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"No es posible conocer la segunda mitad del siglo XX español sin pasar por Pepe Esteban"

José Esteban publica sus memorias, "que son las de los últimos sesenta años de España", en Ahora que recuerdo.

José Esteban publica sus memorias, "que son las de los últimos sesenta años de España", en Ahora que recuerdo.
José Esteban | Reino de Cordelia

"Aquí hoy me han llamado humilde y errante; bon vivant; sensato —lo cual es una insensatez—; y hasta rencoroso. Eso sí que no te lo perdono", dijo, señalando con el dedo a Juan José Armas Marcelo, José Esteban, cuando al fin le tocó el turno de intervenir. "Como podéis intuir, para mí la amistad es lo más importante de la vida". Y ciertamente, esa frase podría resumir perfectamente el espíritu que se respiró en la Casa de América durante la presentación de "las memorias disparatadas de un escritor disperso", como las definió ayer Fernando Rodríguez Lafuente. "Pero es que a día de hoy no es posible conocer la España de la segunda mitad del siglo XX sin pasar por Pepe Esteban".

Desde hace unos años, sólo algunos de los amigos más íntimos del escritor sabían que estaba redactando Ahora que recuerdo (Reino de Cordelia), la recopilación de estas memorias que, "como fogonazos, fotografían perfectamente una etapa de la vida de España", según palabras de su gran compañero Armas Marcelo. "Cuando la gente se enteró de que las publicaba, me dijeron que muchos sintieron miedo de lo que pudiese contar", comentó después el propio Esteban. "Pero yo eso no lo entiendo. Son memorias muy bondadosas. Y a estas alturas deberían saber que yo, como diría Valle-Inclán, no pierdo el tiempo escribiendo de mis enemigos". Tal vez por eso a la presentación se pasaron tantas amistades, que no tardaron en recuperar los recuerdos compartidos y en convertir al propio libro en una excusa. De pronto, para repasar las memorias de Esteban no hizo falta recurrir a las páginas escritas. Bastó con prestar oídos a la catarata de anécdotas que se fue descolgando en esa charla de bar improvisada.

Allí pudo escucharse, por ejemplo, la vez que Pepe Esteban toreó un novillo con Cantinflas; o el día que, después de buscar sin éxito la tumba de Cernuda por todos los cementerios de Ciudad de México, tuvo que recurrir a García Márquez, que le puso en contacto con el mismo presidente del Gobierno y que, pese a todo, tampoco pudo ayudarle demasiado: "Me dijo que Cernuda no le sonaba, que al que conocía era a León Felipe", puntualizó entre risas Esteban; también aquella vez que se fue en Vespa con un amigo hasta El Escorial para asistir a un encuentro literario; o la noche que se pasó, en el centro de Estocolmo, desde las dos de la madrugada hasta las siete de la mañana hablando con un finlandés que sólo sabía finés: "La gente no se lo cree, pero el idioma de los borrachos es un idioma internacional", aseguró ante las risas de la concurrencia. "Es que Pepe es un borracho verbal", puntualizó Armas Marcelo. "Estoy convencido de que estas memorias que ahora presenta han nacido del alcohol, y por eso son geniales". No en balde también pudo escucharse aquel momento en que conoció a Hemingway y le dijo que quería ser escritor: "Pues si es así, cambia el vino por el whisky. Es mucho mejor para escribir", le contestó el autor de El viejo y el mar. "La verdad es que fue la primera vez que probé el whisky, y me supo a rayos. Pero qué le iba a hacer, yo quería ser escritor", rememoró Esteban, de nuevo, provocando alborozo en la sala.

Las memorias de José Esteban son el relato de unos años de juventud, madurez y literatura. Por ellas desfilan algunos de sus maestros primerizos, como Cansinos Assens o el mismísimo Pío Baroja; y en ellas, también, quedan recogidas sus andanzas de vino y letras con compañeros como Caballero Bonald, Bryce Echenique, Sánchez Dragó o el propio Armas Marcelo. "En los años de la dictadura, se dice que Franco estaba hasta la coronilla de ese grupo de jóvenes escritores", relató Rodríguez Lafuente, que también pasó a recordar sus propias experiencias con Luis García Montero, yendo juntos a comer arroz, rodeados de "los monstruos que se reunían de vez en cuando en el jardín de la casa de El Escorial de Pepe Esteban". "Son las memorias de un literato. Porque él, como Gómez de la Serna, todo lo que toca lo convierte en literatura. Y tenemos la suerte, además, de que desde hace mucho más de cincuenta años ha estado siempre en todas. Conoce a todo el mundo y todo el mundo le conoce". Algo que hace todavía más significativas las ausencias que las presencias en el libro, según Armas Marcelo: "Pepe es un hombre rencoroso. Pero tiene rencor del bueno. Si ustedes leen el libro verán la cantidad de silencio que rodea a los muchos nombres que no aparecen ni mencionados, pudiendo aparecer perfectamente. Esa es su venganza deliciosa".

Sea como fuere, esa puntualización de Rodríguez Lafuente resume acertadamente lo que son estas memorias. "Porque no son unas memorias políticas —de la historia del franquismo oculto se ha escrito muy poco y muy mal. Algún día, si tengo tiempo, quizás me lance yo a ello—", explicó Esteban. Ni tampoco son una memorias amorosas. "Hay gente que dice sorprendida que mi mujer aparece sólo tres veces en todo el libro. Pero es que yo con ella no hablo de literatura. Hablamos de otras cosas". Estas son las memorias, por tanto, y como ya ha quedado escrito, de un literato, de un crítico y de un editor. "Son las memorias de una leyenda inagotablemente actualizada de la historia de la literatura española de los últimos sesenta años", según el maestro de editores Abelardo Linares. Y es que José Esteban "es un fin de raza. Hay que disfrutarlo, porque después de él esto se acaba".

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