
La escritora Julia Navarro, autora de los bestseller Dime quien soy o La sangre de los inocentes, avisa desde las primeras páginas de su nuevo libro. "Estoy entre las muchas mujeres que se oponen a que nos califiquen de ‘seres gestantes’ (…), de las que juegan con las palabras para que terminen en femenino (…) y de las que se llenan la boca diciendo ‘matria’ en vez de ‘patria’". Siempre se ha considerado feminista, pero esta "cuarta ola" no va con ella. Por eso, al hablar de mujeres, no "borra" a los hombres.

Su respuesta ha sido en forma de "relato personal". Después de ocho exitosas novelas, Navarro hace un paréntesis para invitar al lector a un viaje a otras épocas y lugares para visitar mujeres que dejaron huella –"Hemos estado en todas partes, aunque un manto de silencio se empeñara en cubrirnos o ignorarnos", escribe -. Pone en valor sus biografías incluyendo a los hombres "que estuvieron cerca de ellas, para bien o para mal". Explora los ámbitos de la literatura, la ciencia, la filosofía y el arte con Helena de Troya, Penélope, Circe, Marie Curie, María Zambrano, Santa Teresa de Jesús o Carmen Martín Gaite. Se llama Una historia compartida. Con ellos, sin ellos, por ellos, frente a ellos (Plaza y Janés).
Su tesis pasa por que las vidas de hombres y mujeres han estado entrelazadas y no se explican las unas sin los otros, algo tan obvio que debería sonrojar a más de una ministra. De modo que para hablar de Simone de Beauvoir, se refiere a Jean-Paul Sartre; para descubrir a Téano, habla de Pitágoras; y en el relato de Zelda se cuela Scott Fitzgerald.

Acostumbrada a solo verter ficción, en estas páginas se "pasa a contar unas historias reales pasadas por el tamiz de la opinión". Debe saber el lector que, desde la selección de protagonistas al relato de sus virtudes encontrará el sesgo de Julia Navarro. Este repaso en femenino le sirve para desmigar su propia biografía y hablar de su juventud, de sus viajes a Grecia o Egipto, de su familia y de su profesión, como cuando fue testigo del 23F: "Nunca olvidaré aquella tarde, sentada en la primera fila de la tribuna de prensa del Congreso".
Lectora empedernida
Julia Navarro se desvela como una lectora empedernida. Revela los libros que han conformado su universo y desfilan Emily Dickinson, Rosalía de Castro, Gabriela Mistral, Alejandra Pizarnik o Ida Vitale. "Leer a Hannah Arendt supuso un revulsivo. Por una parte, no pude dejar de admirar su libertad de pensamiento para diseccionar la realidad sin importarle ir a contracorriente y, por tanto, las críticas que eso le acarreó en su tiempo", escribe. Confiesa que la lectura de El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, con diecisiete años, la convenció de las bondades del feminismo y la alentó a militar en el existencialismo.
Anna Ajmátova y MarinaTsvetáieva son otras dos poetas que han estado muy presentes en su vida, especialmente durante los últimos años. "Las dos fueron víctimas del estalinismo, supervivientes en aquella noche oscura en la que solo la escritura les daba fuerzas para seguir viviendo. Sobre todas las cosas las unió la poesía y el odio que Stalin sintió hacia ellas, un odio paranoide que le llevó a perseguirlas sin piedad".