caballos de su establo".

La que no estaba loca –al menos no tan loca, por mucho que siempre le acompañe ese sambenito– es la reina Juana. "De que Juana acabó loca cabe poca duda, pero también es cierto que su esposo y su padre fueron dos pájaros de cuenta que se aprovecharon de esa locura para incapacitarla y reinar en su nombre", escribe el autor.

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Retrato ecuestre del duque de Lerma, de Rubens

El duque de Lerma, valido de Felipe III, no se escapa de la afilada pluma –y lengua– de Eslava Galán. "No voy a decir que el duque de Lerma fuera el primer corrupto de nuestra historia, pero sí uno de los más notables" pues montó "uno de los primeros pelotazos inmobiliarios" de la historia. "Ideó mudar la capitalidad de España de Madrid a Valladolid, donde, mire usted qué cosas, había alquilado previamente y a bajo precio los terrenos que iba a necesitar la corte. Cuando las cosas se pusieron grises y su juicio se aproximaba, obtuvo un capelo cardenalicio del papa. De ahí la coplilla que entonces corrió por la capital: 'Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se viste de colorado'".

Goya les pintó tan feos como eran

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'Fernando VII con manto real', de Goya

Al igual que Eslava Galán no tiene piedad con ciertos personajes, tampoco la tuvo Francisco de Goya al inmortalizarlos con todos sus defectos. Frente a Fernando VII, con manto real (1746-1828), el autor ríe al recordar cómo la primera esposa del monarca escribió una carta a su familia en Italia en la que decía que creyó desmayase al conocer su rostro. "Goya pintó a un tío feo porque era muy feo", bromea el autor, que además lo califica de "vil, canalla, rencoroso, miserable, taimado y desprovisto de escrúpulos". "Fernando VII fue el peor rey de todos pero ha pasado a la historia como el Deseado". Para este retrato, Goya pidió a un director de comedias las insignias reales prestadas porque las reales las habían robados los franceses: "Son tan falsas como el propio personaje". Su actuación política "estuvo siempre marcada por la traición".

En este recorrido por el museo llegamos a La Gloria, un encargo de Carlos V a Tiziano. El cuadro debía representar el momento de su muerte y su ascenso. El monarca aparece envuelto en un sudario y con la corona imperial a sus pies; y junto a él Juana, Felipe II y su gran amor, Isabel de Portugal. "Siempre llevó el cuadro consigo y presidió su muerte".

Una infanta desdichada

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Eslava Galán, frente a 'Las Meninas' | Carlos Ruiz

Frente a Las Meninas de Velázquez, Eslava Galán recuerda cómo era la infanta Margarita, destinada desde su niñez a casarse con el heredero del trono austriaco. "Las princesas no eran felices, eran profesionales. Su única misión era casarse y tener muchos hijos". El autor ha querido incluir en este libro una galería de retratos de la infanta para ver su evolución desde los tres años hasta los 19. Tuvo su primer hijo a los dieciséis años, otro a los dieciocho y murió de sobreparto después de dar a luz a un hijo muerto antes de los 21 años. En Las Meninas, ocurre un hecho curioso: "Una de sus meninas le ofrece un jarrón de barro con arcilla blanda en su interior. Estaba de moda en ese momento masticar arcilla como si fuera chicle porque decían que mejoraba la tez".

El recorrido por este álbum real concluye con La familia de Juan Carlos I, un cuadro que llevó a Antonio López veinte años de trabajo y que se expone en el Palacio Real. "Es el último retrato real que en su día merecerá figurar en el Museo del Prado".

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