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'Nido de piratas': "Por suerte y por desgracia, ya no es posible un periodismo así"

Jesús Fernández Úbeda presentó ayer su fascinante historia del diario Pueblo, junto a Arturo Pérez-Reverte y Raúl Cancio.

Jesús Fernández Úbeda presentó ayer su fascinante historia del diario Pueblo, junto a Arturo Pérez-Reverte y Raúl Cancio.
Jesús F. Úbeda, Arturo Pérez Reverte y Raúl Cancio en la presentación de 'Nido de piratas'. | C.Jordá

Duele escribir en esta noche de primavera que se siente más fría que las noches de Manchester. En realidad, hoy todo se siente de Manchester. Hasta la muerte huele un poco a Guardiola y los silencios de las avenidas se me antojan una burda imitación del pavor mudo que nos ha devorado en el Etihad. Sentado en esta silla, obligado a escribir, las palabras se me desbordan como la sangre o como el orgullo, frías y húmedas como el sudor que no ha gastado mi Madrí, plomizas y grises como las humillaciones británicas.

Uno se pregunta cómo se enfrentan al folio en días como estos quienes tienen oficio. Cómo lo hacían mis mayores rodeados de máquinas de escribir, de ruido, de euforia, de cronómetros, de agonía y de trampas. Por suerte, esta misma tarde he podido escucharlos. Se han reunido en el Varela a recordarlo y recordarse. Y aunque en ninguna de sus anécdotas había consejos, de todas se desprende una cierta advertencia que no les sirve para revertir el tiempo pero a mí me ayuda a labrarme una esperanza.

En el diario Pueblo todo podía resumirse en ella, ciertamente. La esperanza de conquistar la primera página. Una competición que duraba todo el día y cuyo premio eran otras veinticuatro horas de una gloria tan efímera como la actualidad. "Ya no hay periodistas así", dice Pérez-Reverte con nostalgia apasionada. "Vibrábamos por eso. Golpeábamos la máquina de escribir. Teníamos fiebre por firmar, hambre de triunfo. Y competíamos amistosamente por imponernos al resto". Aunque esa camaradería era cierta e incierta, o así le desmiente Raúl Cancio: "En el pan, como hermanos; en la información, como gitanos". Todo era posible en una redacción integrada por delincuentes.

"Entre nosotros había dos asesinos confesos, varios atracadores, un ladrón de televisores…", recuerda Reverte. "Gente sin escrúpulos dispuesta a perpetrar golferías inimaginables con tal de firmar en portada". Con recuerdos así, no sorprende que ayer rulasen historias para rellenar mil nostalgias. La mayoría eran unos cabrones capaces de hacerse pasar por policías, si se daba el caso, para robar a mujeres recién enviudadas fotografías de sus maridos con las que vestir las páginas de sucesos. También había corresponsales imaginativos, escritores de talento que redactaban las mejores crónicas extranjeras de la prensa nacional desde las piernas de sus amantes, sin haber salido de El Escorial. Ayer todos recordaron, por ejemplo, a aquel analfabeto en idiomas que cogió un vuelo a la India para hacerse una foto con Gandhi e inventarse después la entrevista más impactante de la prensa mundial, "en exclusiva". Y a Emilio Romero, el gran director, un hombre tan lleno de humanidad como de buen ojo para detectar el talento, que llegó a jugarse el cuello para que esa banda de maleantes y comunistas no perdiesen el suyo en las sogas caprichosas de la censura franquista.

Nada de eso habría salido a la luz si uno de los suyos, pese a haber nacido cinco años después de que cerrase el periódico, no hubiese aceptado husmear en su pasado. Jesús Fernández Úbeda ha estado más de un año sumergiéndose en la atmósfera de una redacción que hoy sólo pervive en la hemeroteca y en la cabeza de quienes la conformaron; y ha sacado un librazo que ya es un trocito más de la historia de este país. Por las páginas de Nido de piratas (Debate) desfilan personajes de la talla de Pérez-Reverte, José María García, Raúl del Pozo o Raúl Cancio. Y muchísimos más. "Una cofradía extraña, desde comunistas hasta falangistas con pistolas, todos unidos exclusivamente por el periodismo".

Ayer se reunieron para presentar el libro y recordar su juventud algunos de los periodistas con más talento de la prensa predemocrática española. Hijos de una época extinta, desde luego, pero no lo suficiente como para dejar de recordarnos que para llenar el puto folio lo único hace falta es "hambre, instinto e inteligencia", en palabras de Úbeda. Quién tuviese todo eso en esta noche de mayo, cuando sólo han pasado unas horas desde que han matado a mi Madrí.

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