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Fernando Aramburu entrega el VI Premio Ribera del Duero a Marcelo Luján

El escritor argentino, residente en España desde 2001, se hace con el galardón cuentístico más importante del país por su obra La claridad.

El escritor argentino, residente en España desde 2001, se hace con el galardón cuentístico más importante del país por su obra La claridad.
Fernando aramburu (izquierda) junto a Marcelo Luján (centro) durante la entrega del Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve | Páginas de Espuma

Existen varios factores que hacen del Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve un galardón atípico. Para empezar, se trata de un certamen enfocado en el cuento en español, lo que, unido a su juventud —su primera edición tuvo lugar en 2009—, hace que su enorme prestigio internacional resulte una discordancia feliz en esta tierra en la que parece que sólo existe la novela. Aunque las cosas están cambiando, según informan entendidos en la materia. La narrativa breve tiene una raigambre profunda en hispanoamérica, que poco a poco ha ido contagiándose en la península hasta el punto de que más que un género menor se ha llegado a convertir en una especie de refugio para muchos escritores con verdaderas pretensiones literarias. Tampoco es de extrañar. De hecho, enormes cimas de la Literatura universal forjaron su prestigio buscando el K.O. antes que la victoria por puntos —como explicaría Cortázar para situar la frontera clara que separa a los cuentistas de los novelistas—, por lo que, en realidad, lo verdaderamente extraño es que no haya encontrado tierra fértil aquí durante tanto tiempo.

En ese contexto el Ribera del Duero funciona tanto como abono como recolector. Se trata sin duda de un incentivo para miles de autores de decenas de países, pero al mismo tiempo es una confirmación: el cuento en España tiene un presente poderoso. Las razones del prestigio del certamen son muchas, pero han quedado perfectamente resumidas durante la intervención del ganador de su sexta edición, Marcelo Luján, autor de La claridad y que ayer mismo fue laureado oficialmente después de cuatro meses de espera en el confinamiento de su casa: "Este premio es mucho más que su dote —con 50.000 euros, es el galardón de narrativa breve más generoso de España—. Ganarlo es un acontecimiento importantísimo debido a la cantidad de lectores a los que te hace llegar y a la enorme editorial —Páginas de Espuma— que te abre sus puertas. Para mí, tanto la editorial como el premio son las mejores de narrativa breve en español, lo que las hace también las mejores del mundo".

Preguntado entonces por el cambio de percepción del género en España, Luján no ha podido obviar una realidad que lleva gestándose desde hace décadas. "Yo soy argentino y escribo también novelas, pero el cuento es una necesidad. Siempre regreso a él porque es algo que tiene mucha historia allá y que nunca ha sido considerado un género menor en Argentina. De hecho, su técnica es complicadísima y exige mucho del buen escritor. Es posible que, de alguna forma, muchos autores latinoamericanos que nos asentamos acá hace tiempo hayamos contribuido a contagiar esa visión. Ahora yo te podría decir a decenas de compañeros, muchos españoles, que son enormes cuentistas. Pero el hecho de que entre los finalistas del premio más prestigioso de narrativa breve en español haya siempre mayoría sudamericana no me parece una casualidad". Las cosas empiezan a asentarse, sin embargo: en esta última edición, que ha crecido más de un veinte por ciento en participación con respecto a la anterior, más de la mitad de los manuscritos llegaron desde España.

Luján tiene muchos maestros. Considera que el cuento, más que latinoamericano, es panamericano —"hay cuentistas norteamericanos increíbles"—, pero si tuviese que destacar algunos se queda con los rioplatenses: "Quiroga, Borges, Cortázar, Onetti… No se puede dudar de su grandeza literaria". Españoles actuales prefiere no mencionar, por no "olvidarse de alguno y meter la pata", aunque defiende que las cosas ya no son como eran antes. "Ha habido una ruptura de las orillas", explica. "España e hispanoamérica siempre han estado muy conectadas pero ahora, con las nuevas tecnologías, todavía más. Lo que no podemos olvidar tampoco es que el elemento que nos tiene que unir siempre es nuestra hermosa lengua, que permite que nos enriquezcamos unos a otros de forma constante". Y ese ejemplo lo lleva a rajatabla en La claridad: una de las cosas que ha destacado Fernando Aramburu, presidente del jurado, es precisamente "su uso del español". "Si no sabes quién lo ha escrito, jamás dirías que es argentino", ha dicho, como forma de destacar la peculiar relación con la lengua de Luján y su concienzudo trabajo de escritor.

Un premio estrictamente literario

La labor de Fernando Aramburu como presidente del jurado se ha visto amenazada por la dificultad añadida que ha supuesto el coronavirus, más aún si se tiene en cuenta que el escritor vasco reside en Alemania. Durante la entrega de premios ha reconocido que llegó a temer por su ausencia, pero ha celebrado haber acudido al final, destacando sobre todo las principales características del libro que se ha llevado el galardón. "Desde las primeras páginas uno se da cuenta de que Luján es un autor bregado en el género, que sabe cómo tratarlo y que lo desarrolla con una maestría evidente", ha dicho. "Estos cinco cuentos —seis, si se tiene en cuenta el que ha sido añadido en un último momento— están perfectamente trabajados en todos los niveles: son imaginativos, audaces, demuestran un dominio del lenguaje muy notable y se desarrollan a lo largo de algunas decenas de páginas, lo que permite percibir la capacidad de su autor de mantener el pulso narrativo en todo momento. Además, todos ellos están cerrados de forma soberbia. No hay ninguna duda de que se trata de una gran obra literaria".

Con respecto al tema, Luján sólo ha destacado que sus relatos buscan "ese contrapunto de luz que se hace más evidente en la oscuridad". "Uno tiene que ser mestizo, que es una de las mejores cosas que nos pueden pasar. De mis lecturas rescato muchas cosas. No le tengo miedo a lo negro, incluso a lo terrorífico, pero me gusta jugar también con la fantasía. De todo eso se puede sacar después una visión humanizada". Aramburu, por su parte, ha dicho que "consiguen la difícil tarea de encontrar una armonía entre ellos, que no una unidad", y ha definido esa característica como una de las tareas más complicadas de lograr para cualquier autor que publique recopilaciones de cuentos. Más allá de todo eso, ninguno de los dos ha hablado demasiado. El presidente del jurado, eso sí, ha querido dejar claro que se trata de "un premio perfectamente justo", en el que él, personalmente, se ha sentido cómodo en todo momento y que, a diferencia de la fama que puedan tener otros galardones más veteranos, "ha estado basado exclusivamente en consideraciones técnicas y literarias".

Por último, preguntado por el próximo estreno de la serie de HBO basada en su novela Patria se ha mostrado impaciente: "La verdad es que yo he estado bastante apartado del proceso porque nunca me ha gustado estorbar. Pero puedo decir que lo que he visto me ha gustado mucho. Recibí muy pronto los guiones y les di el visto bueno enseguida. Creo que es una serie muy fiel a la historia original, con unas cualidades estéticas y narrativas impresionantes y con una interpretación de los actores muy destacable. Espero con confianza el estreno y acompañaré al equipo cuando llegue el día", ha concluido.

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