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Pedro de Tena

¿La cabeza que decora el sepulcro de Menéndez Pelayo es la de Pablo Iglesias Posse?

De confirmarse que Victorio Macho utilizó la máscara mortuoria del líder socialista estaríamos ante un hecho inexplicado de la historia.

De confirmarse que Victorio Macho utilizó la máscara mortuoria del líder socialista estaríamos ante un hecho inexplicado de la historia.
Cabeza de Menéndez Pelayo en la escultura que decora su mausoleo. | Archivo

Para no alimentar la intriga, hay que decir desde el principio que hay quienes afirman que el rostro de Marcelino Menéndez Pelayo que corona la figura yacente con hábito franciscano que yace bajo el grupo de la Piedad vertical con la que forma el todo de su mausoleo en la catedral de Santander, no es en realidad el del pensador y crítico montañés sino el de Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE o, cuando menos, está volcado o creado a partir de la máscara mortuoria del primer líder socialista español.

De confirmarse que el alabado, y con mucha razón, escultor palentino Victorio Macho utilizó la máscara mortuoria de Pablo Iglesias, a la que tuvo acceso tras la muerte del líder socialista en 1925, para labrar la cara de Marcelino Menéndez Pelayo en 1956, estaríamos ante un hecho inexplicado e ininteligible en la historia del arte español. Falta una confirmación definitiva porque, aunque en algunos artículos aparecidos en la prensa española, se asegura que el mismo Victorio Macho había reconocido que la había utilizado porque, textualmente, "su parecido era enorme", ni en las Memorias del escultor ni en ningún otro libro o artículo que conozcamos, hemos encontrado la confesión explícita del artista.

En sus Memorias, al contrario, en el capítulo dedicado a sus mejores obras y también en el dedicado a sus amigos, asegura que veló el cadáver de Menéndez Pelayo en 1912, a quién conocía desde su infancia y al que regaló un primer busto en plena juventud. Parece que no tuvo acceso a su máscara mortuoria por decisión de Enrique Menéndez Pelayo, pero hizo después otras tallas y dibujos de la cara de don Marcelino.

Lo que sí es muy apreciable es el parecido que hay entre el rostro de Menéndez Pelayo en su mausoleo catedralicio con alguna de las esculturas que Emiliano Barral, que trabajo con la máscara mortuoria de Pablo Iglesias y era amigo de Macho, hizo de la cara del socialista. Sobre todo es destacable la que esculpió en mármol gris, porque hizo varias. También Victorio Macho tuvo acceso a ella porque la familia se lo permitió. Luego participó como escultor del jurado en el certamen que iba a decidir quién labraría el mausoleo madrileño de Iglesias en 1932.

Ciertamente, tuvo la oportunidad de considerar otras opciones puesto que desde Juan Bautista Folía al propio Mariano Benlliure habían dejado constancia escultórica de la cara de don Marcelino. Además de conocerlo personalmente, Macho había podido recurrir a famosos retratos del maestro como el de Joaquín Sorolla, Gerardo de Alvear o Pío de Ardanaz. También tuvo que tener a su disposición el archivo fotográfico de la Biblioteca Menéndez Pelayo o las famosas instantáneas de Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo (Kaulak).

La primera noticia que tuve del asunto fue la conferencia que, sobre la biografía de Menéndez Pelayo, dictó Mario Crespo López en la Fundación Gustavo Bueno (ir al minuto 6´12" de la exposición) el 5 de febrero de 2018. Aunque posteriormente, Crespo, ahora ya miembro de la Real Academia Española, escribió su biografía del "monstruo", como motejaban al santanderino sus amigos íntimos en calidad de muestra de su admiración por su capacidad y hondura, en ella no he encontrado referencia alguna a este suceso.

Explicó Crespo López en su citada conferencia que, en una ocasión fue a ver el mausoleo de don Marcelino en la catedral de Santander con un grupo de alumnos y un profesor cuyo sectarismo era tal que llegó a decir que la cara de la estatua era la cara de un "facha". Y precisaba Crespo que dicho "docente" ignoraba que esa cara no era la de Menéndez Pelayo sino la de Pablo Iglesias Posse, que había servido de modelo al artista.

O sea, que el profesor consideraba que la cara de Pablo Iglesias era la cara de un "facha", estupidez que sólo se le ocurre a quien valora a las personas por su apariencia puesto que en realidad ni Iglesias ni Menéndez Pelayo fueron nunca "fachas" según se entiende hoy. El primero fue fundador del PSOE en 1879 y el segundo fue un católico conservador, más liberal a medida que envejecía. Su amistad con Benito Pérez Galdós, y su defensa, son ejemplos decisivos de ello.

Traté de ponerme en contacto con Mario Crespo para preguntarle sobre el fundamento de su afirmación acerca de la decisión poco comprensible del escultor pero, a pesar de haberme facilitado un teléfono, resultó imposible hablar con él en un primer momento debido a los jaleos derivados del nuevo curso académico.

Tras una ligera búsqueda en la red, hallé un artículo de Irma Cuesta, publicado en El Comercio, El Norte de Castilla y tal vez algún medio escrito más, en 2016. En él se afirmaba con rotundidad que, en realidad, la cara de don Marcelino no era la suya sino la del fundador del PSOE, Pablo Iglesias, muerto en 1925 y de cuya máscara mortuoria extrajo el escultor Victorio Macho los mimbres esenciales para su escultura del rostro de Menéndez Pelayo.

Textualmente: "El mausoleo no tendría nada de particular si no fuera porque el rostro del insigne cántabro es, en realidad, el de Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE. El escultor, empeñado en hacer bien su trabajo (¿), copió la máscara mortuoria del padre del socialismo español porque, según dijo, ‘su parecido era enorme’. La interrogante es propia. Si lo dijo, no lo hemos encontrado hasta ahora.

Posteriormente, y así lo escribe en sus notas para la conferencia ya citada Mario Crespo, en La Nueva España, Elena Fernández-Pello recogía sus palabras: "Crespo subrayó que calificativos como ‘facha’ aplicados a Menéndez Pelayo son extemporáneos y contó que, mirando el rostro esculpido en su sepulcro, alguien comentó eso: que tenía cara de ‘facha’ sin saber que Victorio Macho, el escultor, había usado la misma máscara funeraria que en el de Pablo Iglesias".

Cuando se observa el rostro cincelado del yacente Marcelino Menéndez Pelayo en el sepulcro esculpido por Victorio Macho en la catedral de Santander o en el material gráfico disponible, a muchos nos parece que su semejanza con la imagen que exhiben las fotos que se conservan del maestro santanderino en su edad más avanzada es muy escasa.

Es más, resulta muy curioso y anómalo que tan pocos hayan reparado en que la cabeza de Menéndez Pelayo que yace en la catedral de Santander no tiene mucho que ver con la del escritor. Sin embargo, tiene mucho más que ver, incluso un gran parecido, con algunos retratos en piedra realizados a Pablo Iglesias por el escultor republicano y ganador del concurso para realizar su monumento funerario, Emiliano Barral, como ya hemos dicho.

Tan curioso o más es que ni en la catedral de Santander ni las dependencias de Turismo de la ciudad se tenga conocimiento de un hecho tan llamativo y, seguramente para muchos, escandaloso.

Para otros, sin embargo, como Víctor de la Serna, por ejemplo, cuando vio la escultura en yeso poco antes de ser trasladada de Toledo a Santander en 1956, la efigie era el vivo retrato del polígrafo. Es más, ABC recogía sus palabras textuales: "Se parece más que él", expresión que seguramente pretendía elogiar al escultor palentino, uno de los republicanos que volvieron a España a comienzos de la década los 50.

La muerte puede alterar decisivamente la fisonomía de una cara pero no hasta el punto de hacerla casi irreconocible. La figura del maestro, que parece forzadamente adherida al cuerpo vestido con atuendo talar, no recuerda en nada al don Marcelino de otras tallas, pinturas y fotos, salvo en que lleva barba y bigote y poco más. En eso coincide también Mario Crespo López y así lo ha reconocido a Libertad Digital.

Finalmente, hace unos días, y bien amablemente, el propio Mario Crespo se puso en contacto conmigo y me facilitó algunas fuentes orientativas que sustentaban su afirmación de que, en efecto, el escultor Victorio Macho decidió tallar el rostro de Marcelino Menéndez Pelayo para el sepulcro de la Catedral de Santander teniendo a la vista el modelo de la máscara mortuoria de Pablo Iglesias Posse.

Una de ellas es el trabajo fin de Máster de Patrimonio Histórico y Territorial de Patricia Gómez Camus, historiadora del arte e investigadora, que lleva por título Museografía en Santander: La ciudad y el cementerio. Familia Menéndez Pelayo, que puede encontrarse libremente y completo en una búsqueda sencilla de Internet, tal como me indicó el propio profesor Crespo.

En ese trabajo se dice textualmente:

…cuando falleció Don Marcelino, Victorio Macho, como era habitual en la época, quiso obtener la máscara fúnebre de Menéndez y Pelayo, a lo que su hermano Enrique se opuso enérgicamente ya que consideraba que era una falta de respeto. Así que Macho tuvo que conformarse con sacar unos meros apuntes a lápiz y construir su imagen. Años después, en 1925, falleció en Madrid Pablo Iglesias y en esta ocasión la familia si le permitió realizar la máscara. Cuando posteriormente encargó el diseño del monumento que albergará, finalmente, los restos mortales de Menéndez Pelayo, se encuentra con la falta de una referencia real de su rostro. Así que consideró que el molde que tenía de Pablo Iglesias se acercaba al rostro de nuestro ilustre… (Viadero, 1975: 171).

Como es de suponer por su referencia final, la autora se fundamenta en la obra de José Ramón Saiz Viadero, Guía secreta de Santander. Ante la tardanza en la recepción de un ejemplar, José L. González Pelayo, responsable de la Biblioteca y el Archivo José Ramón Saiz Viadero, me remitió las páginas digitalizadas de la Guía que guardan relación con nuestro asunto.

En la página 182, Saiz Viadero afirma:

También tomó apuntes y quedó sorprendido al comprobar el increíble parecido del rostro delgado y barbicano de Pablo Iglesias, con el de un Menéndez Pelayo envejecido prematuramente por la enfermedad que le condujo a la muerte. Pasaron los años y se pidió al mismo Victorio Macho que se encargara de erigir un monumento escultórico en la Catedral --en la nave del Evangelio— dedicado al erudito montañés: ideó representarlo yacente, con la cabeza apoyada en gruesos libros a los que había dedicado toda su vida. Y he aquí el dato de "Guía secreta": Recordando el singular parecido con Pablo Iglesias, se sirvió de la mascarilla de éste para realizar el túmulo de la catedral, donde el representante de un pensamiento de extrema derecha ofrece el rostro del izquierdismo militante en su tiempo, amparado por la catedral.

Puede comprobarse que la ideología políticamente correcta está bien presente en el juicio que emite acerca de Menéndez Pelayo

De ser cierto lo que se ha contado, Francisco Franco, el dictador, su esposa Carmen Polo y el nutrido séquito que estuvieron presentes el día que se trasladaron los restos de don Marcelino Menéndez Pelayo a su sepultura definitiva en la catedral de Santander, al amparo de un boceto en yeso del grupo funerario premodelado por Victorio Macho, seguramente no supieron que el rostro pétreo del intelectual que les había servido para dar fundamento al régimen instaurado en 1939 era en realidad el de Pablo Iglesias, fundador del PSOE.

Aunque Victorio Macho era un escultor reconocidamente republicano, volvió a España muy pronto, en 1952, de su estancia, que no exilio, iberoamericana. Pero nadie podía imaginar que, por las razones que fuese, hubiese decidido incrustar el rostro de Pablo Iglesias en la estatua yacente de Marcelino Menéndez Pelayo. Si la información es veraz, nunca trascendió nada.

Algunos lo considerarán meramente una anécdota sin mayor relevancia pero otros, el que escribe entre ellos, lo calificaría, cuando menos, de extrañeza incalificable. No se trata, desde luego, de juzgar la obra de arte en cuanto que tal sino en lo que la relaciona con la verdad, con la autenticidad, con la correlación de un personaje con sus propias facciones en un conjunto sepulcral.

¿Es admisible que el modelo para realizar el retrato en piedra de un hombre sea el rostro de otro, por mucho que se le parezca? Pero hay más: ¿Lo es que, como es el caso, el original utilizado corresponda a uno de los hombres más alejados del pensamiento y la vida del yacente, de un adversario político y moral?

Por abundar. ¿Es explicable tal comportamiento incluso para la familia socialista de la persona que lo inspiró? Todavía más lejos. Aún en el caso de que el artista hubiese querido simbolizar una ansiada fusión de dos Españas muy diferentes en un monumento colocando la cabeza de Pablo Iglesias en el cuerpo de Menéndez Pelayo o al contrario, si hubiese podido, ¿resulta calificable el hecho en sí mismo y en sus circunstancias?

Poca consistencia tienen las hipótesis que relacionan tal hecho, de ser cierto, con una broma ideológica macabra, con la venganza de un artista republicano (que nunca estuvo exiliado realmente y que fue amparado luego por el franquismo) o con otros motivos igualmente derivados de conjeturas sin anclaje en la realidad.

Quizá la explicación real sea mucho más simple. Tal vez, el escultor palentino no pudo disponer de sus estudios originales, de sus bocetos, de sus fotografías, de sus dibujos y apuntes por haberlos pedido durante la Guerra Civil, tras su marcha a Alicante y luego a América y cuando se le encargó el grupo escultórico en 1956 (fue inaugurado en yeso y finalmente acabado en 1958) decidió usar un rostro parecido que tenía a la mano, el de Pablo Iglesias.

Pero, por ello, lo primero antes de consolidar juicios, consideraciones y conclusiones, lo primero es confirmar, sin duda alguna, que, en efecto, Victorio Macho, el gran escultor palentino, autor del Galdós del Retiro madrileño, de su Unamuno, de su Benavente, de su Ramón y Cajal o de su Cristo del Otero, entre otras obras fundamentales, decidió que el rostro de Menéndez Pelayo en su sepulcro de la catedral de Santander fuese el de Pablo Iglesias Posse.

Puestos en contacto con la Real Fundación de Toledo, que conserva y cuida del Museo Victorio Macho, su documentalista Lola de Paz Escribano nos dijo no tener noticia alguna de que tal circunstancia funeraria fuese cierta. Sin embargo, se mostró abierta a recibir la documentación indiciaria que ha originado este artículo y así se ha cumplido.

Esperemos que entre todos podamos esclarecer un asunto que podría derivar de anécdota en escándalo o sencillamente quedarse en un fuése y no hubo nada.

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