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Antonio Pérez Henares: "La ley de memoria histórica es un crimen contra la sociedad española"

El escritor acaba de publicar Cabeza de Vaca, una novela sobre el español célebre que recorrió antes que nadie la ruta hacia el oeste norteamericana.

Antonio Pérez Henares (Bujalaro, Guadalajara, 1953) repite mucho una frase que, en estos tiempos de grandes efemérides, cobra tal vez una mayor relevancia: "España siempre ha tenido quien la escriba, pero no quien la cuente". Se refiere con eso a la gran tradición de novela histórica, género consolidado en el sector editorial patrio, y a los incontables episodios de la historia española que han sido narrados por toda suerte de personajes —desde los propios protagonistas que los vivieron hasta figuras literarias e historiográficas de primer orden—, pero que, sin embargo, más allá de las páginas escritas nunca han encontrado acomodo en prácticamente ningún otro formato destinado al gran público. Él, por su parte, no se resigna. Hace bien poco publicó su última novela, Cabeza de Vaca (Ediciones B), y por la parte que le toca no puede estar más satisfecho. "La novela está yendo como un tiro", comenta al otro lado del teléfono. "Llevamos ya cuatro ediciones en menos de tres meses y, además, me acaban de confirmar que el próximo 22 de octubre estará disponible como audiolibro". Con respecto a la actualidad política y sanitaria del país no se muestra tan entusiasmado, sin embargo, y pese a que reconoce sentir cada vez mayores impulsos de alejarse del mundanal ruido, lo cierto es que ya está preparando un breve ensayo "sobre todo esto que estamos viviendo en estos momentos". Aprovechando la ocasión, hablamos con él:

Pregunta: Estamos celebrando el quinto centenario, tanto de la conquista de México como de la primera circunnavegación de la tierra. Sin embargo, tú publicas ahora una novela sobre Cabeza de Vaca, anticipándote una década a su gesta. ¿Por qué?

Respuesta: Pues la verdad es que no he tenido demasiado en cuenta las perchas históricas para publicar este libro, si te soy sincero. Ni siquiera había caído en que faltaba tan poco para su quinto centenario. De todas formas, no es algo que me preocupe demasiado porque, al menos a nivel literario, tanto de la vuelta al mundo como de la hazaña de Cortés han salido bastantes cosas. Aunque en el resto de disciplinas no, también es cierto. En cine, por ejemplo, con la cantidad de historias que podríamos sacar a relucir, no hacemos nunca nada. Pero se trata de algo que no es nuevo. España siempre ha tenido quien la escriba, pero no quien la cuente. A nivel institucional, por supuesto, no hay mucho que decir. Da igual que Magallanes nunca tuviese la intención de dar la vuelta al mundo, por ejemplo; que su propósito fuese llegar a las islas de las especias y regresar por el mismo camino. Tampoco que fuese exclusivamente Elcano el que ideó y llevó a cabo la circunnavegación. Evidentemente, que el portugués hubiese salido por patas de su país y que toda su empresa la realizase al servicio exclusivo de la corona española nos importa un comino. Pese a las evidencias, casi nos arrebatan la efemérides. Y sin el casi. Es algo muy elocuente. Que una de las mayores gestas de la historia de la humanidad, de la que se enorgullecen tanto nuestros vecinos que pretenden celebrarla como si la hubiesen hecho ellos, pase desapercibida aquí, habla bastante a las claras de cómo tratamos nuestra historia. Bueno… Por responder a tu pregunta, que me he desviado del tema un poco, con respecto a Cabeza de Vaca lo único que puedo decir es que llevaba queriendo escribir esta novela desde el año 2000, que es cuando realicé una de las siete rutas quetzal con Miguel de la Quadra-Salcedo y descubrí en profundidad al personaje. En aquella travesía seguimos sus pasos y lo cierto es que pude sentirle de cerca. Ver con los propios ojos las dimensiones de su hazaña cambió mi perspectiva. Al fin y al cabo, partió de España como conquistador pero terminó siendo un superviviente, esclavo de los indios y posteriormente considerado por ellos como el gran chamán blanco. El primer europeo que recorrió de costa a costa el sur de Estados Unidos, vislumbrando de paso la caza del bisonte. Lo que consiguió es impresionante. Fue el primer gran caminante de América.

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Antonio Pérez Henares y Miguel de la Quadra-Salcedo en una de las rutas quetzal

P: Su historia es bastante atípica. No se asemeja a la del conquistador que conseguía anexionar nuevos territorios a la corona. ¿En qué sentido la valoras tú?

R: Hombre, desde luego que es atípica, pero no sólo porque no coincida con otros conquistadores españoles. Sobre todo es atípica porque él mismo era un personaje fuera de lo común. Por un lado él siempre se caracterizó por ser un gran defensor de los indios. Aunque en eso nunca fue el único. De hecho, España siempre estuvo a la cabeza de todas las potencias colonizadoras en cuestiones de respeto a los pueblos conquistados. Bartolomé de las Casas era igual de español que aquellos que maltrataron a los indígenas, que parece que se nos olvida; y Junípero Serra también. Normalmente eran los clérigos los que siempre ponían en solfa los excesos de los conquistadores. Iban en calidad de comisarios porque su labor era hacer cumplir las leyes de la corona. El hecho de que Isabel la Católica prohibiese que se esclavizase a sus nuevos súbditos, porque así los consideraba, ya dice bastante del adelanto español con respecto a otras potencias vecinas. Lo que pasa es que Cabeza de Vaca fue excepcional por otros muchos motivos. Ya he dicho que fue un superviviente. De todos los soldados que se adentraron en la Tierra Florida a las órdenes de Pánfilo de Narváez sólo sobrevivieron cuatro —otros dos están en duda porque se quedaron a vivir en la Isla del Mal Hado con los indios y de ellos nunca más se supo—. Tanto él, como los capitanes Castillo y Dorantes, junto al esclavo negro Estebanico, protagonizaron un periplo impresionante. Lo más increíble es que lograran sobrevivir. Estaban desnudos, desarmados, solos, abandonados a su suerte en una tierra inmensa que no conocían, infestada de tribus belicosas, a merced del capricho de la naturaleza, y consiguieron sobrevivir. En eso tuvo mucho que ver la capacidad de liderazgo excepcional de Cabeza de Vaca. A eso me refiero cuando digo que fue un tipo fuera de lo común. Fue inteligente y carismático, con una capacidad de observación y comprensión que les salvó la vida en numerosas ocasiones a los cuatro, pues se ganó el respeto de las tribus que poblaban esas tierras. Terminó siendo considerado un gran chamán por todas ellas; respetado, acompañado y protegido en su viaje hacia el oeste en busca de algún asentamiento castellano. Claro, podemos decir que no conquistó nada, como Cortés —que sin lugar a dudas es el genio militar y diplomático más importante de la historia, por delante de Alejandro Magno, ya que logró sublevar a toda mesoamérica y conquistar el imperio terrorífico de los aztecas con unas fuerzas infinitamente inferiores a las del macedonio— pero aunque Cabeza de Vaca no conquistase nada, lo que sí que hizo fue descubrir lo que no estaba escrito. Fue el primer tío que atravesó todo el sur de Estados Unidos, desde Florida hasta el Pacífico. Se recorrió todo a pata y lo describió con pelos y señales. Evidentemente, su labor después fue crucial para que las sucesivas expediciones posteriores pudiesen ir asentándose por allí en los siguientes años.

P: Una pregunta. ¿Por qué la historia levanta tantas pasiones, nos interpela de esa manera y provoca tantos enfrentamientos incluso aunque hayan pasado siglos desde lo ocurrido?

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R: Pues porque somos seres humanos. La historia es nuestro relato común como especie. Pero eso es lo que estamos perdiendo. La estupidez que estamos haciendo es que estamos perdiendo eso. Las naciones, las civilizaciones, las culturas, están perdiendo su propio relato. Eso es lo jodido. Lo que yo veo es que las generaciones europeas actuales están perdiendo el relato de sí mismas. Y a la larga se acaba diluyendo incluso el relato de los seres humanos en su conjunto. Se está haciendo de tal manera el gilipollas que se está cuestionando el sentido de la propia humanidad. Si seguimos hasta las últimas consecuencias a ciertas corrientes animalistas y ecologistas actuales, terminaremos cuestionando la necesidad de nuestra propia existencia. Pero si el hombre es hoy hombre y ha sobrevivido y evolucionado tanto es porque en su día fue cazador. El revisionismo histórico de hoy en día arremete contra cuadros y obras de arte que no se corresponden con los nuevos preceptos culturales, por ejemplo. Siguiendo ese razonamiento acabaremos derribando Altamira, que al fin y al cabo es la representación de la caza y de la superstición humana. Dándole la vuelta a tu pregunta, a mí lo que me preocupa es que no nos sintamos concernidos por el pasado. Lo que hay ahora es una idea de que hay que acabar con todo lo anterior, porque representa al hombre impuro; y el camino hacia delante que nos queda debe centrarse en la fabricación de un hombre puro. De esa manera juzgamos nuestro pasado: con los parámetros de nuestro presente. Eso es lo que se está haciendo; y es verdaderamente atroz.

P: ¿Pero el hecho de que tanta gente sienta la necesidad de derribar el pasado no quiere decir, de hecho, que le interpela, que le parece importante? ¿No es preferible, en cambio, intentar darle únicamente la importancia que tiene, no más, para no acabar cada cierto tiempo repitiendo enfrentamientos cíclicos que se retroalimentan constantemente?

R: No. Lo que pasa es que ahora lo que hay es lo contrario. En España, al menos. Sobre todo por parte de la supuesta intelectualidad progre. Jamás la llamaré progresista porque en realidad son lo más retrógrado que te puedas echar a la cara. Igual que ahora el que más grita fascista es el fascista, el que se dice progresista es el más retrógrado y el que más está involucionando en el elemento más esencial, que es la libertad. Ellos no se sienten concernidos por la historia. No saben valorarla. Lo que se sienten es avergonzados. Y se sienten avergonzados prácticamente de ser lo que son: de ser españoles, de hablar la lengua española, de la historia de sus antepasados y de todo hecho que lleve tal nombre. Lo niegan todo. ¡Si niegan hasta la Reconquista! ¡Y luego creen que ellos son los progres! Le llaman facha a don Claudio Sánchez Albornoz, que fue el último presidente de la Segunda República en el exilio. Del descubrimiento de América lo único que dicen es que fue un genocidio; del descubrimiento del Pacífico también. Compran constantemente el mensaje negrolegendario de que España fue un Imperio genocida. Eso que pregonan aquellas otras naciones que no dejaron un indio vivo. Pues bien, si el Imperio español tiene algo es mestizaje. Porque era un Imperio a la romana, que convertía a los pueblos conquistados en súbditos y que a los nuevos territorios los consideraba tan parte de la corona como la península. Sin embargo, pese a todo eso, nuestra extrema izquierda es en estos momentos la adelantada mundial del ataque a España. Algo que no ha sido la izquierda en otro tiempo, además. Jamás verías a un Machado o a un Lorca pregonar lo que pregonan ellos. Ahora sí. Existe un odio llamativo hacia todo lo que tenga que ver con España, como si estuviera marcada por un pecado original que ya me dirán cuál es. Desde luego por el que están marcados ellos es por el sectarismo y la ignorancia. Tienen sus propios dogmas de fe en sus propias cátedras. Enseñan y aprenden una historia falsa, una ideología antiespañola más bien. Y así continúan, derribando todo lo que no conocen ni se esfuerzan por conocer.

P: ¿En algún momento podremos llegar a reconocer los grandes hitos del pasado junto a los grandes fracasos sin sucumbir a esa necesidad de derribarlo o edulcorarlo todo?

R: Claro. Lo que pasa es que lo de ahora no siempre ha sido así. Esto es nuevo. La interiorización de la Leyenda Negra, por ejemplo, es nueva. Hubo gente en el pasado, desde luego, que estaba en esas posiciones. Pero no nos engañemos. La visión negrolegendaria como corriente progre hegemónica es bastante reciente. En realidad no deja de ser otro factor que viene a demostrar el nivel que tenemos en España en nuestros dirigentes. Esta banda de mentecatos, con cuatro consignas delirantes, sin una sola prueba que las sustente, es la que está marcando los nuevos mandamientos teocráticos del progre. Estamos delante de una teocracia progre. Nunca como ahora se está viviendo un embate interno tan tremendo sobre lo que es la propia idea de nuestra nación. Antes había discusión, pero con un concepto básico de España compartido tanto por la izquierda como por la derecha. Se llamaba el Partido Comunista de ESPAÑA. El Partido Socialista Obrero ESPAÑOL.

P: Muchos localizan el origen de ese tabú en el miedo de la izquierda al posible resurgimiento del nacionalismo español.

R: ¡Pero qué tonterías son esas! Un francés, por decir que es francés, no es nacionalista. Por agitar una bandera francesa no es nacionalista. Por cantar La Marsellesa no es nacionalista. Y un español, por decir que es español, tampoco es nacionalista. Yo no tengo nada de nacionalista. ¡Qué leches voy a tener yo de nacionalista! ¡Si me parece la ideología más retrógrada del mundo! La que, además, teóricamente debería estar más enfrentada a la izquierda. Lo que sucede luego es que la extrema izquierda española lleva metida en la cama con el separatismo más reaccionario y retrógrado desde hace no se sabe cuánto ya. ¡Pero alguien ha leído lo que decía Sabino Arana!

P: ¿Cómo se come eso, por cierto, que la izquierda pregone el miedo al nacionalismo español pero respalde los nacionalismos periféricos?

R: Es que no se come porque no hay izquierda española, en realidad. Es mentira. Ya no hay izquierda española. Esto es otra cosa. La izquierda clásica en España ha muerto. Esto es un caudillismo populista. Son años de deriva. Del PCE ya no quedan ni las raspas. Pero es que la extrema izquierda, que en la Transición hizo tanto daño a la democracia, ha ido creciendo desde entonces. Los grupos terroristas, como el FRAP y como ETA, tienen ahora gente que los apoya y los aplaude. Si el señor Pablo Iglesias era el que se paseaba por las herriko tabernas y les decía a los separatistas que, efectivamente, tenían razón al decir que esto no es una democracia. Y alardea después de que su padre hubiese pertenecido a un grupo terrorista como el FRAP. Yo jamás diré, como Cayetana Álvarez de Toledo, que fue terrorista. Pero sí que fue miembro de una organización terrorista que hizo un daño inmenso en aquellos tiempos. Entonces, tanto la extrema derecha como la extrema izquierda nos pusieron en peligro mil veces. Y la extrema izquierda eran cuatro trastornados, eh. Cuatro descerebrados que dificultaron mucho la Transición. El día uno de mayo del 73, por ejemplo, asesinaron a cuchilladas a un joven policía en Atocha y desataron una represión terrible contra todos los que estábamos por allí. Eran cuatro gatos, te digo, que lo único que hicieron fue poner en riesgo la democracia y la libertad. Ahora odian la Constitución del 78 y le llaman Régimen del 78, como si siguiésemos en el franquismo. Y encima después se abrazan con los separatistas. Reivindican todas las naciones excepto la española. Todas, por muy ficticias que sean. Igual que también reivindican cualquier lengua excepto la común. Eso es lo que está haciendo la izquierda. ¿Tú has visto ahora lo del bable en Asturias? Por supuesto que cabe una gilipollez más. Caben muchas, muchas, muchas más. Y las vamos a seguir viendo. Yo cada vez más alejado de todo esto, porque me parece tal la deriva que llevamos que de lo que me dan ganas es de irme al monte y decir "ahí os quedáis".

P: Carmen Calvo acaba de anunciar que el próximo martes se aprobará una nueva ley de 'memoria democrática'. ¿Qué opinas tú al respecto?

R: Pues lo que ha habido hasta ahora desde luego ha sido una ley de mentira histórica, más que de memoria. Una ley contra la reconciliación entre los españoles. Y me temo que eso es lo que será también esta nueva ley. Mira, yo fui antifranquista. Y lo sigo siendo. Pero lo que han conseguido estos ahora al mover el cadáver de Franco ha sido terminar de desenterrar el franquismo. A mí me da mucha pena. Yo, por ejemplo, no comparto para nada las barbaridades que ha dicho hace nada Santiago Abascal: eso de que este es el peor Gobierno que ha habido en ochenta años. Es algo que creo que le inhabilita, así de claro. Yo sufrí la dictadura y combatí contra ella. Y jamás defenderé una dictadura. Otra cosa es analizar qué sucedió en los años 30, en el 36 y en la represión. Pero lo que sí tengo muy claro es que en aquel momento tan terrible de la historia de España hubo víctimas y verdugos en los dos bandos. Esto que hacen ahora desde la izquierda española es una cosa parcial y partidista. Una mentira, que solo quiere mirar la mitad de lo que sucedió. Además, lo que trata es volver a intentar levantar el odio entre los españoles. Algo que comenzó Zapatero. Y lo que más me entristece es decirte que lo han conseguido. Lo que creímos haber enterrado, el odio político entre los españoles, lo han vuelto a desenterrar ellos. Ese es el gran daño que el populismo zapateril ha traído a la historia de España. Ha reabierto las espitas del odio, después de revisar nuestro siglo XX de forma revanchista, con el convencimiento de que unos eran genuinamente buenos y otros genuinamente malos. Voy a ser rotundo: para mí la ley de memoria histórica es un crimen contra la sociedad española. Y lo jodido es que ya lo han logrado.

P: Un argumento muy utilizado es que el franquismo ya se encargó de juzgar, condenar y reprimir a los criminales del bando republicano —y no sólo a los criminales— pero que sus propios crímenes nunca han sido juzgados. ¿Qué opinas sobre eso?

R: Pero vamos a ver. ¿Alguien quiere leer el discurso de Marcelino Camacho para la aprobación de la Ley de Amnistía? El día de la Ley de Amnistía quién pidió encarnizadamente a todos los diputados el voto a favor fue él. ¡Que lo lean! El discurso de un comunista; de un líder obrero de los de verdad; de un antifranquista de verdad, que acababa de salir de la cárcel. Así verán lo que fue aquello realmente. ¡Pero por qué demonios tengo que vivir esto ahora! He vivido una buena parte de mi vida bajo el franquismo. Y he vivido con Franco encima de la cabeza toda mi vida. ¡Estoy de Franco hasta los cojones! Pero quienes sacan a Franco todos los días son ellos. ¡En los ochenta no había Franco, coño! Y en los noventa tampoco. A Franco lo han vuelto a resucitar esta banda de extremistas. Y lo han hecho únicamente para volver a resucitar el odio entre los españoles; para que los españoles voten con odio. Lo han sembrado y ya está entre nosotros. ¡Y las consecuencias pueden ser terribles, joder! Mira, a mí la gran lección de todo esto me la dio Buero Vallejo cuando me puse a hacer su biografía. Por lo general, es bastante conocido que estuvo a punto de ser fusilado en un par de ocasiones. Lo que no se conoce tanto es que su padre sí que fue fusilado, pero por los republicanos en Paracuellos. Hablando con él, como te digo, se puso a hacer memoria y a recordar aquellos tiempos en los que tuvo que vivir en las mismas condiciones en las que había estado su padre hacía bien poco, justo antes del "paseo"; y pensando en eso, en cómo dos simples personas que vivieron la guerra en bandos diferentes podían ser asesinadas en las mismas circunstancias y por las mismas nimiedades, me dijo: "Nunca más. Nunca más". Su visión era la de tantísimas personas: "Mejor lo dejamos todo por la reconciliación". La doctrina de la reconciliación nacional era la del Partido Comunista de España. Eso es lo que están rompiendo ahora. Eso es lo que inició José Luis Rodríguez Zapatero. Es una involución espantosa.

P: Intentemos redirigir la conversación nuevamente hacia tu novela poco a poco. De entre los políticos españoles actuales, ¿quiénes crees que se asemejan más al tipo de líder que fue Pánfilo de Narváez y quiénes a Cabeza de Vaca?

R: Pues fíjate lo que te digo: a Cabeza de Vaca ninguno, pero es que a Pánfilo tampoco. Los malos entonces eran bastante mejores que estos de ahora. El problema es que ninguno vale. ¿Qué han hecho para estar donde están? ¿Qué méritos verdaderamente importantes han cosechado? Ya te lo digo yo: ninguno. En el fondo eso explica bastante nuestra sociedad actual. Que Pedro Sánchez sea presidente da prueba de lo que es la ciudadanía española. Pero es que luego además ves al resto de políticos que aspiran a gobernarnos y te das cuenta de lo que es España en general. Nuestros representantes son el reflejo más mediocre de lo que somos, y es algo verdaderamente penoso. La verdadera tragedia de todo esto es que tenemos una memoria de pez asombrosa, e insulto a los peces cuando digo esto. Olvidamos de una manera tan ruin y miserable lo que ha sucedido hace dos días… Al final proliferan esos cuatro gilipollas de siempre hablando todo el día de Franco, pero de la memoria de ayer, la más reciente, no dicen nada. Nadie quiere recordar a los asesinados por ETA, ni las bombas, ni el terror. Memoria de pez. Las víctimas del terrorismo, sus familiares, sus tumbas, son escupidas a diario mientras se hacen pasacalles y fiestas en honor a sus asesinos. Memoria de pez. ¡Y el presidente del Gobierno gobernando gracias a ellos; el PSOE incluso gobernando con ellos en Navarra! No pasa nada: memoria de pez. Lo curioso es que ante todo esto, ¿crees que la ciudadanía española se rebela? Claro que no, porque tenemos memoria de pez. Hemos olvidado también la terrorífica crisis que acabamos de sufrir y en la que fuimos campeones del mundo en deterioro económico. Memoria de pez. Por supuesto, nos da igual estar entrando en otra. ¡Memoria selectiva! Es lamentable cómo algunos sólo se permiten recordar aquello que les conviene. Lamentable, lamentable. Memoria de pez con el separatismo catalán. En tres días hemos olvidado que esa gente dio un golpe de Estado antes de ayer, pisoteando la democracia española. ¡La joven e ingenua democracia española que le había dado a Cataluña todo, absolutamente todo lo que nunca tuvo en su historia! Pero ante la traición más terrorífica, memoria de pez. Hace menos todavía tuvimos Barcelona incendiada, con las fuerzas de seguridad acosadas y las noches en llamas. Memoria de pez. Todos están interesados en olvidar lo que les conviene. En el caso concreto de los separatismos vasco y catalán, evidentemente, es la izquierda la que no quiere recordar. Y la extrema izquierda ya, no es que no quiera recordar, es que forma parte activa de todo ese proceso aberrante. Por otro lado, si nos ponemos a mirar, a día de hoy no hay enemigo de España que no tenga un hueco en la televisión. Es difícil encontrar en las distintas cadenas a ciudadanos que defiendan el orden constitucional y la identidad nacional. A los que quieren derribar ambas cosas, sin embargo, parece que hay hostias por dejarles sitio. Por si no ha quedado lo suficientemente claro, lo que a mí más me preocupa de todo esto es esa memoria de pez que nos tiene maniatados. Es algo que nos va a costar carísimo, porque la desmemoria produce destrucción. Así que te lo tengo que decir: a mí me avergüenza la sociedad española. Me avergüenzan los políticos que nos representan; y me avergüenzan los medios de comunicación, que son profundamente responsables de todo lo que está sucediendo. Esta sociedad española tiene los ojos cerrados. Y claro, tiene en su mano abrirlos, pero no le da la gana hacerlo. Prefiere vivir en la mentira. Esa es la verdadera herencia de la dictadura de Franco. Ahora, igual que entonces, la sociedad española prefiere vivir en la mentira.

P: ¿Y no hay resquicio de esperanza? Como novelista, ¿qué enseñanzas crees que podríamos rescatar de aquella época de descubrimientos y conquistas que tratas en el libro? ¿Qué lección nos podría dar un Cabeza de Vaca para afrontar los retos que tenemos delante?

R: Bueno, yo ante todo diría que cuando entre los españoles ha existido unidad nos ha ido muchísimo mejor. España se conformó como nación precisamente entonces. Y efectivamente, esa unidad nos convirtió en una potencia hegemónica. De aquella época todavía conservamos el poderío de nuestra lengua, que hablan más de seiscientos millones de personas. Pero ahora manda cojones lo que estamos haciendo con ella, pese a que es nuestro mayor tesoro. Lo que pasa es que para conseguir unidad lo primero y más importante es conocer nuestra propia historia sin anteojeras de ninguna clase. Nuestro pasado no está exento de borrones tremendos y de personajes infames. Eso nadie lo debería negar tampoco. Para mí lo fundamental es mirar a la historia en su conjunto, entera, y desde luego no como el germen de un pecado original que nos tiene condenados a todos desde no se sabe cuánto. De todas formas cuando uno revisa estas cosas acaba llegando a la conclusión de que la lección más importante que nos da la historia es que jamás aprendemos de ella. Así es. La mayor lección de la historia es que jamás escuchamos sus lecciones.

P: Aún así seguimos escribiéndola. De hecho tú te has dejado en el tintero bastantes cosas asombrosas de la propia biografía de Cabeza de Vaca. ¿Te sientes con fuerzas para emprender una segunda novela?

R: De Cabeza de Vaca y de muchos otros. En algún momento regresaré a ese periodo, desde luego. Pero no sé de la mano de quién. Tenemos miles de personajes desconocidísimos que podrían protagonizar quince películas cada uno. Héroes que a lo mejor fracasaron, pero que tuvieron una historia maravillosa. Del Pacífico no conocemos a ninguno, por ejemplo. Pero es que cualquier capitán de entonces podría tener su propia serie. Así que sí, en algún momento regresaré a ese periodo. Lo que pasa es que ahora mismo tengo entre manos un ensayo centrado en nuestro presente más inmediato, por lo que esa novela que mencionas tendrá que esperar. Ya veremos hasta cuándo. De momento yo me voy al campo a trabajar en el libro que me toca ahora, que tampoco es moco de pavo.

Cabeza de Vaca. Antonio Pérez Henares. PVP: 20,80 euros. ISBN: 978-84-666-6750-0. Páginas: 512

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