Los otomanos manejaron con destreza las armas de fuego y fueron maestros en el combate naval, derrotaron a los bizantinos y dominaron el Mediterráneo. Se les resistió -aunque estuvieron a punto- la poderosa Viena de los Habsburgo, pero resultaron clave en el nacimiento de la Europa moderna. Es el hilo conductor de El Imperio otomano y la conquista de Europa (Ático de los Libros), un ensayo en el que el húngaro Gábor Ágoston, profesor de Historia de la Universidad de Georgetown, justifica su tesis de que "los otomanos desempeñaron un papel crucial en la aparición de la diplomacia moderna y la recopilación de información", por ejemplo.
"La amenaza otomana, dice el autor – estimuló las reformas militares, burocráticas y fiscales, el establecimiento de nuevos tipos de ejércitos y la reorganización de la defensa fronteriza en Europa Central y Oriental desde finales del siglo XIV hasta principios del siglo XVIII". Continúa: "impulsó la modernización militar y la centralización administrativa, que sentaron las bases de proyectos de centralización más amplios en la segunda mitad del siglo XVIII. La cartografía y la demarcación de las zonas fronterizas facilitaron el desarrollo de la cartografía militar en la monarquía de los Habsburgo".
En 800 páginas - de las que 200 se ocupan de cronología, glosario, notas y bibliografía- desgrana de forma minuciosa el complejo sistema fiscal, militar y diplomático del imperio otomano que permitió su supervivencia durante siglos y lo alzó como una gran potencia europea, aparcando el relato oficial y estereotípico. De forma rigurosa y actualizada, con fuentes otomanas y occidentales, el autor amplía el perfil de un imperio que etiqueta como "heredero de Roma y Bizancio".
Es un libro vasto y arduo, solo para apasionados de la historia, en el que trata de resumir siglos de historia deteniéndose en momentos épicos como la conquista de Constantinopla, la batalla de Lepanto y el asedio de Viena. Con pulso de thriller, desvela estrategias clave de redes de espionaje, la maniobra de pasar barcos por tierra para evitar bloqueos en el mar, o los asaltos de piratas berberiscos e ingleses -alguna vez aliados-. Pasearán por sus páginas personajes claves como los sultanes Solimán y Mehmed II; los soberanos Carlos I, Juan Segismundo de Hungría y Felipe II; y los almirantes Barbarroja y don Juan de Austria. El devenir otomano está irremediablemente enredado con el nuestro puesto que "el rival más importante que tuvieron los otomanos en Europa fueron los Habsburgo".
"Los intereses de ambos imperios chocaron constantemente, ya que los otomanos deseaban los territorios de los Balcanes y Europa central, vecinos de los Habsburgo y también aliados. Los Habsburgo obtuvieron la primera derrota importante contra los otomanos cuando se aliaron con los húngaros y perdieron la ciudad de Buda en
1541, que los turcos consiguieron mantener durante 150 años. Los enfrentamientos entre los Habsburgo y los otomanos en Hungría fueron recurrentes y ambos buscaron establecer tratados de paz, ya que los enfrentamientos desgastaban a ambos ejércitos y hacían peligrar la integridad de sus imperios. Además, ambos imperios sufrían amenazas y conflictos en otras fronteras, por lo que un enfrentamiento directo en un momento inadecuado podía ser fatal".
Asalto de Viena
Los otomanos estuvieron a punto de hacerse con Viena en dos ocasiones, como narra Gábor Ágoston tal película bélica se tratase. En 1529 comienza el primer sitio comandado por el ambicioso Suleimán I. Bajo su mando, más de 100.000 turcos y un cuerpo de élite de infantería, los jenízaros, que hacían enloquecer al más cabal. "La rivalidad entre los Habsburgo y los Valois, desencadenada tras la elección de Carlos I de España como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en 1519, y la división religiosa de la cristiandad con el surgimiento del luteranismo, dividieron Europa y la distrajeron de la amenaza turca", escribe el autor. Sin embargo, no les salió como esperaban.
En su segundo intento, en 1683, los otomanos habían reunido el mayor ejército musulmán desde los tiempos de Saladino. Pero los Habsburgo, en alianza con la Liga Santa, venciendo a los otomanos de manera contundente. Fue la conocida como batalla de Kahlenberg, a la que le sucedió la reconquista de Hungría y Transilvania, apresurando el declive definitivo de los otomanos en Europa.