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Los miedos más viscerales de un romano: fantasmas, fuego y revoluciones

Luis Manuel López Román publica La sangre de Baco, continuación de Oscura Roma, una novela histórica salpicada de elementos sobrenaturales.

El romano del siglo I a.C. era un ser temeroso… y no es para menos. "Era un mundo en el que, una vez se ponía el sol, había que encerrarse en casa porque podías acabar fácilmente muerto", afirma el historiador y filólogo clásico Luis Manuel López Román (Madrid, 1982). Era un mundo muy hostil y oscuro, con enemigos tangibles y otros del más allá. "Los romanos tenían miedo a los fantasmas, lemures que se llamaban en latín, y había muchos rituales para mantenerlos alejados. Temían al fuego, una de sus grandes obsesiones porque vivían en casas de barro y madera en las que si se prendía fuego podía arder el barrio entero. Tenían miedo a que los esclavos se levantasen contra ellos como ocurrió en alguna ocasión, y, por supuesto, a que los enemigos militares se plantasen en las puertas de la ciudad y amenazasen la estabilidad de Roma".

Luis Manuel López Román acaba de publicar La sangre de Baco (Esfera de los libros), la continuación de Oscura Roma, "una novela histórica con una base de investigación y documentación muy estricta, que introduce personajes ficticios y elementos sobrenaturales". Esta arriesgada apuesta de ficción, puede satisfacer –cree su autor– tanto al lector de novela histórica más estricto como al aficionado al género de terror o a las tramas de novela negra. Está ambientada en la Roma republicana, una época en la que la práctica de la magia y la preparación de pociones y venenos estaba perseguida por la ley, sin embargo, los magos y las brujas se ocultaban entre la gente corriente.

"Era un pueblo con muchos miedos y, por lo tanto, muchas supersticiones, con muchos rituales para protegerse", asegura López Román, que ha manejado documentación real de textos mágicos que se conservan "con hechizos, rituales y tablillas de plomo en las que se ponían maldiciones o encantos de amor, encontradas en todo el Mediterráneo". La separación entre magia y religión era muy difusa. "Para un romano, no existía o era mínima. Hay autores, como Cicerón, que sí reflexionan sobre sus diferencias, pero para un romano de a pie lo mismo le daba hacer un sacrificio a Zeus, que llevar un colgante en el cuello contra el mal de ojo o hacer un ritual mágico con una tablilla de plomo. Para ellos era una forma de relacionarse con el mundo de lo trascendental", explica el escritor.

La Roma que se describe en La sangre de Baco es de adobe, callejones oscuros y tabernas de mala reputación, la del hambre y la miseria, la que ha sido prácticamente ignorada por los cronistas de la época. "Los textos los escribían las clases altas, que eran los que tenían conocimiento para ello, y les interesaba reflejar su propio mundo: el de los senadores, los generales, las batallas, la política internacional… Muy pocas veces se metían a describir esa Roma de la plebe. En cuanto a la arqueología, era una Roma de barro y de madera, y con los siglos ha desaparecido. Solo se ha conservado la Roma de mármol y piedra".

Graves enfrentamientos políticos

El protagonista de esta novela es Marco Lemurio, un joven pícaro, movido por la venganza, que debe enfrentarse a todo tipo de criaturas ocultas para desentrañar el misterio de la desaparición de los niños de uno de los barrios más pobres de Roma, el de la Subura. Paralelamente, la trama se entrelaza con enfrentamientos políticos entre grupos de senadores y las luchas entre los distintos bandos, que sumen a la ciudad en un gran caos.

"Marco Lemurio está muy desencantado con la política, cree que es puro populismo y puro interés personal. Eso tiene mucho de mi propia visión de la política. La crisis de la República, en el siglo I a.C., refleja muy bien lo que estamos viviendo hoy día, con las clases políticas totalmente desconectadas de la realidad del pueblo. Entonces, solo buscaban satisfacer sus intereses y acomodarse en posiciones de poder mientras el pueblo se mataba en nombre de un bando u otro. En esta novela se ve la crisis de la República romana y esos enfrentamientos que terminaron en derramamientos de sangre masivos. Hoy en día, es similar. Partidarios de un partido y de otro se insultan y se enfrentan mientras que entre los propios políticos de partidos distintos hay una afinidad bastante estrecha".

El paralelismo entre nosotros y esta Roma es mayor de la que podemos pensar en un principio. "Seguimos siendo romanos, reímos, insultamos, amamos, bebemos, comemos como romanos. Nuestra vida ha sido continuar el legado de Roma, con algunos matices judeocristianos posteriores. El pilar fundamental de nuestra cultura, en todo el sur de Europa al menos, es Roma. En el momento en el que rascamos en nuestras costumbres, miserias o virtudes, hay un romano detrás", defiende López Román.

Luis Manuel López Román. La sangre de Baco (Saga de Marco Lemurio II). Esfera de los libros, 2021. Páginas: 488 Precio: 21, 90 euros

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