Menú
Doce Apóstoles (VI)

Laura Riñón Sirera: "Creo en la humanidad de muchos seres, pero en el ser humano es difícil creer"

Sexta entrega de la serie "Doce Apóstoles". LD entrevista a la novelista y librera de Amapolas en Octubre.

Sexta entrega de la serie "Doce Apóstoles". LD entrevista a la novelista y librera de Amapolas en Octubre.
Laura Riñón Sirera, fotografiada para Libertad Digital. | David Alonso Rincón

La Arcadia existe, se llama Amapolas en Octubre y es una librería sita en Madrid, en Pelayo, 60, a tiro de piedra del palacio de Longoria y de la iglesia de San Antón. Fundó este espacio mágico, bibliófilo, popular y personalísimo Laura Riñón Sirera (Zaragoza, 1975), una azafata de vuelo que metamorfoseó en escritora –ha publicado tres novelas– y en una librera que, más que vender, receta literatura. Le sobra instinto, inteligencia y luz. Conversamos en su reino sobre lo humano de lo divino.

P: Señora Riñón, ¿cree en Dios?

R: Creo en Dios. Igual que creo en el Diablo.

P: Eso, ¿qué quiere decir?

R: Que tanto Dios como el Diablo están aquí, en nosotros. Creo en las personas buenas, en las malas y en la energía de la naturaleza.

P: ¿Y cómo son?

R: El Dios en el que creo, igual que el Diablo en el que creo, son personas que hacen el bien y el mal. Casi todo lo podemos definir a través del respeto. Cuando sientes respeto por los demás, eres buena persona. Cuando respetas la ideología, las creencias o el color de piel de los demás, eres buena persona. Cuando no juzgas ni etiquetas. Y cuando tus acciones o tus palabras están para ofender o para hacer daño, faltas el respeto a los demás y ahí está tu maldad. No hay que matar ni asesinar para ser mala persona. Puedes demostrar que eres muy mala persona con una sola palabra.

P: Tras recibir una bofetada, ¿hay que poner la otra mejilla o devolver el golpe?

R: Depende de quien te la dé. A veces, una bofetada te hace girarte y mirar hacia otro lado. Estoy pensando en la última bofetada que me dieron y, para mi suerte, no la recuerdo. A mí me ha funcionado, de un tiempo a esta parte, hacer invisibles a muchas personas. Si, realmente, lo que quieres es curarte tú, protegerte tú, haces invisible a alguien que no te interesa. Entonces, te deshaces de la palabra que te va a ofender o que pretende ofenderte. Y, si quieres hacer daño a alguien, hacerlo invisible es una de las cosas que más duelen. Hacer invisible a la gente que no nos interesa es una buena forma de atacar al enemigo. Y de vencer.

laura-rinon-sirera-ld-00006-recorte.jpg
Un momento durante la entrevista en la librería. | David Alonso

P: ¿Los últimos serán los primeros?

R: ¿En qué reino? (Risas) Yo, en mi clase, siempre era la última porque era muy alta. Nunca fui el número uno en nada y, sin embargo, soy el número uno en mi propia vida. Muchas cosas giran más en torno a la persona que a la comunidad. Para que una comunidad funcione, las personas deben funcionar individualmente. Es la intrahistoria de Unamuno. Si tú eres el primero de tu vida, al final, consigues que los demás lo vean o, al menos, lo crean.

P: ¿Hay que amar al prójimo como a uno mismo?

R: Hay que amarse a uno mismo para poder amar al prójimo. Es una cosa que he pensado mucho. He viajado por todo el mundo, y es raro que yo no entre en una pagoda, en un templo budista o en una catedral. Son lugares en los que hay una paz y una calma que me encantan. Para eso se crean: para estar contigo mismo, con tu esencia y con tus creencias, sean las que sean. ¿Eso es la religión? Creo en eso. Hablo con mucha gente, y creo que donde debemos poner el foco es en la filosofía. Porque nos enseña mucho acerca de nosotros: de la soledad, del silencio… Cuando hay mucho ruido fuera es porque hay mucho ruido dentro de nosotros. Tenemos que aprender a lidiar con eso y hacer un trabajo de introspección para el que no está preparado todo el mundo, porque eso duele.

P: ¿El dinero es un dios más fuerte que el amor?

R: No hay un dios más fuerte que el amor. El amor lo mueve todo. Si hay una razón por la que estamos aquí, es por el amor. El amor por lo que sea: a las personas que queremos, el amor romántico, el amor a la cultura, a la literatura, a la música… todo eso que nos hace vibrar.

P: ¿La verdad nos hará libres?

R: Depende. ¿Cuál es tu verdad? Creo que la única verdad es la propia, y tienes que defenderla siempre sin ofender la creencia del que está en frente.

P: ¿Y la literatura?

laura-rinon-sirera-ld-00005.jpg
Laura Riñón Sirera, fotografiada en Madrid. | David Alonso.

R: La literatura debe ser libertad. No hay más. Si, el que escribe, escribe libre, el lector debiera leerle también porque es libre. Tenemos la suerte de que ahora podemos escribir sobre lo que nos dé la gana, y tenemos a nuestra disposición toda la literatura que queremos. No hay que trapichear ni buscar libros en el estraperlo. Sin embargo, parece que cuesta más llegar a la literatura. Porque no tenemos la necesidad de encontrar respuestas. Por eso vuelvo a la filosofía, porque lo que hace es buscar respuestas para muchas preguntas.

P: ¿Qué pecado nunca debiera cometer un escritor?

R: Creerse que es bueno.

P: ¿Y un prescriptor de libros?

R: Infravalorar al lector.

P: ¿Cree en sí misma?

R: Sí. Por encima de todo lo demás. Conozco mis puntos flacos y los sé disimular.

P: ¿Alguna vez dejó de hacerlo?

R: Muchas. Muchas más de las que he creído en mí misma. Si tengo 47 años, 45 no he creído en mí y dos he creído en mí (risas). He aprendido a creer en mí porque he querido mejorar. Se trata de eso: querer mejorar para ti, no para los demás. Ser tú al margen de lo que opine el mundo. Es la lección que mejor he aprendido: el saber cuál quiero que sea mi sitio sin pisar a nadie, sin tener que ofender a nadie, sin hacer daño. Creer en uno es trabajarse muchísimo, y no todo el mundo está dispuesto a ello.

P: ¿Cree en el ser humano?

R: Creo en la humanidad de muchos seres, pero en el ser humano es difícil creer.

P: ¿En qué creyó alguna vez y, a partir de un momento equis, dejó de creer?

R: En el dios de la religión cristiana. Creí hasta los 24 o 25 años. Iba a misa los domingos y rezaba todos los días. Un día, me pregunté: "Este señor, ¿quién es?". Y, más que dejar de creer, lo transformé en otra cosa distinta. No puedes dejar de creer en algo que, al final, te ha ayudado. El dios que las religiones han creado es un dios para agarrarte, para dar esperanza y para generar culpa. "No puedo hacer esto; si lo hago, Dios me castiga". Cuando eso te da igual, porque tú estás aquí y ahora, y sabes que si le pegas una bofetada a un niño, o si engañas a tu pareja, sabes que hay algo que no está bien porque alguien va a sufrir, te das cuenta de que ese libre albedrío, esa capacidad de elegir, quizá no sólo dependa de un dios etéreo. Entonces, eso lo transformé en otra cosa y soy más feliz. La finalidad es vivir una vida libre de culpas, de castigos. Sigo diciendo que el respeto es la palabra central. Imagina que todo el mundo respetara al de al lado.

P: Se arruinarían muchas personas.

R: No quiere decir que no discutas. Me encantan las discusiones que me aportan algo. Discutir no es pelear. Me encanta la retórica, preguntar y cambiar de opinión. Creo que cambiar de opinión es lo más sano que hay en este mundo. Yo respeto a muchas personas y entiendo que ese dios mío está en una canción de Van Morrison, en una novela de Paul Auster o en una puesta de sol en Cádiz. Ese dios está en todas las cosas bellas.

P: ¿En qué no ha creído nunca?

R: En los extremismos. Y en la honestidad política.

P: Y, finalmente, ¿en qué no cree y le gustaría creer?

R: En la paz mundial. Suena muy a concurso de televisión, pero es verdad. Creo que es imposible alcanzar esa paz, me gustaría creer en ella, pero es imposible. Porque hay muchos seres humanos…

P: ...e inhumanos.

R: Humanos e inhumanos. La paz mundial es una idea muy bonita, muy especial, pero no es posible.

laura-rinon-sirera-ld-00003.jpg
Un momento de la entrevista. | David Alonso

En Cultura

    0
    comentarios