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'La cocinera de Castamar', el lenguaje secreto de las recetas de cocina en la corte del XVIII

Fernando J. Múñez se estrena en el mundo editorial con una novela clásica con sabor a Jane Austen y a las hermanas Brontë.

En una época en la que los platos que se sirven a la mesa determinan la clase social a la que se pertenece, la gastronomía era un código. Servidumbre y nobles entablaban un diálogo sensitivo, unos lo preparaban y otros lo disfrutaban, pero se materializaba una conexión sin palabras más profunda de lo que podamos pensar.

Vio que de algún modo estaban compartiendo un lenguaje secreto de aromas y sabores, sujeto a los detalles, a lo pequeño e invisible que atrapaba los sentidos.

La cocinera de Castamar (Planeta) es el debut literario de Fernando J. Múñez (Madrid, 1972), una ficción histórica con aroma clásico que recuerda a Jane Austen, las hermanas Brontë, Choderlos de Laclos o Patrick Süskind. Clara es su protagonista, una joven instruida y culta, venida a menos tras la muerte de su padre, que es contratada por sus excelentes referencias como oficial de cocina en la gran casa del duque don Diego de Castamar, un viudo incapaz de dejar atrás el recuerdo de su esposa. La novela está ambientada en el siglo XVIII, con Felipe V en la Corte y las heridas de la guerra de Sucesión entre Habsburgo y Borbones aún supurando. Profusamente ambientada, recrea espacios, clases sociales, conductas protocolarias e indumentarias con una minuciosidad encantadora, aunque es solo la base de una historia tejida por intrigas, luchas de clases, traiciones, erotismo y amores imposibles.

Las páginas de Múñez huelen a la matalauva y canela. "Todas las recetas que aparecen son de la época. Me interesaba encontrar un lenguaje del que pudiera participar toda la servidumbre y que conectase con el lector. La gastronomía está hecha de sabores y olores que generan emociones. Hay un lenguaje secreto entre la cocinera de Castamar y el de don Diego". El erotismo apunta al paladar: "Recurro al imaginario de Jane Austen para los encuentros puramente eróticos".

Distintos aspectos de Clara recuerdan a Marie de Gournay, escritora y filósofa francesa, encargada de la edición de los Ensayos de Montaigne. "Les separa un siglo pero tienen cosas en común. Marie de Gournay fue una mujer instruida que nunca quiso casarse, era contestataria y pagó un alto precio por ello. Es un referente, pero Clara no está basada en ella".

Clara, como dice uno de los personajes, "anuncia un mundo nuevo que no se comprende". "El XVIII es un siglo de cambio, pero no de revolución. Para mí era muy importante reflejar el mundo de la mujer de entonces. La sociedad del XVIII era muy jerarquizada, monolítica. La mujer estaba muy oprimida en la clase más alta. Las salidas que tenían las mujeres eran muy cerradas: servir al hombre como esposa, madre o hija; servir a Dios como monja; o prostituta. Poco más. Si hay algo importante en la novela es ver cómo esas mujeres, cada una de una manera muy diferente, se enfrentan a ese poder patriarcal que lo invade todo".

Después de haber tejido los hilos para hacerle sentirse cautiva de una sociedad intolerante que no le dejaba respirar, prisionera de una orquesta conformada por normas y deberes, por leyes invisibles y el decálogo divino, él estaba allí para ofrecerle la salvación. En el fondo, como otros señores de alcurnia, él solo había actuado como el director de la farsa social, esperando a que la armonía de aquel compendio de reglas funcionase como lo que eran: unas tenazas capaces de doblegar espíritus.

En términos generales, dice el autor, hay poco que envidiar del siglo XVIII: "Viajaría solo para mirar, no querría estar allí. Hay grandes personajes de pensamiento en ese siglo, pero eran islas".

Lances de espada

Las tramas de los personajes se insertan en un periodo histórico en el que la corte española estaba dispuesta a todo por mantener unos privilegios alterados por la llegada del rey borbón. La Ilustración se iba abriendo paso.

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Fernando J. Múñez, autor de 'La cocinera de Castamar'. | Carlos Ruiz

Fernando J. Múñez se licenció en Filosofía e inició su carrera como realizador en publicidad mientras dirigía sus primeros cortometrajes, completando su formación académica en Cinematografía en Estados Unidos. En 2012 dirigió el largometraje Las normas. "Siempre he sido de escribir, la literatura ha sido lo importante para mí. He partido siempre de la palabra escrita", asegura. La novela desprende el poso de un lector de clásicos: "La regenta me fascina. Clarín hace una panorámica general de las almas de los hombres fascinante"

El autor confiesa que con La cocinera de Castamar cumplió el deseo de su madre, que le pidió que escribiera una novela para ella, aunque matiza que puede embelesar a cualquier tipo de lector.

Fernando J. Múñez. La cocinera de Castamar. Planeta, 2019. 768 páginas. 20 euros.

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