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"Portugal ha vivido separada de España durante siglos, Cataluña no, y eso ha tenido consecuencias"

Juan V. Caballero recopila las consideraciones sobre la Península Ibérica de diversos autores a lo largo de veinte siglos en La tierra de las Españas.

Juan V. Caballero recopila las consideraciones sobre la Península Ibérica de diversos autores a lo largo de veinte siglos en La tierra de las Españas.
Juan Vicente Caballero | JVC

"¿Es España una prisión de naciones, o por el contrario es el resultado de un proceso gradual de agrupamiento político relativamente pacífico? ¿Cuáles son los lazos reales entre los diferentes territorios que componen la península? ¿Existe un patriotismo español similar al de otros países europeos o predominan los patriotismos regionales y locales?". Tratando de responder a preguntas como estas, Juan Vicente Caballero y Rafael Medina Borrego han elaborado un libro que es algo más que una recopilación de ideas ajenas. En sus páginas desfilan resueltamente las consideraciones de multitud de pensadores que, a lo largo de los siglos, han analizado las peculiaridades de esta península nuestra. De esa manera, desde Estrabón hasta José Manuel González Vesga, pasando por Quevedo, Modesto Lafuente, Madariaga o Julián Marías, se va componiendo un texto que por momentos se asemeja a una conversación. Un documento plagado de firmas que van diseccionando, oración a oración, La tierra de las Españas (Ecúmene).

PREGUNTA: ¿Cuál es el propósito de La tierra de las Españas?

RESPUESTA: Bueno, todo comenzó con mi tesis doctoral, cuando descubrí, de alguna manera, la cantidad de intelectuales que se habían preocupado por la geografía a la hora de hablar del concepto de nación. Es algo que parece obvio, pero no lo es tanto. Porque yo me refiero a esos escritores y estudiosos que se dieron cuenta de que lo más básico para comprender, por ejemplo, la Península Ibérica, es estudiar todas sus peculiaridades geográficas, y cómo éstas influyen en la política y, por consiguiente, en la historia.

P: Personalmente, me ha llamado la atención que de la Generación del 98 sólo esté incluido Ángel Ganivet, si es que le podemos meter dentro de esa generación...

R: Es que el tema a tratar es muy concreto. La Generación del 98 fue muy sensible siempre al paisaje, y en ese sentido sí que es verdad que sus autores demostraron una cierta preocupación geográfica. Lo que pasa es que esa preocupación era más bien paisajística. La idea del libro se adentra más en la geografía en su conjunto. En la noción que defendieron algunos de que la geografía influye mucho más de lo que se cree en los procesos sociales y políticos que conforman a las naciones a lo largo de la historia. Es algo de sentido común, pero que no ha sido tratado en profundidad por muchos autores. De la Generación del 98, desde luego, el más destacado en ese sentido es Ganivet. Y de esa época, más que ningún otro grupo, los que más hablaron del asunto fueron los regeneracionistas.

P: La visión concreta de la península de Ganivet, antes de adentrarse en la orografía, se centra en el hecho de que sea precisamente eso: una península…

R: Claro. No es el primero que hace la diferenciación entre los pueblos continentales, peninsulares e insulares. Y es una diferenciación interesante, porque apunta perfectamente a cómo la geografía condiciona el desarrollo de las diferentes sociedades. La geografía es un factor que está ahí, y que no puede ser obviado si se quiere entender bien una nación. En ese sentido el tópico tan usado que defiende la peculiaridad de la Península Ibérica es cierto, hasta cierto punto. El hecho de que sea una península es algo que ha ofrecido a los pueblos que la han habitado a lo largo de la historia unas circunstancias determinadas. Además, tampoco se puede obviar que los Pirineos han servido de barrera natural desde siempre. Por eso yo creo que sí que es cierto que la Península es diferente del resto de Europa.

P: Desde hace algún tiempo, sin embargo, las dificultades orográficas y las largas distancias han dejado de ser un problema mayor. ¿Cómo ha influido el dominio que ha ejercido el hombre sobre la geografía a lo largo de la historia?

R: Se trata de una relación de factores. Hay que evitar la idea de determinismo. No es lo que pretendemos con este libro. Hablamos de la geografía como condicionante en la evolución de las sociedades; pero únicamente como eso: como un condicionante. A partir de ahí es evidente que, sobre todo durante el último siglo y medio, el hombre ha domado al paisaje. Sin embargo, es igual de evidente que siempre existen unos límites. El ejemplo más claro lo tenemos en Asia. A China y a la India las separa el Himalaya. Y ese es un componente geográfico inmenso e inesquivable… En la Península, por ejemplo, muchos autores han separado siempre la Iberia interior de la Iberia litoral. Las condiciones geográficas son distintas en las diferentes zonas, y eso es algo que siempre va a estar ahí.

P: Otra cuestión interesante en los textos del libro es que prácticamente todos los autores terminan estableciendo algún tipo de relación entre las condiciones geográficas y climáticas y el temperamento de los habitantes de una región.

R: Sí, es cierto. Muchos analizan la geografía y después pasan a hablar del temperamento de las gentes… Pero ese no es el tema que a mí me gustaría destacar. Lo que me gustaría que se sacase del libro es esa idea de cómo influye la geografía en la política, y cómo después la política influye en la historia. En el mundo anglosajón está resurgiendo esta visión.

P: Y la característica más llamativa de la Península Ibérica es que, además de ser una península, es también una montaña…

R: Claro, y eso es lo que ha hecho que con el paso de los siglos España tenga unas peculiaridades específicas. En un sentido concreto, la propia condición peninsular otorga un marco geográfico común a todos los pueblos que conviven aquí… Después, por las dificultades del terreno y los avatares de la historia, las distintas regiones evolucionan de diversas maneras.

P: Eso nos lleva a la idea de que todos los pueblos peninsulares han estado hermanados, de alguna manera, a lo largo de los siglos… Se me ocurre el ejemplo de la Reconquista, aunque con el panorama político actual esta afirmación puede malinterpretarse…

R: Sí. Entiendo a lo que te refieres. La Reconquista fue una recuperación de un concepto que se creía perdido. España se había perdido y había que recuperarla. Los diferentes reinos cristianos luchaban contra un enemigo común, y querían expulsarlo… A diferencia de lo que se cree, sin embargo, Al-Ándalus no tuvo una pretensión real de dominar toda la península, y puede que ese fuese su error. Por eso cuando repasamos la historia de una manera desprejuiciada, no podemos centrarnos únicamente en las diferencias entre unas regiones y otras. El paso del tiempo ha ido imbricándolas, y haciendo que de su convivencia continua fuese surgiendo una cultura común más amplia. El hecho de que la Península estuviese separada del resto del continente le ha otorgado un carácter de excepcionalidad.

P: Pero tampoco hay que obviar que las sociedades y sus marcos territoriales están sujetos al cambio. En ese sentido el argumento de la historia es endeble tanto para los movimientos secesionistas como para los unionistas… Si una población concreta que habita una región y tiene una identidad común quiere separarse de otra región más grande, no parece que debieran existir verdaderos impedimentos. Hablo de un caso extremo, eh. El caso hipotético de que el cien por cien de la población quiera eso...

R: Estoy completamente de acuerdo con lo que dices. Lo que pasa es que a la hora de tomar decisiones políticas hace falta tener en cuenta todos los factores posibles, y la situación pocas veces es como la acabas de pintar. Hablando ya sin tapujos de Cataluña, es indudable que se trata de una región determinada, dentro de la cual existe una lengua y una cultura concreta más o menos diferenciada de la del resto de regiones de la península. Sin embargo, también lo es que, a pesar de las diferencias, existe un proyecto político común que, a lo largo de la historia, ha ido imbricando a Cataluña dentro de la amalgama nacional española.

P: Un argumento muy utilizado por los independentistas catalanes es el que compara a Cataluña con Portugal…

R: Sí, vamos a ver. Tiene que ver con lo que te he dicho antes. Aunque la Península es un marco geográfico concreto que ha permitido que diversos pueblos conviviesen más o menos separados durante siglos, la geografía no es determinante. El hombre tiene la última palabra y sus acciones políticas también influyen en el desarrollo de las sociedades. Portugal se independizó completamente del proyecto político común ibérico en 1640, y a partir de entonces, ese acontecimiento concreto influyó en cómo se fueron desarrollando las cosas hasta ahora. Portugal ha vivido separada de España durante siglos, Cataluña no, y eso ha tenido consecuencias. Por más que quieran algunos, no pueden cambiar el hecho de que su cultura está mucho más imbricada dentro de España que la portuguesa.

P: Al final, la peculiaridad española que destaca el libro es que, no habiéndose consolidado una identidad común que se imponga a las identidades particulares, tampoco se ha consolidado una tendencia fuerte a la disgregación.

R: Exacto. Esa es la peculiaridad de España. Y su geografía ha tenido que ver, junto a otros muchos factores. Al punto al que queríamos llegar es que ignorar la geografía cuando se toman decisiones políticas puede ser peligroso. No hay más que ver lo que le sucedió a Napoleón cuando intentó invadir Rusia.

P: Y teniendo en cuenta esa tensión constante entre la unión y la disgregación en España, ¿cómo ves el futuro?

R: Todo dependerá de la voluntad política. El futuro depende de que exista un movimiento educativo que trate de recalcar lo que nos une antes que lo que nos separa. Porque desde hace cuarenta años vivimos en una renuncia de eso.

P: El miedo al nacionalismo español ha podido tener algo que ver. Sobre todo después del franquismo, ¿no crees?

R: Claro. Es indudable que existió un nacionalismo español, pero está de capa caída. Es necesario diferenciar entre el nacionalismo y el patriotismo. El nacionalismo es excluyente, mientras que el patriotismo es integrador… De esa manera podemos reconocer sin ninguna duda que lo que está pasando en Cataluña es un nacionalismo de libro. Es necesario que recuperemos los discursos integradores. Y eso es lo que buscamos con este libro, porque no hay nada más integrador que la geografía.

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