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Pedro de Tena

El escándalo Agapito Maestre: la picadura de la araña

Este es un libro que narra la barbaridad institucional que asoló la vida del catedrático manchego Agapito Maestre durante años.

Este es un libro que narra la barbaridad institucional que asoló la vida del catedrático manchego Agapito Maestre durante años.
Agapito Maestre | Youtube

Este próximo lunes, día 28 de octubre y si no hay contratiempos, exhalará su aroma de tinta nueva en las librerías españolas y los envíos de distribuidoras varias El escándalo Maestre. Política y Universidad, libro escrito por el profesor Fernando Muñoz Martínez (I) y publicado por la Editorial Confluencias. Hay libros y libros. Este hay que leerlo de cabo a rabo y con "tós" sus avíos, que son cuatro: el prólogo de Francisco Sosa Wagner, el texto principal de Fernando Muñoz precedido por una más que sugerente Introducción, el epílogo de Carlos Díaz y el apéndice documental.

Este es un libro que, además de narrar la barbaridad institucional que ha asolado la vida del catedrático manchego e hijo de trabajadores, Agapito Maestre, proporciona un encuentro entrañable con un grupo de maldecidos —que no malditos consumados ni, mucho menos, malvados—, por las perversiones de una democracia, la española, que ha desterrado interiormente a no pocos intelectuales, profesores, escritores, periodistas y demás especímenes incómodos a diferentes gulags de silencio y marginación.

Este libro, por si fuera poco, indigna. Es un deber moral, además de ser una obra de misericordia en favor de las víctimas, promover la indignación contra sus verdugos como es una sana gimnasia espiritual rebelarse y atreverse a combatir la tiranía, la injusticia y la arbitrariedad.

En nuestro caso, el libro subleva especialmente contra la situación de la Justicia y de la Universidad, pilares de un Estado democrático y, en realidad, los únicos obligados a oponerse, ley y crítica en mano, al poder de los gobiernos. De todos estos polvos, estamos ahora encenagados en lodos nacionales mucho más tóxicos.

Cuando el ya entonces catedrático de Filosofía desde 1996, Agapito Maestre, vivía en Almería, en el hábitat aún fresco de la tela de araña tejida por el régimen socialista andaluz desde 1982, no sabía que uno de sus destinos, quién sabe si el principal, que eso se sabe más tarde, iba a ser, no el resultar prendido de su red como muchos otros, no. Uno de sus destinos, que nunca están escritos gracias a la libertad, iba a ser el padecer la picadura misma de una de las arañas judiciales-universitarias del régimen que enredaba en el Sur, sin que, a su veneno, ojo, fuera ajeno el PP de Almería y algunos de sus gerifaltes. "Si fue araña, fue de España", proclamaba la Zahara cervantina en Los baños de Argel.

Pero la red andaluza tenía y tiene sus extensiones en España toda y tampoco en Madrid estuvo protegido de la picadura. La trama tentacular que ha arruinado el país también envolvió la actividad del filósofo en Madrid, empujado por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) a la Universidad Complutense sin que un Estado impotente encontrara el modo de proteger al ciudadano.

En este caso, ciertamente, no todo el PSOE estuvo de acuerdo en la picada —las figuras de Enrique Múgica, Francisco Fernández Marugán y otros lo atestiguan, incluso UGT—, como tampoco todo el PP ni muchos miembros de otros partidos, se alzaron ante la fechoría. La mudez de casi todos los rectores universitarios fue atronadora, por decir la mayor.

Pero sí es ajustado a verdad decir que el intento de personicidio de Agapito Maestre fue consecuencia del nefasto sistema político-judicial-universitario consagrado en esta nación de existencia cada vez más amenazada. Llamemos personicidio al acto de acabar con la vida esencial de una persona, de un ser humano máximamente libre y digno, como bien ha enseñado el personalismo en gran parte por acción comprometida de uno de sus divulgadores en España y epiloguista de este libro, Carlos Díaz.

¿Qué fue lo que le pasó a Agapito Maestre para suscitar la reacción defensora de pensadores como Jürgen Habermas, Edgar Morin, Gustavo Bueno, Gabriel Zaid, César Cansino, Edurne Uriarte o Fernando Savater entre muchos otros escritores y periodistas, como el añorado César Alonso de los Ríos, Federico Jiménez Losantos, Carlos Herrera o el mismo Mingote, sin agotar aquí la lista? ¿Cuál fue la flagelación que sufrió hace más de veinte años, tormento que ha merecido esta detallada, minuciosa y meritoria excavación histórica?

En resumen, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía despojó de su cátedra en la Universidad de Almería al catedrático de Filosofía, Agapito Maestre, cátedra obtenida y ejercida durante seis años. ¿Motivo? Un defecto de forma, responsabilidad de la misma Universidad, que no del propio Maestre.

Esto es lo que desarrolla en este libro quién es su buen amigo, pero igualmente amigo de la verdad, Fernando Muñoz Martínez, al que conoció en los tiempos de la revista La Brecha (1995). De no ser por la institución democrática del Defensor del Pueblo, que ha demostrado el valor que podría llegar a tener si se la considerara más y obligadamente, el personicidio de Agapito Maestre se habría consumado.

Dice el autor de este libro: "El caso Maestre narra la expulsión sin paliativos de este profesor que alcanzara una cátedra de filosofía en la, por entonces muy reciente, Universidad de Almería. La forma de su defenestración permite ver la agusanada vida institucional del país. Y de ahí su virtualidad y su interés para estas páginas." Así es.

Para que nos hagamos una idea de la duración de la infamia, el año pasado una resolución del gobierno de Pedro Sánchez negó todavía la condición de catedrático a Agapito Maestre. Aunque este mismo 2019 el profesor Maestre ha recibido su habilitación como Catedrático de parte de la ANECA, el tema sigue sin estar resuelto. Aunque se resolviera ahora con un retraso irreparable –Agapito tiene ya 65 años—, nada puede ya hacer olvidar su expulsión de la Universidad de Almería y la pretensión de personicidio que la acompañó y continuó hasta hoy.

Aunque el libro hay que leerlo y a ello animo, no me resisto a anticiparles un episodio lacerante que muestra la espesura de la tela de araña andaluza. Agapito Maestre escribió en 2002 un artículo en el que defendió la idea de una España nacional compartida con Manuel Jiménez de Parga, presidente del Tribunal Constitucional en el año 2002, frente a su derivada socialista ya entonces hiperautonómica y camino de la "nación de naciones", con consecuencias universitarias, esgrimida por Elisa Pérez Vera, vocal del mismo Tribunal a instancias del PSOE (II).

En el primer libro sobre la tela de araña andaluza, usaba yo la expresión "tráfico de coincidencias" para referirme a las muchas que salpicaban de familiares, amigos y afiliados al PSOE las instituciones, los entes, las empresas y las Fundaciones de la Junta de Andalucía. Pues tómese como otra coincidencia el que Elisa Pérez Vera, dos meses después de aquel artículo, desestimara el recurso de amparo (III) de Agapito Maestre ante el Tribunal Constitucional que acabó desahuciándolo de su cátedra hasta hoy mientras la magistrada subía escalones hacia las altas instancias del Estado (IV).

No avanzaré más contenidos de este libro de necesaria lectura salvo una referencia al lamentablemente desaparecido Gustavo Bueno y su caracterización del caso Agapito Maestre. Cuando se comparó su calvario con otros sufridos por José Luis López Aranguren, Enrique Tierno o Agustín García Calvo, el filósofo asturiano replicó:

No, de eso nada. Lo de Agapito es mucho más grave. Ellos habían participado en actos que estaban prohibidos por el régimen. Es decir, ir al frente de una manifestación en vez de impartir clase era ir en contra de la norma de aquella época, independientemente de que aquella norma fuera justa o injusta ¿me entiende? Aquí no, aquí no ha habido nada de esto. Agapito ha ido a clase, ha cumplido con sus obligaciones, se ha comportado con absoluta rectitud. Su único pecado ha sido ser un hombre libre, un intelectual libre de los pocos que quedan en este país

Terminaré considerando brevemente los avíos restantes de este libro que le hacen ser un alimento espiritual de primera calidad: el prólogo del profesor Sosa Wagner, la Introducción del autor, el profesor Muñoz Martínez, el epílogo de Carlos Díaz y el apéndice documental.

Del prólogo de Francisco Sosa Wagner, además de su crítica a la esterilidad universitaria vigente y su apuesta por una Universidad "irrentable" y sospechosa para el poderoso, quiero destacar su mención de la calumnia en el caso de Agapito. Relaciona su caso con la descripción que de la calumnia aparece en el libreto de El Barbero de Sevilla, de Cesare Sterbini Romano, sobre la música bien española de Rossini.

Si en la ópera dice el personaje Basilio que la calumnia era un "vientecillo" (V), Sosa Wagner asegura que la sufrida por Maestre es "un auténtico huracán, desconsiderado, descarado y para colmo cínico porque muchos de quienes le han perseguido han estado o están en la política enarbolando la bandera del progreso y de las libertades."

Remata la faena con lo que decía el labrador lamentándose: "Lo peor no es que orinen sobre mí, lo peor es tener que decir que llueve". Y apostilla:" Y, así, con Agapito". Pero no, no, porque éste nunca consintió en fingir que llovía.

De la Introducción de Fernando Muñoz querría resaltar que el caso de la expulsión universitaria de Maestre y su purgatorio es considerado como una señal clara de que vivimos en un país en ruinas. Escribe: "Me refiero fundamentalmente a la ruina nacional de un Estado que, como toda máquina o artificio, se nutre de una vida real, de una vida constituida antes y al margen del propio Estado: es la vida de la patria."

Esta ruina de España es la ruina de sus fundamentos, la lengua común, la herencia transmitida, un horizonte compartido por encima de las diferencias parciales. Y es su ruina institucional, añado yo, con la Justicia y la educación al frente. "Esa desnacionalización tiene la forma de una discontinuidad buscada y en buena medida lograda por las fuerzas políticas y culturales que han gobernado nuestra democracia", culmina. Y así, con Agapito.

El epílogo del filósofo Carlos Díaz, otro de nuestros heterodoxos desafortunados (antes figurar como heterodoxo concedía valor e incluso posición), es tenso e intenso. Para mí, además, es personalmente evocador porque, aunque nunca nos conocimos, participé en la aventura de la editorial ZYX, luego ZERO, en la que siempre tuvo un papel destacado y en la que publicó algunos de sus libros.

Carlos Díaz, me parece, traza su relación de semejanza con el caso de Agapito Maestre: "Sencillamente la historia no vino a visitarme, dejándome en el puro limbo, esfera de irrealidad que ni existe ya en la teología católica. Ni el consuelo me queda de vivir una ausencia despectiva, antes al contrario: se trata de una inexistencia conyugal, como si los demás se hubiesen puesto mi pijama y no tuviese almohada donde reclinar la cabeza, ni camastro alguno donde seguir soñando las utopías que ayer compartimos e incluso lideramos en cierto modo".

Quiero destacar que, en favor de Maestre, Díaz denuncia: "Cada día salen a la luz más y más indecentes indignidades, ha reventado el odre de la Universidad. Los máster se regalan o se compravenden, las Universidades patitos premian a sus clientes, y los títulos valen una mierda pinchá en un palo. Compraventa de lo sagrado, simonía. Ni Aristóteles aprobaría una adjuntía en este sistema nepótico. Las cátedras se heredan, los cargos se subastan, que llueva que llueva, la virgen de la cueva".

En realidad, todo su epílogo debe ser leído. Es una invitación a constituirnos como personas libres antes que como cosas manipuladas y manejables. La libertad, en realidad, es el espíritu que inunda todo este libro.

Nos queda por recomendar el apéndice, un apéndice documental que pretende reflejar en cierta medida la repercusión pública del caso Maestre. Animo especialmente a examinar y disfrutar las viñetas del maestro Mingote y a recuperar el Manifiesto de los 400. Si alguien compra este libro, comprenderá por qué la libertad es difícil, pero entenderá también por qué es amable. Y así, Agapito.


(I) Fernando Muñoz Martínez nació en 1967 en Madrid. Doctor en Filosofía y en Sociología, en ambos casos por la Complutense de Madrid. Profesor de filosofía en la educación secundaria desde el 93 y desde hace 16 años profesor del Departamento de Metodología y Teoría de la Facultad de CC.Políticas de la Complutense. Escribe una columna semanal en El Imparcial desde hace algo más de un par de años y en la revista "Pensamiento". Hace casi treinta años participó, con Agapito Maestre como director, en la revista "La Brecha", momento en que se gestó la amistad.

(II) El padre de Elisa Pérez Vera fue Antonio Pérez Funes, abogado y secretario del ayuntamiento de Santa Fe (Granada). Según la Fundación Pablo Iglesias, fue miembro de la UGT y afiliado a la Agrupación Socialista de dicha localidad. Perteneció a los Comités Directivos de la UGT y del PSOE en la provincia de Granada. Dentro del Partido estuvo alineado políticamente con Indalecio Prieto. Nada de extraño tiene pues que esta catedrática, ella sí, de Derecho, haya desempeñado numerosos cargos impulsada por su cercanía familiar e ideológica al PSOE. Dice la Fundación que fue asesinado en 1936 como consecuencia de la represión franquista pero, en realidad, puede verse hasta en Wikipedia que murió en 1969 de muerte natural si bien el franquismo lo inhabilitó para el ejercicio de la abogacía. Que un error así pueda difundirse es trágico, pero nadie parece haber reparado en ello. Ni la propia Elisa Pérez Vera.

(III) Los detalles de este recurso y la identidad de todos sus protagonistas están muy bien recogidos en el libro. El caso del finalmente rector de la Universidad de Almería, Pedro Molina, que fue quien originó que se retirara la cátedra a Agapito Maestre, es especialmente sangrante porque una de sus últimas hazañas fue tratar de impedir que los periodistas preguntaran a Susana Díaz. Sin comentarios. Además, fue señalado en el Times como protagonista de corrupción en la Universidad de Almería y llegó a otorgar un "honoris causa" a un imputado por la juez Alaya.

(IV) Otras notables coincidencias fueron que lograra ser la encargada de redactar borradores de sentencias favorables si bien fallidas sobre el Estatuto de Cataluña y sobre la legalización de Bildu.

(V) "Escuchadme y callad./La calumnia es un vientecillo,/es un aura muy gentil,/que insensible, sutil,/con ligereza, suavemente,/empieza,/empieza a murmurar."(Acto Primero, Escena segunda)

En Cultura

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