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Los cuentos menos conocidos de Salinger, "de lo mejor de la historia de la literatura"

Andrés Amorós analiza Nueve Cuentos, del afamado y extravagante autor de El guardián entre el centeno.

Los Libros: J.D. Salinger: Nueve Cuentos

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Andrés Amorós analiza Nueve Cuentos, del afamado y extravagante autor de El guardián entre el centeno.
Jerome David Salinger | Corbis

Dice Andrés Amorós, durante su intervención en Es la mañana, de esRadio, que "una canción cantada por una niña triste encaja perfectamente con J. D. Salinger". Por eso, para encabezar su intervención trae Senandoa, de Sissel Kirkjebo. Después, ya lanzado, se aventura a analizar a un "eximio escritor y extravagante ciudadano", como dijo de Valle-Inclán Primo de Rivera, y promete que en los Nueve Cuentos del autor de El guardián entre el centeno, que acaba de reeditar Alianza Editorial, se encuentran "algunos de los mejores de toda la historia de la literatura".

"Lo que pasa con él es lo que les ha pasado a tantos; que el éxito de uno solo de sus libros ha empañado a los demás", comenta. "Pero el resto de su obra es incluso mejor", aunque pase inadvertida por el común de los lectores. Él era un escritor sublime, aunque como persona fuese "raro no, requeterraro". Combatió en la Segunda Guerra mundial, presenciando la carnicería de las playas de Normandía y, después, las atrocidades de los campos de concentración; y regresó "con una crisis psicológica importante". Después conoció la fama, pero tuvo que aislarse del mundo con tal de "defender concienzudamente su privacidad". "Su hija, al cabo de los años, publicó un libro en el que le representó bastante perjudicado: un hombre extraño, que se bebía su propia orina y que se acostaba con su madre". Lo cierto es que, más allá de todas las polémicas y leyendas, "al menos como escritor, fue genial".

Lo que a Amorós más le gusta de su literatura es su estructura de iceberg. Las palabras escritas sólo son una pequeña parte de toda la historia, que se encuentra oculta bajo la marea, entre las líneas. "Sus cuentos presentan a gente muy normal, que habla de banalidades todo el rato, pero poco a poco van dejando ver, sin contar nunca nada de forma explícita, toda la tragedia y toda la profundidad que encierran las relaciones humanas". El crítico sólo le encuentra una pega: "Al terminar de leer igual empiezas a pensar en la mejor manera de suicidarte… Es altamente desalentador". Pero reconoce su maestría genial y su destreza artística, a la que coloca a la altura "de Chéjov, Maupassant o Allan Poe". Antes de despedirse, repite, "de estos Nueve Cuentos, al menos dos se encuentran sin lugar a dudas entre los mejores de toda la historia de la literatura".

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