Hacía tiempo que no sabíamos nada sobre Luis Eduardo Aute. Mi estancia reciente en Galicia me ha permitido saber que le dedicaron un homenaje en la villa coruñesa de Betanzos en el transcurso de su decimocuarta Semana Internacional de Cine, donde se exhibieron algunos de sus cortometrajes y dibujos de animación. Asimismo aprovechó para presentar su último libro de poemas, Claroscuros y otros pentimentos. La canción ocupa ahora en su vida un lugar más apartado. Su último disco está fechado hace un par de años: "El niño que miraba el mar". Se plantea rodar su primer largometraje. Pero no con dibujos: con actores.
Acaba de cumplir setenta y un años: el sábado 13 de septiembre. Nació en Manila, Filipinas, donde vivió hasta los once años. En 1954 pisó por vez primera Madrid, adonde se habían trasladado sus padres. Había estudiado inglés, sabía tagalo, pero apenas se defendía en español. Lo pasó mal algún tiempo en el colegio. Donde formó un grupo de rock, Los Tigres. Él era el vocalista, por la sencilla razón de ser el único que sabía cantar en inglés los rock and rolls de Elvis Presley. Luego fue uno de los pioneros del pop español cuando se enroló con Los Sonor, conjunto destacado en los primeros años 60 donde ejerció de guitarrista. Pero por entonces la música era para él un mero pasatiempo. Le atraían más la pintura y el cine. Quiso inscribirse en la Escuela de Cine, mas le pedían tener aprobado el Preuniversitario, amén de algunos trabajos prácticos. Lo suspendieron dos veces y desistió de seguir estudiando por lo que no pudo superar el primero de esos dos requisitos. Sin embargo, en 1963 fue uno de los técnicos en el rodaje de Cleopatra. Ayudante del ayudante del director Joseph Mankiewicz. Intervino en las secuencias de algunas de las batallas que se rodaron en Almería. Parecía que su futuro se derivaría hacia el cine, pero seguía pintando. Y escribiendo poemas. Y sus primeras canciones.
Massiel, que era amiga suya, le pidió algunas de ellas, él se las cedió y así es como en calidad de autor se dio a conocer como un sorprendente letrista de "Rosas en el mar" y "Aleluya número 1". Si ambas coparon las listas de éxitos en España en 1967, la segunda de las citadas tuvo en su adaptación inglesa un inesperado triunfo en Estados Unidos, interpretada por Ed Ames, alcanzando la sexta posición en las reputadas listas de la revista "Billboard". Ello supuso su entrada en el negocio del "show-bussiness", que él jamás había previsto. Lo acosaban las multinacionales españolas del disco. Y acabó firmando contrato con una de ellas, la RCA. La carrera como cantautor de Luis Eduardo Aute se inició en ese año citado anteriormente, muy a pesar suyo, que jamás pensó cantar en público. Y que dura hasta el presente, cuarenta y siete años después.
De una admirable honradez intelectual, Aute ha reflexionado en los últimos tiempos sobre su papel de cantautor, término que no quiere aplicarse: "Me gusta más llamarme cansautor, con ese. Porque reconozco que soy muy aburrido cantando". Le costó grabar su primer disco, pero le costó mucho más salir a un escenario, donde aun hoy sufre fatigas y deseos de salir corriendo: "Antes de salir ante el público he de hacerme a la idea de que estoy en el salón de mi casa y voy a cantar para unos amigos. Y luego a cobrar, claro…". Lo último expresado por él con evidente sentido del humor.
Lo cierto es que en este casi medio siglo de canciones Luis Eduardo Aute ha demostrado, sin él pretenderlo acaso, ser uno de los mejores letristas del pop melódico español. En su mejor época, la de los años 70 hasta los 80, compartiendo esa excelencia con Patxi Andión. Sin duda alguna disputando tal liderazgo con un maestro entre los cantautores, pionero además, Joan Manuel Serrat. Después aparecería Joaquín Sabina para entronizarse como el cronista musical urbano de moda. Aute ha dejado para la posteridad una serie de canciones, que perdurarán en el tiempo: "Al Alba", "No te desnudes todavía", "Queda la música", "Siento que te estoy perdiendo", "Pasaba por aquí" ,"Mira que eres canalla", "Las cuatro y diez", "Una de dos", "Cine, cine”… No son letras vulgares. Aute procede de una cultura musical que viene de Bob Dylan y que se complementa con la escuela francesa de los Brassens, Brel… Con mucho surrealismo y simbolismo, lo que chocaba con el repertorio entonces en auge, el de las frívolas canciones italianas, por ejemplo. Escéptico, nada pesimista, con una fuerte carga de erotismo en sus composiciones, se define como "un hombre abierto a toda curiosidad". Al fin y al cabo, remata, "es lo que nos mantiene vivos a todos". De ahí que Luis Eduardo no se permita permanecer ocioso, bien escribiendo, bien dibujando, filmando "cortos", cuando no canta o graba sus canciones. "No puedo permitirme el lujo de unas vacaciones; no sé estar sin hacer nada".