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La literatura ucraniana, encabezada por Victoria Amelina, irrumpe en Londres

La editorial Avizor ha traducido la novela de esta escritora ucraniana, Un hogar para Dom.

La editorial Avizor ha traducido la novela de esta escritora ucraniana, Un hogar para Dom.
LM

Dos acontecimientos culturales han marcado el mes de abril en Londres. La Feria Internacional del Libro y la Exposición de pintura post impresionista en la National Gallery.

La extraordinaria exposición de pintura recorre las décadas 1880 a 1920, determinantes para la Pintura del siglo XX. Con excelentes ejemplos procedentes de todas las colecciones del mundo con obras de Klimt, Mondrian, Kandinsky, Munch, Van Gogh, Cézanne o Gauguin, para el visitante español cabe destacar la excelente representación de nuestra pintura con obras muy notables de Picasso, Nonell, Casas o Rusiñol.

Sin embargo, esta primavera en Londres el acontecimiento más relevante desde el punto de vista comercial y cultural ha sido la Feria Internacional del Libro. Los impresionantes pabellones del Centro de Congresos Olympia en Kensignton acogen la feria profesional más importante del mundo junto con las de Frankfurt y Guadalajara (México). Decenas de miles de profesionales de la industria del libro (editoriales, agentes literarios, agencias de traducción, instituciones culturales de toda clase) han asistido entre los días 18 y 20 de abril a esta feria.

Con ánimo de emular al más célebre corresponsal español en Londres (Ramiro de Maeztu; léase el extraordinario ensayo "Nuestro hombre en Londres" de David Jiménez Torres), repaso los acontecimientos culturales que se han movido en torno a esta Feria Internacional del Libro, y enseguida descubro que Ucrania se ha convertido en el máximo punto de interés, quizá por el apoyo anglosajón que ha recibido frente a la agresión totalitaria, decidido y efectivo, en contraposición al lento, calculado y acobardado de los principales países de la Unión Europea.

En el acto central de la semana de la Feria Internacional, una conferencia de intelectuales ucranianas, organizado por la rama inglesa del Club PEN de escritores, ha atraído a tanta gente que los organizadores quedaron desbordados y los asistentes se agolpaban en la entrada de la sala de conferencias, para quedar luego sentados en el suelo o apoyados en las paredes del auditorio.

Las escritoras Victoria Amelina, Katia Babkina y Tetyana Teren expusieron sus puntos de vista en un animado debate sobre el futuro del arte y de la literatura en Ucrania. Inevitablemente la moderadora y las preguntas del público se centraron en la actual tragedia bélica.

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Las tres intelectuales ucranianas destacaron la importancia del arte y de la literatura, tanto en tiempos de guerra como en el futuro, cuando ésta acabe.

Tetyana Teren expuso la necesidad de que el drama, el dolor, el trauma del pueblo ucraniano se dé a conocer. Hay que dar palabras a todos aquellos que no tienen la cultura necesaria para encontrar la forma de describir su dolor. Katia Babkina subrayó que no es posible llorar por la desaparición de algo que ni siquiera sabes que existe; por ello debe difundirse la cultura ucraniana para que el resto del mundo perciba la amenaza de su pérdida. Victoria Amelina expuso la difícil situación que atraviesa el respeto a los derechos humanos en la zona de guerra, la brutalidad de las actividades de soldados mercenarios, la desaparición y muerte de cientos de personas vinculadas a la cultura ucraniana que se han movilizado militarmente para la defensa de su patria.

También expuso Victoria Amelina que la convicción absoluta en la victoria final en esta guerra es compartida por todos los ucranianos, pero la determinación y el valor no es suficiente, se necesita la ayuda y el armamento de los países aliados.

Aprovechando la estancia en Londres de la escritora ucraniana Victoria Amelina, con motivo de la Feria Internacional del Libro, hemos tenido oportunidad de charlar con ella sobre su activismo en Ucrania, la situación de su país y la próxima publicación en español de su premiado libro "Un Hogar para Dom".

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¿Por qué has venido a Londres y luego viajas a Dublín?

VA- El Club de escritores PEN Internacional me ha invitado para dar a conocer nuestras actividades en Ucrania, relacionadas con la protección del patrimonio cultural y la defensa de los derechos humanos. Se ha querido aprovechar el escaparate de la gran Feria del Libro de Londres que reúne editoriales y personas vinculadas a la cultura de todo el mundo.

¿En qué consisten tus actividades en Ucrania?

VA- Algunas escritoras como Tetyana Teren y yo misma hemos emprendido una tarea difícil, casi titánica, que consiste en recopilar testimonios de personas que han sufrido violaciones de derechos humanos en las zonas de guerra, que han visto cómo abusaban de sus hijas, que han sido testigos de cómo raptaban y deportaban niños a Rusia, que han contemplado cómo asesinaban a sus vecinos o parientes. Esas personas, por un lado, tienen una desconfianza total en las autoridades, su experiencia en el mundo soviético les ha enseñado que es mejor estar callado, no decir nada es muchas veces la única forma de sobrevivir; pero, por otro lado, necesitan que alguien les asegure que esos crímenes serán juzgados y castigados, que existe esperanza para su sed de justicia, que no han de vivir necesariamente una situación de olvido de las iniquidades que han padecido.

¿Cuál es vuestra principal dificultad?

VA- Muchas veces se necesitan horas de conversación para generar la confianza necesaria que les permita relatar sucesos dramáticos y traumáticos. Nuestra misión es reconfortarles en lo personal y en el aspecto cívico hacerles ver que el imperio de la ley, "the rule of law", acabará imponiéndose, que los crímenes tendrán su castigo.

¿Hay otra vertiente de ese activismo más relacionado con la cultura, verdad?

VA- La destrucción en determinados territorios es tremenda y afecta a todo, a edificios residenciales, a infraestructuras energéticas y de comunicación, a mercados y a comercios. Todo eso deberá reconstruirse en el futuro. Pero no debemos olvidar todas las instalaciones culturales, las bibliotecas, los museos, las escuelas de danza, los talleres de arte, los conservatorios, los teatros; el ser humano necesita por su propia dignidad y de manera esencial que su vida contemple la belleza del arte, alimentar su parte espiritual. Todo ello deberá rehacerse, reconstruirse, porque la vida no son sólo las carreteras y los centros comerciales, los niños deberán aprender música, los lectores deberán tener su espacio, los ancianos deberán poder visitar museos. La cultura ucraniana está siendo sistemáticamente atacada en esta guerra porque es una forma de destruir nuestra identidad como pueblo y por eso debemos levantar acta de lo destruido, para poder reconstruirlo cuando llegue la paz. Por eso llevamos a cabo la labor de dejar testimonio y fiel inventario de todas aquellas instalaciones o edificios relacionados con las actividades culturales que han sido dañados por los bombardeos.

Victoria tu obra en España todavía no se conoce, ¿qué puedes contar de ella a los lectores españoles?

VA- Bueno, en pocas semanas ya va a estar traducida mi última novela, Un hogar para Dom, que va a publicar la editorial Avizor. Así que estoy muy emocionada de saber que los lectores españoles ya pueden leerla, disfrutarla, juzgarla. Es una novela con alguna referencia autobiográfica, pero en la que muchas familias ucranianas se pueden ver reflejadas. En realidad, es una novela sobre la culpa y la esperanza. Con el paso de regímenes como el nazi o el soviético, para sobrevivir, muchas personas se han convertido en cómplices de situaciones terribles, a veces por el mero silencio. La historia de mi país en el siglo XX es brutal, y no es extraño que en una misma familia coincidan víctimas y cómplices. Por eso el perdón es tan importante en sociedades como la ucraniana; necesitamos la esperanza y el perdón.

En esa novela aparte de muchos personajes destacan dos protagonistas, un perro y una niña ciega

VA- El perro es indispensable en el relato; es el relator, el que observa a las personas, cuyo punto de vista neutral resulta necesario. Los choques y conflictos de identidad, los pecados del pasado, la historia criminal de algunos personajes, sólo pueden contarse sin horrorizarse o caer en juicios morales desde el punto de vista de un perro. La niña Marusia es efectivamente ciega, y juega un papel metafórico pues es capaz de percibir mucho más que los que ven sin problema alguno, y representa la esperanza en el futuro.

Estuviste en el Hay Festival de Colombia en enero, ¿cómo fue tu experiencia allí?

VA- Extraordinaria, el interés por todas las cuestiones de derechos humanos es verdaderamente genuina. Es un encuentro internacional con escritores, activistas, personajes de la cultura de distintos países que supone una maravillosa oportunidad para denunciar injusticias y proponer acciones que den esperanza a las personas.

¿Qué es lo que desearías que quedara de tu paso por la Feria Internacional del Libro de Londres?

VA- Desde Ucrania, por su atormentada historia han surgido juristas que han sido fundamentales en la historia de los Derechos Humanos. Por ejemplo, Raphael Lempkin, inventor del término "genocidio", fue un judío de habla polaca nacido en el antiguo Imperio ruso que estudió en mi ciudad, en Leópolis. Nos gustaría que quedara constancia de que hay intelectuales en Ucrania, desde la misma ciudad de Leópolis, que seguimos queriendo que nuestro país se conozca por mantener esta lucha para perseguir los crímenes contra la humanidad, no sólo por ser el campo de batalla donde se vulneran los más elementales derechos de las personas.

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