Menú
Pedro Fernández Barbadillo

Richard Evans, historiador del Tercer Reich: "Hitler se ha convertido en un sustituto de Satanás"

Evans analiza en su libro cinco teorías conspirativas relacionadas con el régimen nazi y su 'Führer', dos de ellas de origen izquierdista, el incendio del Reichstag por parte de los nazis y, sobre todo, la huida de Hitler de Berlín.

Evans analiza en su libro cinco teorías conspirativas relacionadas con el régimen nazi y su 'Führer', dos de ellas de origen izquierdista, el incendio del Reichstag por parte de los nazis y, sobre todo, la huida de Hitler de Berlín.
Richard John Evans, escritor | Crítica

El historiador británico Richard John Evans es uno de los mejores conocedores del Tercer Reich debido a su trilogía La llegada del Tercer Reich (2005), El Tercer Reich en el poder (2007) y El Tercer Reich en guerra (2011). Acaba de publicarse en España un pequeño libro titulado Hitler y las teorías de la conspiración (Crítica), en el que analiza cinco teorías conspirativas relacionadas con el régimen nazi y su ‘Führer’. El panfleto de Los protocolos de los sabios de Sión como origen de la creencia en un grupo de judíos que, de manera oculta, controla la sociedad; la ‘puñalada por la espalda’ para explicar la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial; y el vuelo de Rudolf Hess a Escocia por encargo de Hitler. Estas tres tienen su origen en la extrema derecha. Evans añade en su libro otras dos que son de origen izquierdista, el incendio del Reichstag por parte de los nazis y, sobre todo, la huida de Hitler de Berlín.

hitler-y-las-teorias-de-la-conspiracion.jpg
Portada del libro

El periódico Estrella Roja, del Ejército Rojo, publicó que Hitler se había suicidado en su búnker, pero antes de que acabase el mes de mayo de 1945, Stalin empezó a firmar que su enemigo había escapado. Al ‘padrecito’ le siguieron los partidos y la prensa comunistas en Occidente. Una de las diferencias entre Hitler y Stalin, según Evans, es que el dictador soviético fue un teórico de la conspiración convencido de vivir rodeado de traidores, mientras que el alemán no pensaba así. Durante décadas, afirmar que Hitler se había suicidado, que el Reichstag lo incendió una sola persona (el comunista holandés, Marinus van der Lubbe), o que los oficiales polacos fueron asesinados en Katyn por orden de Stalin acarreaba la acusación de ultraderechista o incluso de pro-nazi por parte de los comunistas y de sus compañeros de viaje.

Evans ha escrito este libro para defender a los historiadores y el conocimiento objetivo obtenido por métodos tradicionales. ¿Por qué sobre los nazis? Porque en todas las buenas teorías de la conspiración siempre aparece Hitler (o su hijo o su nieto) y porque en la política "es casi de rigor comparar a quienquiera que nos desagrade –de Donald Trump hacia abajo- con el dictador nazi".

P: La misma semana que leí su libro, vi en televisión una película sobre un comando israelí que perseguía a un asesino nazi; y además los anuncios de varias series sobre aspectos del Tercer Reich. A mi hijo le ha fascinado ‘Megaestructuras nazis’. ¿Cuándo vamos a dejar de ocuparnos de Adolf Hitler?

R: Dudo que alguna vez dejemos de hablar de Hitler. En una época de secularización creciente, se ha convertido en una especie de sustituto de Satanás. No era solo un déspota, era un asesino de masas que intentó conquistar toda Europa.

P: Me sorprendió que en la última página de su libro celebre que los directivos de las redes sociales tomen medidas contra los ‘conspiranoicos’. ¿No significa aprobar la censura y, sobre todo, delegarla en empresas privadas? ¿Dónde está el límite? Le doy un ejemplo: en octubre, un diario español insultó a un periodista por entrevistar en su programa de televisión a una viróloga china, Li-Meng Yan, que defiende el origen artificial del virus covid-19; en junio, ese periódico publicó una entrevista con la misma persona, elogiándola y afirmando que inspira a Joe Biden. ¿Cómo podemos confiar en los ‘controladores’ o los ‘vigilantes’ cuando ni siquiera se disculpan?

R: Nadie protestó cuando los directores de periódicos y revistas, los productores de radio y televisión y los editores de libros mantuvieron, en la medida de lo posible, los ‘hechos alternativos’ y las ‘noticias falsas’ excluidos de las publicaciones de las que eran responsables. Internet y las redes sociales han permitido a los teóricos de la conspiración y otros personajes similares eludir estos controles y estas comprobaciones. Por supuesto, hay prejuicios en todas partes, pero, por lo general, se mantuvieron bajo control hasta la era de Internet. Me parece adecuado que las empresas de redes sociales asuman la responsabilidad editorial de lo que publican y me alegra que esto haya comenzado a suceder.

P: En su libro, enumera personajes y grupos marginales de ‘conspiranoicos’ de extrema derecha -o simplemente codiciosos- que mantienen vivos los mitos y fraudes sobre el nacionalsocialismo. Pero en España es la izquierda la que habla constantemente de Francisco Franco y difunde mentiras ridículas sobre él y su régimen (como el cambio de hora oficial del país para complacer a Hitler, el asesinato de algunos de sus compañeros generales ...). ¿No hay un interés político de la izquierda en mantener vivos a los fantasmas nazis, fascistas y franquistas (como hizo Stalin al insistir en que Hitler estaba vivo)?

R: Dedico un capítulo completo a discutir las teorías de conspiración de izquierda sobre la quema del Reichstag la noche del 27 al 28 de febrero de 1933. Parte de mi tesis en este libro es que puedes encontrar teorías de la conspiración y ‘fake news’ en todos los sectores del espectro político. Stalin, después de todo, era un teórico de la conspiración fanático. En cuanto a los ‘hombres del saco’ políticos, hay más que suficientes alrededor y vivos hoy para que sea completamente innecesario que la izquierda los busque en el pasado.

P: ¿Cómo explica el crecimiento de las ‘verdades alternativas’ o las ‘teorías de la conspiración’ en los últimos años, en los que el acceso al conocimiento, archivos y libros de historiadores serios como usted se ha vuelto trivial? ¿Se debe a una crisis de confianza en las instituciones democráticas y en las minorías dirigentes de nuestras sociedades, desde, quizás, el fiasco de la guerra de Irak (2003), la crisis financiera (2008) y ahora el covid-19?

R: Sin duda, han influido el auge de Internet y las redes sociales, la difusión de las políticas de identidad ("mi verdad, tu verdad") y una creciente desconfianza hacia las instituciones democráticas. Los políticos sin escrúpulos como Trump, Bolsonaro, Johnson y Duterte han alimentado esta desconfianza.

P: Entiendo su defensa de los profesionales y el conocimiento formal, pero ¿no hay responsabilidad de las "élites académicas" en el origen de esta rebelión contra el ‘establishment’, sean partidos políticos o sean verdades históricas? Tenemos la posmodernidad de Foucault y la deconstrucción de Derrida; la corrección política; la ‘cultura de la cancelación’; la destrucción de estatuas de presidentes estadounidenses que poseían esclavos y de las de Churchill por racista cometida por grupos que, paradójicamente, admiran a los dictadores de izquierda...

R: Estoy de acuerdo en que el relativismo posmodernista sobre los hechos ha influido en socavar la confianza en la objetividad académica y la capacidad de descubrir la verdad sobre el pasado. Escribí sobre esto hace algunos años en mi libro In Defence of History. La 'corrección política' es, sin embargo, una frase utilizada por los conservadores cuando se quedan sin argumentos. Mientras que la ‘cancelación cultural’, al menos en el Reino Unido, la practica principalmente el Gobierno conservador, que está tratando de suprimir y de retirar fondos a la investigación histórica sobre la esclavitud y la trata de esclavos. En cuanto a los profesores, muchos de ellos han escrito libros malos, ¡pero también hay muchos buenos!

Temas

En Cultura

    0
    comentarios