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Un músico genial y disparatado: centenario de Scriabin

Fue un dandy exagerado, ególatra, megalómano, visionario, con fama de loco.

Música y Letra: Alexander Scriabin

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Fue un dandy exagerado, ególatra, megalómano, visionario, con fama de loco.
Scriabin | Archivo

En este año 2015 se cumplen cien del fallecimiento del compositor ruso Alexander Scriabin (1872-1915), tan singular en su personalidad como en su música.

Desde su tiempo hasta hoy, ha sido un autor de culto para una minoría; eso sí, cada vez mayor. Para su leyenda, basta con recordar algunas anécdotas. Fue un dandy exagerado, ególatra, megalómano, visionario, con fama de loco. Estudió a Carlos Marx, la teosofía de Madame Blavatsky (que también influyó en Valle-Inclán), a Nietzsche, el simbolismo ruso, la mística hindú...

Se veía a sí mismo como a un nuevo Mesías. Son famosas algunas de sus frases: "Yo soy Dios (y también el diablo)... Una vez prediqué desde una barca, como Cristo...".

Musicalmente, fue contemporáneo del grupo de "los cinco" pero se alejó de ellos y de su raíz popular rusa. Era gran pianista, además de compositor; de estudiante, amigo de Rachmaninov. Su obra parte de Chopin y del Tristán de Wagner. Hoy lo vemos como una última consecuencia del romanticismo.

Sus obras tienen titulos muy literarios: Poema del éxtasis, Sinfonía Prometeo. (Poema del fuego), Poema divino, Vers la flamme (Hacia la llama), Misa negra, Misa blanca, Misterio...

Además de las composiciones para gran orquesta, escribió también obras para el piano, que suponen una prueba para los grandes pianistas; sobre todo, los de la escuela rusa: su yerno Sofronitsky, Horowitz, Ashkenazy (que acaba de grabar una integral) y los jóvenes ya consagrados como Kissin, Volodos y Sokolov.

Creía que la música (sobre todo, la suya) "no es de este mundo", sino un ritual purificador, que conducirá a un nuevo renacimiento universal. Pretendía "la fusión de todas las artes con la filosofía y la religión, en un nuevo evangelio".

En alguna de sus obras usa lo que llama un "acorde místico"; pide un coro, vestido con túnicas blancas, iluminado con un teclado (un antecedente de los espectáculos multimedia que ahora se estilan). Culmina todo esto con su obra inacabada Misterio: desea que se interprete en lo alto del Himalaya, durante siete días...

Más allá de toda esta retórica literaria, se trata de una música de un gran atractivo, paralela a las vanguardias, con reiteraciones y explosiones melódicas de la gran orquesta posromántica.

El domingo 14 de junio, el programa Música y Letra se dedicó a Alexander Scriabin, en su centenario.

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