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Españolas en campos nazis: "Debido al trauma, algunas decidieron no contar jamás el horror que habían vivido"

Mónica G. Álvarez cuenta en Noche y niebla en los campos nazis la historia de once de las 400 mujeres españolas que fueron prisioneras.

De las 132.000 mujeres de cuarenta países que sufrieron el infierno nazi en campos de concentración, unas cuatrocientas eran españolas. La escritora y periodista Mónica G. Álvarez (Valladolid, 1979) ha recogido la historia de once supervivientes en Noche y niebla en los campos nazis (Espasa), su "pequeño y humilde homenaje a los que padecieron ese infierno para que su historia no se olvide ni se vuelva a repetir".

El título de este libro hace referencia al distintivo que los soldados alemanes adjudicaban a los prisioneros cuando llegaban al campo. "Nacht und Nebel (Noche y niebla) eran los que estaban destinados a desaparecer y morir allí. La noche sería la oscuridad de la muerte y la niebla ese humo que salía de las chimeneas del crematorio", explica Mónica G. Álvarez a Libertad Digital.

La escritora narra los padecimientos de Braulia Cánovas Mulero, Mercedes Núñez Targa, Elisa Garrido Gracia, Alfonsina Bueno Vela o Conchita Grangé Beleta. Casi todas fueron detenidas por las SS por colaborar con la resistencia francesa. "Tenían trabajos normales y corrientes para empresas que estaban bajo las órdenes del gobierno alemán en una Francia invadida. No eran espías, sino que pasaban información cuando obtenían algo, hacían de correo, ocultaban en sus casas a enemigos de Hitler o hacían labores de mecanógrafas pasando a máquina de escribir documentación primordial para la resistencia", relata la autora.

Fueron conducidas, en su mayoría, a Ravensbrück y, tras un tiempo, trasladadas a otros campos de concentración de Alemania, Polonia o Austria, como Saarbrücken, HASAG-Leipzig, Mauthausen, Bergen-Belsen o Auschwitz. A principios 1942, Olvido Fanjul fue detenida en una localidad cercana a Leningrado. Dio a luz a un niño al que llamó Dimitri, como el padre, pero a los tres meses se lo quitaron para destinarlo "al servicio de Hitler". No volvió a ver a su bebé. Después, fue trasladada a un campo.

Noche y niebla en los campos nazis se estructura en once capítulos, cada uno dedicado a la biografía de una mujer, contando su vida antes, durante y después del paso por los campos. "Una de las partes más duras ha sido contar los experimentos a las que fueron sometidas. Sufrieron una doble victimización por ser mujeres. Por un lado, sufrieron palizas, torturas y realizaron trabajos forzados, pero también fueron violadas. Se quedaban embarazadas y les practicaban abortos o las vaciaban directamente. A otras, las esterilizaban, les retiraban la menstruación inyectándoles líquidos", explica.

Testimonio de familiares

El uso de identidades falsas ha dificultado a la autora las tareas de documentación, basadas principalmente en los archivos oficiales, libros, artículos, reportajes y, sobre todo, en memorias personales y encuentros con familiares de las protagonistas: "Algunas de ellas, al salir de los campos, no tuvieron miedo de alzar la voz y dieron conferencias y charlas para inculcar valores de democracia y tolerancia. Pero otras, debido al trauma vivido, decidieron callarse y no contarle jamás ni a sus hijos los padecimientos, las tropelías y el horror que habían vivido. Eran incapaces de verbalizarlo porque psicológicamente estaban destruidas. Todas pasaron depresión, terrores nocturnos, insomnio, secuelas psicológicas y físicas hasta el final de sus días. Agradezco en el alma a esos familiares que han sido tan generosos de abrirse conmigo y contar sus historias".

"Todas tienen en común una gran fortaleza y un coraje extraordinario –reitera G. Álvarez–. Compartían las ganas de no morir y la lucha incansable contra el nazismo y por la libertad". Por eso, hasta cuando "los nazis las apaleaban y las trataban como animales, ellas se levantaban y hasta insultaban a los soldados".

Sabotaje como lucha

Neus Català, como muchas otras, luchó contra el enemigo sin armas: "Usaron el sabotaje. Reducían la producción de material armamentístico que tenían que fabricar diariamente y hacían cualquier cosa para adulterar la calidad de la pólvora. Sabían que ese material sería usado contra los aliados. Si evitaban que esas armas funcionasen, estaban salvando las vidas de los suyos. Era una forma muy inteligente de combatir al enemigo desde dentro".

La bilbaína Lola García Echevarrieta, a la que apodaban cariñosamente Charlie, era una mujer que "arrastraba a las masas y cautivaba a sus compañeras". "Fue la madre de todas en el campo, ayudaba en todo lo que podía y daba de comer a las que tenían menos que ella. Infundía sentimientos de fortaleza, les decía ‘venga, sois maravillosas, no van a poder con nosotras, vamos a ser libres’. Ese tipo de arengas ayudó a muchas mujeres a sobrevivir. Fue una cuidadora", recuerda la periodista.

El libro cuenta con 186 fotografías –32 son genéricas y 154 de los álbumes personales y familiares de las protagonistas, antes y después de pasar por esos campos–. "Las secuelas físicas fueron algunas terribles, alguna se quedó en silla de ruedas, pero las peores son las psicológicas, son las que nunca se curan. Nadie puede superar el Holocausto, solo se sobrelleva".

En deuda

Mónica G. Álvarez es autora de títulos como Guardianas nazis. El lado femenino del mal (2012), con diez ediciones y traducido en Italia; Las caras del mal (2015) y Amor y horror nazi. Historias reales en los campos de concentración (2018). Reconoce que se queda "bastante tocada" al finalizar sus libros por el horror que recoge en ellos, pero decidió publicar Noche y niebla en los campos nazis por "responsabilidad moral". "Me sentía en deuda con los superviviente y los fallecidos. La sociedad debe recordar para que no vuelva a repetirse". Por eso, insiste en la importancia de "educar a los jóvenes en el colegio y en las casas para que sepan que hubo un Holocausto terrible donde aniquilaron a miles de personas y que todo se debió al odio y la intolerancia".

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Violeta Friedman

No puede quedarse con una historia porque todas son sobrecogedoras, pero por la trascendencia que obtuvo, destaca la figura de Violeta Friedman, que, siendo una niña, fue integrada junto a su hermana Eva en el grupo de presas "útiles", mientras que a su madre y a su abuela las condujeron a la cámara de gas. Con catorce años Violeta era huérfana en el peor lugar posible. Al salir, dio conferencias sobre lo vivido y llevó al exjefe de las Waffen SS Léon Degrelle a los tribunales por negar el Holocausto. "Gracias a esa lucha judicial en los años 80, hubo un cambio en nuestro código penal sobre los delitos de odio. Es algo extraordinario".

Mónica G. Álvarez. Noche y niebla en los campos nazis. Espasa, 2021. ISBN: 978-84-670-6250-2. 512 páginas. P.V.P: 19,90 €

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