Francisco de Goya pintó al óleo directamente sobre las paredes de su última casa en Madrid, conocida como la Quinta del Sordo, muy próxima al río Manzanares. Realizó un conjunto de catorce obras oscuras, plagadas de personajes horrendos, con gestos desoladores y miradas inquietantes que cautivan a un espectador compungido. Fueron arrancadas de las paredes y trasladadas a lienzos mediante la técnica del strappo. El artista aragonés, capaz hasta entonces de trasladar a sus cuadros la realidad más brillante, se perdió entre las sombras en esta etapa que ha cautivado a psicólogos, escritores e historiadores del arte, todos dispuestos a desentrañar su enigma.
En La romería de San Isidro, Goya convirtió un acontecimiento lúdico y festivo en una procesión de cuerpos errantes, con rostros desfigurados, miradas hirientes y predominancia de blancos, ocres y grises. Esa era la España de un Goya decepcionado tras el regreso del absolutismo y esa es la España que percibe la escritora Berna González Harbour, un país "sumido en una autodestrucción colectiva". "Sucedió hace más de 70 años y hace dos siglos con Goya. No somos capaces de conciliarnos con nuestras virtudes. Hemos vuelto a la España de los garrotazos. Esa época ha vuelto, la de la España negrísima pero que a la vez es capaz de ser brillante".
"Goya comenzó pintando obras muy luminosas, llenas de deseo y de belleza, hablando de una España que intentaba acercarse a Europa con la ilusión de modernidad, pero acabó rodeado de negritud", aseguró la autora. Las pinturas del genio aragonés son el punto de partida de El sueño de la razón (Destino), una novela negra contemporánea, la cuarta protagonizada por la comisaria María Ruiz, sobre un monstruo que se deleita representando en la vida real las pesadillas del pintor. La escritora y periodista eligió la sala del Museo del Prado que alberga estas obras para presentar su nuevo libro.
"Goya representa como nadie ese viaje desde la belleza a la destrucción, del amor y el odio. Esa atmósfera está en la novela", explica González Harbour. "Con ese mismo estado de ánimo con el que Goya pintó las Pinturas Negras vemos hoy España. Somos capaces de hacer lo mejor y también lo peor. Cuando la razón duerme, se despiertan los monstruos. Somos capaces de que rija la razón, pero también somos capaces de hacer que se duerma. Esa es nuestra tragedia contemporánea", explicó la autora. "La España que estamos viendo es capaz de destruirse a sí misma".
La novela arranca con la aparición del cuerpo de una joven, becaria de la Facultad de Historia del Arte, en una presa del Manzanares, con el mensaje PR LIBERAL, una de las leyendas que Goya había utilizado en sus dibujos cuando reprodujo torturas y castigos. Alguien está representando las aberraciones que el genio denunciaba en dibujos. La comisaria Ruiz rastreará el universo de Goya y lo enlazará con el Madrid más actual a través de los túneles subterráneos de la M30, las casas okupas, las presas del Manzanares o la tumba en la que el artista reposa, hoy sin cráneo. "Es verdad que la crisis ha dejado fuera del sistema a mucha gente, el Estado ha fallado y hemos fallado todos, pero la gente ha buscado alternativas y eso es positivo", aseguró.
Esta es la cuarta entrega de la serie de la comisaria María Ruiz, tras Con Verano en rojo (2012), Margen de error (2014) y Las lágrimas de Claire Jones (2017).
Berna González Harbour. El sueño de la razón. Destino, 2019. 416 páginas. 18 euros.