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Las mismas canciones

Los otros Brincos, 50 años después

Los nuevos Brincos utilizan el mismo repertorio que los anteriores. Hace poco actuaron en La Latina.

Los nuevos Brincos utilizan el mismo repertorio que los anteriores. Hace poco actuaron en La Latina.
Los Brincos

La nostalgia es esa nube que nos devuelve el pasado, a veces con recuerdos románticos y otras envueltos en melancolía. Sucede a menudo con la música. Esta semana, por ejemplo, en un escenario hasta no hace mucho feudo de las revistas de Lina Morgan, el madrileño teatro de La Latina, han actuado Los Brincos. Claro está que no sus fundadores, aquellos que revolucionaron el pop español exactamente hace medio siglo. De aquéllos, ya no están entre nosotros ni su alma máter, Fernando Arbex, fallecido en 2003, ni Antonio Morales (Junior), desaparecido hace pocos meses. Los otros dos componentes están alejados de la industria musical y el mundo del espectáculo: Juan Pardo, entusiasmado con sus pinturas y Manolo González, con dedicación empresarial.

Los nuevos Brincos tienen ahora como principal valedor a Miguel Morales, de sesenta y cuatro años, ya con pocos cabellos pero sí luciendo frondosa barba, que es el único del cuarteto que perteneció en tiempos al mítico grupo, aunque por poco tiempo, cuando se incorporó en 1968. Toca la guitarra solista, canta y pretende reivindicar, medio siglo después, el legado de un conjunto que hizo historia en nuestra música ligera. Por poco tiempo, apenas siete temporadas, entre 1964 y 1971. Sobre todo, las tres primeras fueron fundamentales, cuando se les comparaba con Los Beatles en versión española (en tanto tenían como rivales a Los Bravos, asimismo considerados los Rolling Stones hispanos).

Esta operación nostálgica, al cumplirse cincuenta años de la fundación de Los Brincos, está acompañada además por el homenaje que Miguel Morales quiere hacer, simultáneamente, al infortunado Junior, su hermano mayor, al que evoca en las actuaciones. Con toda justicia, pues si bien se sabe que Fernando Arbex y Juan Pardo componían la mayor parte del repertorio (aunque lo firmaran, según acuerdo, los cuatro con el nombre del cuarteto), no menos cierto es que Junior también aportó su vena compositora y, creemos, por encima de todo, sus armonías vocales. Tenía una voz preciosa a pesar de que no tuviera muchas ocasiones de lucirse como solista en el grupo, lo que sí pudo demostrar cuando abandonó a Los Brincos para unirse a Juan Pardo durante un par de años en un inolvidable dúo.

Estos Brincos versión actual que comanda como decíamos Miguel Morales son muy respetuosos con todas las canciones populares del grupo fundador y prácticamente con los mismos arreglos. Si insistimos en que quieren reivindicar aquel legado tal vez sería improcedente interpretarlo de manera distinta, que lo harían menos reconocible. Así, aquellos temas de amores juveniles que alumbraron con entusiasmo a partir de 1954 Arbex, Pardo, Junior y González, encuentran ahora eco en quienes ya peinamos canas, pero son bien acogidos asimismo por representantes de una o dos generaciones posteriores. Se da la circunstancia que, hipotéticamente, padres e hijos, como algunos nietos, se suman en una especie de divertido karaoke, repitiendo aquellas letras de ayer. Las de "Flamenco", "Borracho", "Tú me dijiste adiós", "Un sorbito de champagne", "El pasaporte", "Lola", “Amiga mía”, “Renacerá”, “Mejor”, “A mí con esas”, “Nadie te quiere ya”… Realmente, un manojo de canciones del mejor pop: sencillas, pegadizas, que llenaron de ilusiones y alegrías a varios millones de españoles, que agotaban las ediciones discográficas de Los Brincos, asistían a sus actuaciones multitudinarias en recintos deportivos y contemplaban sus apariciones en aquellos programas aún en blanco y negro de nuestra única televisión.

Lo que ocurrió en 1967, tres años después de la aparición del cuarteto, es que por rencillas, envidias, malentendidos, ya queda dicho que Juan y Junior lo abandonaron para debutar al alimón. Sustituidos por otros componentes, en varias etapas, ya Los Brincos no tuvieron la misma aceptación; perdieron su ángel, para derivar a finales de los 60 en un estilo psicodélico, que no fue aceptado por sus seguidores, a pesar de que se anticipaban en España a ciertas modas emergentes en la música sajona.

Los Brincos de ahora nos devuelven el espíritu de sus creadores. La idea de reaparecer se fraguó el año 2000, veinte años después de que el cuarteto desapareciera. Su fundador, el antes varias veces mentado Fernando Arbex contó con Miguel Morales y otros dos músicos. La vuelta se produjo en la coruñesa playa de Riazor. Lo recuerdo muy bien, pues fui afortunado espectador –entre los treinta y cinco mil reunidos- aquella mágica noche de finales de julio. Hasta grabaron un disco, creo ahora que inencontrable, "Eterna juventud". Lástima que Arbex falleciera tres años más tarde, a los sesenta y dos años, de una enfermedad fulminante. Era un tipo de gran vitalidad, formidable compositor.

Desde entonces, a trancas y barrancas, Miguel Morales recogió la antorcha para proseguir ya como líder del conjunto. Del que hoy forman parte: Francis Cervera, guitarra y teclados, que iba hace años con el grupo de Aguaviva; Manolo García, bajista en tiempos de Juan Pardo; y Miguel Bullido, batería, veterano del heavy metal con Topo. En la mente de Miguel Morales (que, nada petulante reconoce que la gente lo identifica más como "el hermano de Junior" o "el marido de Fedra Lorente "La Bombi"), bullen ideas para un inmediato futuro, como grabar nuevas canciones con estos Brincos que dirige, que le han prometido los exmiembros del legendario cuarteto, Juan Pardo y Miguel González.

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