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Pablo de Lora, sobre la 'ley trans': "Confío en que se den cuenta de que es inaplicable"

El Catedrático de Filosofía del Derecho conversa en Es la mañana de Federico sobre el fenómeno trans y la "cultura de la cancelación".

Federico Jiménez Losantos entrevista a Pablo de Lora

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El Catedrático de Filosofía del Derecho conversa en Es la mañana de Federico sobre el fenómeno trans y la "cultura de la cancelación".

Esta semana, los autores José Errasti y Marino Pérez Álvarez han sufrido un boicot cuando se disponían a presentar su último libro —Nadie nace en un cuerpo equivocado (Deusto)—en Barcelona. Un grupo de personas adheridas al "movimiento LGTBI" quisieron cancelar el acto por considerarlo tránsfobo. Y hasta allí tuvieron que desplazarse las fuerzas del orden para impedir la imposición violenta del criterio censor de los atacantes.

No es la primera vez que pasa algo parecido en España. Hace unos años, el catedrático de Filosofía del Derecho Pablo de Lora vivió algo parecido cuando se disponía a dar una conferencia en un centro universitario de la misma ciudad. Su pecado había sido publicar Lo sexual es político (y jurídico), un estudio exhaustivo sobre el tema que no le salvó de ser tildado, también, de tránsfobo. A raíz de aquello, se dispuso a dejar por escrito lo que no le habían permitido comentar en alto, y sacó a la luz su segundo libro, El laberinto del Género, más centrado en los pormenores jurídicos de la ley trans que proyecta el Ministerio de Igualdad.

Esta mañana, Pablo de Lora ha acudido a Es la mañana de Federico para conversar sobre la "cultura de la cancelación" y el "movimiento trans", enfrentado desde hace tiempo con el feminismo clásico y punta de lanza de los nuevos censores del siglo XXI. Para explicar por qué se comenzó a interesar por el asunto, De Lora ha comentado que tuvo una "epifanía" hace algunos años. "Una excompañera de clase, ginecóloga, me llamó porque en su clínica tenía un caso de objeción de conciencia, y quería saber mi opinión. El caso era que una mujer trans, con pene, quería ir al ginecólogo para sentirse realmente mujer, pese a que biológicamente era imposible que necesitase acudir allí".

Esa manera de actuar, primando lo sentimental antes que lo meramente práctico, le llamó la atención. Después, conoció el anteproyecto de ley trans, por lo que se dispuso a analizarlo utilizando sus conocimientos jurídicos. "El gran problema de la autodeterminación de género", ha explicado en antena, "es que, por tratarse de algo que busca evitar la estigmatización de las personas que realmente sufren lo que ahora se ha dado en llamar incongruencia de género, termina exigiendo cada vez menos". Al final, el único criterio que se acepta es el de la propia voluntad, sin pararse a pensar en todas las problemáticas que se derivan de allí.

Para él, el ejemplo en el que más fácilmente se ve hasta qué punto ese criterio no es acertado se está viendo en el deporte profesional. "Es muy llamativo que algunos no se den cuenta de la tremenda injusticia que es para las mujeres que personas con unas características biológicas masculinas puedan competir contra ellas por el hecho de autodefinirse como mujeres".

El otro problema derivado de la ley tiene que ver con la utilización de fármacos y de intervenciones quirúrgicas de manera indiscriminada. "En cualquier otro asunto médico, todo el mundo sabe que ese tipo de intervenciones son el último estadio al que acuden los doctores, ya que prefieren descartar primero cualquier otra opción". Pero los autoproclamados defensores de los transexuales opinan diferente. La ley trans desecha el criterio psicológico y permite que baste el informe de un endocrino para que el paciente pueda realizarse el cambio de sexo. "El anteproyecto de ley trans prohibe la terapia de conversión, por ejemplo. Es algo que a mí me parece desacertado porque lo primero que hay que hacer en casos como esos es descartar el trastorno psiquiátrico". De esa forma, el número de pacientes que pueden someterse a un tratamiento del que luego se arrepentirán crece exponencialmente.

Otro problema tiene que ver con la juventud. "Y aquí, hay que decir que la ley más pionera, en el peor sentido, fue la de la Comunidad de Madrid, promulgada por el PP". Ese tipo de cambios legislativos asientan la idea de que basta el sentimiento de una persona que todavía no tiene formado un criterio propio para llegar a conclusiones precipitadas. "Un adolescente, muchas veces, no sabe lo que le pasa. No tiene por qué tener disforia de género. En muchos casos, simplemente, puede ser homosexual. Este tipo de intervenciones precipitadas favorecen el llamado borrado de la condición de lesbiana, por ejemplo, porque, muchas veces, que una niña adopte roles masculinos no quiere decir que se sienta hombre".

A todo eso, hay que añadir el enorme peso de las modas entre los más jóvenes. "Es un fenómeno que ha estudiado muy bien Abigail Shrier en Estados Unidos. Y lo que su libro pone de manifiesto es que problemas de este tipo requieren de un enfoque terapéutico antes que farmacológico o quirúrgico". Para él, "el hecho de que influencers trans puedan hacerse virales en Youtube a base de recomendar a niños los mejores fármacos para el cambio de sexo debería suscitar la misma alarma que los fenómenos relacionados con la anorexia, por ejemplo. Son casos que deberían ser prevenidos de la misma manera".

Pese a todo, se muestra optimista. "Confío en que el péndulo comience a girar hacia el otro lado. Tal vez sea por falta de imaginación, pero se me hace imposible creer que vamos a llegar a un punto en el que baste la mera voluntad para cambiar de sexo en el registro civil. El cataclismo que provocaría algo así sería de tal magnitud que yo confío en que tarde o temprano se den cuenta de que es irrealizable. Creo que esta ley será una de tantas que se quedan sin aplicar".

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