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Su carrera

Sergio Blanco: un hombre cabal y un artista completo

De las versiones folk con las hermanas Uranga a El Consorcio: la carrera de un hombre y artista formidable.

De las versiones folk con las hermanas Uranga a El Consorcio: la carrera de un hombre y artista formidable.
Los mayores éxitos de Sergio

En la noche del 19 de octubre de 2013 acudí a un recital del grupo El Consorcio en un hotel madrileño. Me sorprendió la ausencia en el escenario de uno de sus fundadores, Sergio. Concluida la actuación bajé a los camerinos y allí lo hallé junto a sus compañeros y por supuesto su encantadora y dulce esposa, Estíbaliz. El corazón me dio un vuelco. Estaba visiblemente desmejorado, con una notoria delgadez, pálido, con grandes ojeras. Sonrió al verme, nos dimos un fuerte abrazo. Cuidé mucho no deslizar pregunta alguna sobre su estado físico e imagino que me lo agradeció en silencio. Tampoco comenté nada ni con su mujer ni con el resto del conjunto: sus cuñados, Amaya e Iñaki Uranga y Carlos Zubiaga.

Cuando me despedí de ellos, pude enterarme de la verdad por persona de total confianza, cuyo nombre silencio ya que así me lo pidió: "Sergio ya no cantará más con El Consorcio. Padece cáncer de páncreas. Irreversible, sin solución". Han transcurrido catorce meses desde entonces. Aquel fatal pronóstico se acaba de cumplir con el fallecimiento de quien fue por encima de todo un hombre cabal, de extraordinaria bonhomía; y un artista completo, compositor, cantante, alma de Mocedades, naturalmente también del dúo que formó con Estíbaliz y, luego, del quinteto El Consorcio. Cuando aquella noche mencionada regresé a casa visiblemente afectado me dispuse a escribir un artículo en Chic. Fue una exclusiva triste; ningún otro medio periodístico se hizo eco entonces de la enfermedad de Sergio. Lo único que hice por deontología profesional es no dar detalles de su enfermedad, salvo indicar que era grave y eso le impedía continuar entonces su integración en el grupo musical.

Sergio Blanco había nacido en Bilbao en 1948. Veinte años después, siendo estudiante universitario, se acercó una tarde a la Escuela de Ingenieros para presenciar un recital benéfico de las entonces llamadas Hermanas Uranga, un trío compuesto por Amaya, Izaskun y Estíbaliz, que interpretaban canciones del folk americano; temas de Joan Báez, Kingston Trío, Peter, Paul and Mary… , por lo común gratis.

Sergio Blanco, entusiasmado, pasó a felicitarlas, terminado el concierto. Él también era aficionado al folk, tocaba la guitarra de punteo, admiraba a Los Shadows, los ingleses en la vanguardia entonces del pop con su repertorio instrumental, y en sus escarceos musicales había formado parte de un par de grupos de aficionados, Los Grillos y luego Los Campesinos. En aquel encuentro con quien menos habló Sergio fue con Estíbaliz, la benjamina del trío familiar. Pero en sucesivas reuniones ya se fijó en ella, enamorándose al poco tiempo de la dulzura y simpatía de ésta. Sergio llevaba la voz cantante –nunca mejor dicho- en esas veladas, de las que surgiría con nueve componentes el conjunto Voces y Guitarras, germen del que poco después Mocedades.

El compositor cántabro Juan Carlos Calderón les surtiría de repertorio propio, exceptuando algunas versiones de clásicos del folk norteamericano, o un canto eucarístico atribuido a Santo Tomás de Aquino: Pange lingua. Transcurría 1969 y el entonces octeto se dio a conocer en toda España con su extraordinaria polifonía vocal. Amaya era la voz solista. Hubo en el transcurso del tiempo algunas bajas y cambios en el conjunto del Bocho. Tres años después de su fundación lo abandonaron Sergio y Estíbaliz para formar un dúo. Ya eran novios, las ganancias del grupo no eran muchas y la pareja enamorada pensaba en su porvenir.

La presentación de ambos se produjo en diciembre de 1973 en la sala Gwendolyne, de Bilbao. Gustaron. A partir de entonces dieron a conocer canciones muy pegadizas: Búscame, Volver, Piel, hasta llegar a Tú volverás, tema que defendieron en el Festival de Eurovisión de 1975, celebrado en Estocolmo. Para entonces ya llevaban unos meses casados desde el 9 de diciembre de 1974 en la Basílica de Nuestra Señora de Begoña, en Bilbao.

La carrera musical del dúo estuvo plagada de subidas y bajadas de popularidad. Tuvieron que aguantar carros y carretas cuando comentaristas musicales los tildaban de ñoños. Intervinieron en la grabación de La Música campesina nicaragüense en 1979. Y tras más de una crisis profesional remontaron el vuelo clamorosamente con un número 1 en las listas de éxitos, año 1985, con Cantinero de Cuba, que les compuso Manuel Pareja-Obregón.

Más tarde lograron otro triunfo, menor pero que les sirvió para continuar en candelero: Déjame vivir con alegría. También el matrimonio participó en el musical Jesucristo Superstar. Hasta que en 1993 se integraron en el grupo El Consorcio. En él Sergio Blanco pudo seguir demostrando su pericia musical, a veces de una manera oscura, en la sombra, dejando mayor protagonismo sobre todo a las voces femeninas, las de Amaya y Estíbaliz. Boleros, melodías de los años 40, 50, 60, fueron recreadas por el quinteto, a través de sus discos Lo que nunca muere, Peticiones del oyente, Programa doble, con clásicos musicales del cine español, Cuba, echando mano de melodías tan populares de aquella isla como Siboney, Guantanamera, La paloma… Luego, versiones de rancheras mexicanas. Y por lo común con un repertorio popular, uniendo sus hermosas voces.

A la hora de presentarse ante el público, llegara la hora de comentar algunas de sus canciones, cada cual se repartía un papel diferente. Sergio, que parecía ser uno de los más serios del quinteto, resultaba ser el más gracioso de los cinco, con algún "gag", chiste o improvisada salida. Detrás, estaba su labor, dirigiendo en cierta manera a sus compañeros, siempre riguroso en la elección de temas, en la conjunción vocal. Y todo ello en un ambiente familiar, sin arrogarse su liderazgo, que desde luego ejercía con absoluta discreción. Era un tipo formidable, nada fatuo. Y es para quien esto firma muy triste tener que haber escrito esta necrológica. Estés donde estés –para mí será el Cielo- querido Sergio, vaya desde aquí mi más entrañable recuerdo. Y para Estíbaliz, para tu hija y todos tus compañeros, mi más sentida condolencia, que seguro será compartida por miles de admiradores vuestros.

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