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"Dicen que he creado al personaje más poderoso de los últimos años, pero yo no sé a quién se refieren"

La melodía de la oscuridad, la nueva novela de Daniel Fopiani, tendrá versión en italiano, e interesa al mercado alemán, francés y estadounidense.

Oteando el horizonte de cabezas que abarrotan la cafetería del Hotel de las Letras, se hace difícil reconocer a Daniel Fopiani (Cádiz, 1990) entre la multitud. Tienen que pasar unos minutos para que se deje ver, bajando las escaleras con las manos en los bolsillos y la sonrisa en la mirada, haciendo gala de esa parsimonia contagiosa que caracteriza a cierto tipo de anfitriones, o simplemente a algunos andaluces.

Mirándole de frente se hace difícil imaginarle realizando alguna de las muchas actividades que lo definen. Es sargento de Infantería de Marina, cuerpo en el que entró con tan solo 18 años, y se pasa varios meses al año en misiones de paz en el extranjero, pero hoy se ha presentado en calidad de escritor. Su última novela, La melodía de la oscuridad (Espasa), se ha convertido en uno de los títulos más esperados del nuevo año, y su nombre, cada vez más reconocible, lleva tiempo sonando como uno de los nuevos fenómenos de la literatura en español. Su saludo afable y su gesto risueño hacen tangible su evidente felicidad.

PREGUNTA: ¿Qué es más complicado para un escritor: meterse en la cabeza de un asesino, o plasmar la vida desde la perspectiva de un invidente?

RESPUESTA: El primer reto que yo me planteé fue el del invidente. Esa fue la idea precursora de toda la novela. ¿Cómo escribir una historia desde la perspectiva de alguien que no puede ver? Ser criminal, por otro lado, no es tan difícil. Yo soy de los que piensa que todo el mundo tiene una parte escondida dentro de sí que puede entender perfectamente los actos criminales. Lo que sí es más difícil, tal vez, desde el punto de vista de un escritor, es meterse en la piel de un psicótico, que además tenga una manera de trabajar muy marcada, un porqué…

De todas formas, te vuelvo a decir que el verdadero reto de esta novela era el de meterse en la piel de una persona que no puede ver. Porque además mi manera de escribir siempre ha sido muy visual, muy directa, por lo que puedes intuir lo difícil que me ha podido resultar narrar a través de la voz de un ciego.

P: Un ciego que tiene que resolver una serie de asesinatos, además. ¿Cuál sería para ti el sentido más imprescindible de un detective?

R: Eso es lo inverosímil. La peculiaridad de La melodía de la oscuridad. Yo sabía que me estaba metiendo en un berenjenal muy complicado; que o me salía bien o me salía mal… Pero decidí apostar todo lo que tenía a esta novela. Es llamativo, creo, un relato en el que el detective, el personaje que sigue los pasos del criminal, no pueda ver absolutamente nada. Y también es realmente complicado de escribir, no te voy a engañar. Solemos darle mucha importancia a la vista. Yo mismo, uno de mis mayores temores, es quedarme ciego… Pero también, a medida que iba escribiendo la novela, y hablando con personas invidentes, iba descubriendo que la vista no lo es todo, que hay vida después, y que se puede llevar una vida medianamente normal. Era un reto, es cierto, pero también he podido utilizar algunos recursos que me han ayudado. Por ejemplo, Adriano cuenta con la ayuda de su perro, Acho, que en muchos momentos me ha salvado también a mí mientras escribía.

P: Me interesa el personaje de Patricia, la mujer de Adriano. En la novela puede verse la realidad que viven las víctimas de atentados, que no son únicamente aquellos que los han sufrido en sus carnes, sino también sus familiares…

R: Para mí Patricia es uno de los personajes más importantes de toda la novela. La relación que tienen ellos dos, tanto la relación de dependencia absoluta que tiene Adriano hacia ella, como el rol de cuidadora que asume Patricia, es una de las cuestiones más importantes de la historia. Es algo que me sorprendió cuando leí el borrador. Porque lo último que estaba en mi cabeza era escribir una historia de amor. En mi vida he leído literatura romántica, y sin embargo en un momento determinado me di cuenta de que había creado toda una historia de amor de una forma muy natural. Patricia, como te digo, es un personaje fundamental, y de hecho sin ella Adriano no sería nada.

P: Y es interesante también el difícil juego de afectos reprimidos que se establece entre ellos…

R: Claro. Porque él sabe perfectamente todo lo que ella hace por él. Todo a lo que ha tenido que renunciar para cuidarle. Muchas veces no sabe cómo agradecérselo, pero aún así sigue siendo consciente de todo en todo momento.

P: El otro gran personaje, por oposición, es Alceo, el asesino que mata para redimirse. Tan humano, después de todo, en su locura criminal…

R: Eso es lo bonito del trabajo del escritor. No todo es blanco o negro. Hay grises. Si el lector al final no ve a Alceo como un ser absolutamente malvado, sino que llega a comprenderle, entonces es que lo he hecho bien. Lo que busco es que simpatice con el criminal, hasta cierto punto. Al final por eso introduzco el mito de Hércules. Yo no sabía, hasta hace bien poquito, que había matado a su familia en un ataque de ira. No deja de ser impactante que un héroe caiga de esa manera… Y de ahí viene el personaje de Alceo.

P: Tú eres de Cádiz y tus novelas suelen estar ambientadas ahí. La conexión parece clara pero, ¿existe algún otro motivo?

R: Yo soy de Cádiz y además estoy enamorado de Cádiz. Siempre que pueda voy a escribir de Cádiz porque es una ciudad que me gusta mucho. Además sucede una cosa muy simple que supongo que nos habrá pasado a todos. Ya desde pequeño, cuando leía algo, me imaginaba que lo que sucedía en la novela transcurría dentro de las calles de mi ciudad. Después, cuando empecé a escribir, me di cuenta de que introducir a mis personajes dentro de Cádiz era la manera con la que yo más disfrutaba, porque era como rememorar mi infancia y mis primeras lecturas. Al final ambientar mis relatos en Cádiz es algo natural, que sale casi solo.

P: El thriller está de moda. ¿Cómo de difícil es hacerse un hueco entre todas esas nuevas voces, que luchan por conquistar su baldosa dentro del mundillo de la novela negra?

El mundo editorial es muy difícil. Puede derribar hasta al más fuerte. Llevo muchos años escribiendo, y es una carrera tan solitaria, en la que nadie te puede ayudar, que uno acaba pensando en tirar la toalla varias veces. Las cosas como son. Lo que pasa es que también es verdad que es un mundo en el que, si trabajas de la manera adecuada, y si sigues los pasos correctos… si tratas a las letras con humildad… tarde o temprano acabarás consiguiendo alguna recompensa. Al menos esa es la poca experiencia que yo he tenido.

Luego, hablando de novela negra más en concreto. Yo en ningún momento de mi carrera me he planteado pertenecer a un género. Ahora estoy escribiendo esto porque llevo un tiempo leyendo mucha novela negra y disfrutándola, pero en realidad le doy a todo. He ganado varios premios de relatos y he sido seleccionado por la selección española de fantasía, ciencia-ficción y terror. No me gustaría que se me encasillara en un único género, la verdad… Lo que pasa con la novela negra es que, hasta cierto punto, es muy cómoda. Permite, con su fórmula, enganchar fácilmente al lector y mantenerlo en vilo hasta el final, y eso es muy jugoso siempre.

P: ¿Te planteas cambiar de género en breves?

R: Claro. Lo importante de todo esto es disfrutar, y hacer lo que a uno le guste. Tengo ideas, páginas escritas de otras cosas, pero hay que ser realistas también. Yo acabo de aterrizar en el mundo editorial de primer nivel. Ya innovaremos, ya haremos cosas originales, pero ahora mismo prefiero disfrutar de mi narrativa y de mi propia voz dejándome llevar un poco. Con eso, en realidad, puedo sentirme satisfecho… Y no quiero decir tampoco que lo que hago ahora no sea original, porque sí que intento que lo sea también…

P: Llegamos a la pregunta inevitable. ¿Cómo compagina un militar su trabajo con el oficio de escritor?

R: Es muy difícil. Es algo que no sale natural. Porque aunque durante bastante tiempo del año pueda ser relativamente sencillo: salir a una hora y escribir por la tarde, como en cualquier otro trabajo. Hay otros momentos del año en el que estamos destinados fuera y pasamos meses sin estar por casa. Durante ese tiempo, además, yo no puedo estar con el piloto creativo encendido en la cabeza. Tengo tanta responsabilidad en el trabajo, que lo tengo que apagar, y claro, cuando te pasas así dos, tres, cuatro meses... después, encenderlo otra vez, cuesta. A mí, en ese sentido, lo único que me ayuda es leer. No encuentro otra solución. Leer y tener ganas. No hay más.

P: ¿Sigues alguna rutina estricta?

R: Realmente no. A todo el mundo le gustaría tener una regularidad… Ser uno de esos escritores fábrica, que se sientan cuatro horas y escriben lo que tengan que escribir… Pero yo soy incapaz de hacer eso. Cuando tengo algo que contar, me siento y escribo. Habrá días que esté cuatro horas y habrá días que esté una… Lo cierto es que no llevo una rutina demasiado estricta, quizás porque mi trabajo no me lo permite.

P: ¿Qué vocación prevalece, entonces, la de escritor o la de militar?

R: La de escritor surgió antes, porque leo desde bastante antes. Militar fui desde los 18 años. Sin embargo no sabría qué contestarte. Realmente me haría mucha ilusión vivir de los libros, no te voy a engañar. Pero eso es algo tan complicado… El porcentaje en España de gente que consigue eso es tan ínfimo… Uno entre un millón, vamos, así de claro… que ni me lo planteo.

P: ¿Quiénes son tus maestros literarios?

R: Yo me crié con Julio Verne, Agatha Christie, Arthur Conan Doyle, Poe… Esa gente fue la base. Fueron los primeros.

P: Muy detectivesca, la selección…

R: Sí, sí, es cierto. Sin darme cuenta es verdad que empecé a entrar un poco en el género. Pero he leído de todo. Me gusta la ciencia-ficción, he leído fantasía, historia… Luego en mi carrera me he centrado en novela negra debido a que conozco bien su estructura, y porque está de actualidad.

P: Empezaste escribiendo relatos, si no me equivoco.

R: Sí. De hecho, animo a todo el mundo que tenga la inquietud de la escritura a empezar de la misma manera. Que no se embarquen en una novela de primeras, porque a mí, personalmente, escribir una novela me supone un sacrificio y unos dolores de cabeza brutales. No me quiero imaginar a alguien que nunca haya escrito nada.

En ese sentido los relatos son más agradecidos. En tres tardes o en una semana puedes tenerlo acabado. La novela necesita más constancia… Además el relato es una técnica increíble, y existen relatistas buenísimos, con los que se disfruta una barbaridad. Desgraciadamente en España no tienen mucho público…

P: Y de los escritores más actuales, ¿quiénes son tus referentes?

Me gusta mucho Víctor del Árbol, Aramburu, Benito Olmo, Claudio Cerdán, César Pérez Gellida… Ahora de hecho me estoy leyendo Todo lo mejor, de Gellida, y me está gustando mucho.

P: ¿Cómo has recibido la noticia de que te van a publicar en Italia?

R: Puf. Estamos… Yo soy el primero que no me lo creo. Supongo que a todo el mundo le pasará lo mismo… Llevo muchos años escribiendo y presentando libros en cafeterías a las que han asistido mis cuatro amigos y mis familiares… Me han leído ochenta personas, nada más… Verme aquí ahora con tantos lectores; que mi novela se vaya a traducir a un idioma extranjero; que además de en Italia estén interesados también en Alemania, Francia y Estados Unidos… La verdad es que el trabajo que está haciendo mi agente y la editorial es brutal. Es algo que a mí me cuesta creer todavía. No puedo estar más contento.

P: ¿Cómo repercute el éxito repentino en la vanidad?

R: La verdad es que eso es algo a lo que no le tengo demasiado miedo. Porque vanidad no se puede tener en las letras. De hecho, si ahora estoy aquí es porque siempre he tratado a las letras con humildad. Y porque soy consciente de que cada día voy a aprender algo nuevo, y que con cada nueva novela voy a intentar mejorar a la anterior… Si creyese que lo tengo todo hecho ya, sería el fin de mi carrera.

P: Lo decía también por el aura que se arrogan algunos escritores. Esos intelectuales y esas grandes mentes que hablan a la sociedad desde lo alto de las palestras. ¿Da respeto vivir de repente en su terreno, que es el de las letras?

R: Claro que sí. Claro que da. Tengo 28 años y no dejo de ser un niño… Pero es que yo no me considero maestro de nada. Hay que tener una cosa clara, y es que soy escritor de ficción. Yo me documento y trato de ser lo más fiel posible a la realidad, pero no dejo de escribir ficción. No soy policía, ni soy Guardia Civil, a pesar de estar asesorado por el cuerpo. No soy vidente… Mi trabajo como escritor es ponerme en la piel de mis personajes, pero también me resguarda el hecho de que escribo ficciones, y nada más que eso. Creo en el fondo que con humildad se va a todos lados. Ese es el secreto.

P: También deben asaltar las dudas de no estar siendo todo lo fiel posible a esa realidad que quieres plasmar, me imagino…

R: Pues sí, eso también. En ese sentido estoy muy orgulloso, porque ya me han leído varias personas invidentes y todas ellas me han dicho que he descrito muy bien cómo es la vida para ellos. Pero eso es algo que no he podido saber hasta que se ha publicado el libro, evidentemente. ¿Estaba inseguro a ese respecto? Pues claro… Lo estaba desde que se me ocurrió la idea. Pero precisamente por eso mi trabajo ha consistido en informarme bien.

Forma parte de mi manera de escribir. Me encanta ponerme retos, que son los que a la postre alimentan mis ganas de seguir trabajando. No me gusta ser uno más. Me gusta añadirme algún obstáculo. Ese es el método de trabajo que he tenido desde el principio. En La Carcoma, mi primera novela, el sargento no puede pronunciar la erre. Durante casi 300 páginas ese personaje no pronuncia la erre. Son tonterías, ya lo sé, pero es mi estilo y es lo que a mí me gusta.

P: ¿Algún deseo más para 2019?

R: Nada. Que todo siga así, y que pueda seguir escribiendo toda mi vida. Que esta oportunidad no me sea arrebatada.

P: Para tus futuros lectores. ¿Quién es Daniel Fopiani?

R: Puf. No lo sé. Una persona que lleva soñando con escribir desde pequeñito.

P: ¿Y cómo les venderías La melodía de la oscuridad?

R: Un topicazo: es una novela diferente. Hay una frase que me han puesto en la solapa del libro que dice: "Daniel Fopiani ha creado el personaje más poderoso de los últimos tiempos", pero yo no sé a cuál de todos se refieren. Quizás eso sea lo mejor de la novela.

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