Andrés Amorós recomienda esta semana Cartas desde el gulag: Julián Fuster Ribó, un español en la Unión Soviética de Stalin (Alianza editorial), de Luiza Iordache Carstea. Cuenta la historia del cirujano catalán Julián Fuster Ribó, el "español Fuster" que menciona el Premio Nobel de Literatura Alexander Soljenitsin en su libro Archipiélago Gulag.
Luiza Iordache da a conocer la historia de los españoles que como él llegaron a la Unión Soviética llenos de ilusiones y terminaron en cárceles y campos de concentración soviéticos. Entre 1940 y 1956 pasaron por ellos 345 republicanos españoles, entre los que había niños de la guerra, militantes comunistas, maestros, pilotos o marinos.
Julián Fuster era un médico militar, cirujano catalán, que luchó durante la Guerra Civil en el bando republicano. Al acabar el conflicto, pasó a Francia y fue acogido en el campo de Saint Cyprien. Lleno de ilusión, decidió ir a Rusia. Poco a poco se fue desilusionando y el desengaño fue terrible.
Fue detenido, acusado de "desfalco en un banco". Fue torturado en Lubianka y terminó por firmar una confesión. Lo internaron desde 1948 a 1955 y fue testigo de la rebelión de presos en el campo de Kengir que terminó en una masacre bajo las cadenas de los carros de combate soviéticos. Logró liberarse por una amnistía.
Tras su traumática experiencia en Rusia, volvió a España en 1959 pero, al no encontrar trabajo, decidió ir a Cuba. Sus críticas a Fidel Castro no fueron bien recibidas y terminó por viajar al Congo con la Organización Mundial de la Salud, donde pasó tres años. Volvió definitivamente a España en 1964, se instaló como médico Palafrugell y se hizo muy amigo de José Pla.
El libro se basa en cartas (por vía oficial y clandestinas), e incluye dos textos más: una carta sin sobre a Nikita Jruschov, que supone una denuncia terrible de los crímenes comunistas; y el Testimonio del paraíso comunista, que se resume en "yo ya estoy de vuelta".
El libro plasma sus ideas:
"Lo extraño no es que no hubiésemos muerto, sino que no nos hubiésemos vuelto locos" (pág. 232)
"Es un pueblo de esclavos que solamente se puede dirigir con un látigo. Se crean colas para comprar las cosas más impensables: tinta, candados, cepillo de dientes, etc. Es el país de las colas. Preferiría que me fusilaran en España que vivir en Saratov" (pág. 109).
"Todos callan. Los derechos no existen. Cuenta esto hasta al criminal Franco, ya que es ante todo un español y no vende a los suyos" (pág. 125).
"En el año 1917, la Revolución acabó con la aristocracia y la gran burguesía; en 1930, se erradicó la pequeña burguesía de la ciudad y del campo; en 1937 se coronó la extirpación de los disidentes del partido. ¿Quiénes eran, pues, los 10 millones de trabajos forzados que en los años 1948-1955 llenaban los campos de concentración? Gente del pueblo, otra no había en Rusia en esos años" (pág. 17).
Incluye una advertencia final: "Ya se imaginarán ustedes lo que me recorre el cuerpo cuando oigo decir que el peligro del comunismo es un fantasma inventado por el imperialismo. A quien así habla, que Dios le coja confesado. Yo ya estoy de vuelta… no deseo otra cosa que los que van estén pronto de regreso como yo" (pág. 230).
Luiza Iordache Carstea: Cartas desde el gulag. Julián Fuster Ribó, un español en la Unión Soviética de Stalin, Madrid, Alianza Editorial, 2020, 260 págs. ISBN: 978-84-9181-881-6