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Carmen Posadas desvela su tronchante experiencia con el espionaje ruso y sus espíritus

La escritora presentó en Es la mañana de Federico su libro Licencia para espiar.

Hablemos con Ayanta: Con Carmen Posadas

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La escritora presentó en Es la mañana de Federico su libro Licencia para espiar.
La escritora Carmen Posadas, en esRadio. | Luis Fernando Quintero
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Carmen Posadas ha recogido en Licencia para espiar (Espasa) la historia de las mujeres que se han dedicado a las labores de espionaje desde la antigüedad hasta nuestros días. Tras realizar una investigación minuciosa, compone un relato entretenido sobre féminas como la bíblica Rahab; la Balteira, la juglaresa gallega que se vio envuelta en mil y una intrigas durante el reinado de Alfonso X; o Caridad Mercader, envuelta en uno de los complots más importantes del siglo XX. La escritora pasó por los micrófonos de esRadio para contar más detalles sobre su libro.

La propia Posadas vivió en su propia piel la experiencia de ser objetivo del espionaje soviético, como contó en Es la mañana de Federico: "En los años 70, en la época soviética dura, destinaron a mi padre a Moscú. Fue un horror para mi madre. Llegamos en agosto y yo me casaba en octubre. La casa era una ruina y por más que llamábamos, nadie venía a arreglarla. La secretaria nos dijo que sólo se podía arreglar el problema si lo contábamos en el salón. Mi madre fue al comedor y empezó a decir ‘yo admiro profundamente a este país que ha puesto al primer hombre en el espacio, pero mi hija se casa y no consigo que venga ni un carpintero ni un fontanero’. Al día siguiente estaban todos allí. El milagro se produjo porque los micrófonos del comedor eran los mejores".

La escritora rememoró más anécdotas sobre esa etapa moscovita en la que cualquier paso que daban era conocido por los soviéticos. "A veces se invertían los micrófonos y de repente escuchabas tú a los espías", recordó entre risas. Posadas conoció a muchos espías - "hasta la cocinera lo era" – y explicó que la inteligencia rusa trataba de forzar el divorcio de los diplomáticos y embajadores extranjeros para emparejarlos con una agente, los llamados gorriones. "Usaban tácticas tronchantes. Ellos sabían que mi madre era impresionable así que nos contaron que la casa estaba encantada. Un día, mi madre oyó unos gritos lastimeros. Estaba a punto de coger un avión para irse cuando reflexionó y se dio cuenta de que esos espíritus hablaban en español", contó Posadas.

"Las espías españolas en la Unión Soviético jamás renunciaron a lo que ellas pensaron que era su ideal. Caridad Mercader, madre de Ramón Mercader, era un personaje monstruoso".

En Licencia para espiar repasa cómo prácticamente en todas las culturas, siempre ha habido féminas que aunaban inteligencia, valor, mano izquierda y mucho ingenio para descubrir secretos. "Comienzo por la Biblia porque la primera misión de espionaje documentada es cuando Moisés manda doce espías para saber cómo era la tierra prometida", explicó. Posadas asegura que ha dedicado el libro a las espías "no porque quisiera un libro más sobre mujeres sino por acotar un tema tan extenso".

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