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Felipe Couselo

El Regreso de New Order

La formación, nacida en 1980, regresa a las tiendas con un nuevo álbum 'Music Complete', que confirma su buen momento. Es el primer disco sin el mítico bajista Peter Hook.

La formación, nacida en 1980, regresa a las tiendas con un nuevo álbum 'Music Complete', que confirma su buen momento. Es el primer disco sin el mítico bajista Peter Hook.
New Order | Web Oficial

Algunas bandas están hechas a prueba de balas: sobreviven a las separaciones, enfados, épocas, tendencias, e incluso a la muerte. En algunos casos, resurgen de sus cenizas en más de una ocasión y nos muestran el modo en que, a través de la lucha y la perseverancia, el talento se abre paso. Si existe un conjunto capaz de afirmar todo esto, responde al nombre de New Order.

Portada de 'Music Complete'

Una banda que, 35 años después de su formación, regresa a las tiendas de discos con su décimo trabajo de larga duración, Music Complete. Con este álbum, la banda retoma su actividad tras la dolorosa marcha del bajista Peter Hook, aunque no se trata de su único revés: recordemos que surgían en 1980 tras el final del icónico proyecto Joy Division, que terminaba abruptamente con la muerte de su frontman Ian Curtis. Una época sombría para Stephen Morris, Bernard Sumner y el propio Hook, quienes continuaron el legado de la formación post-punk para reconvertirse poco a poco en referencia de la electrónica, el pop-rock bailable y la vanguardia musical británica en buena parte de los ochenta y los noventa. Con la suma de Gillian Gilbert desde sus comienzos, y la incorporación de Phil Cunningham a principios de la pasada década, New Order continúa ofreciendo música disfrutable (y en este último trabajo, más optimista que de costumbre), y sólo hay que escucharlo en su último disco.

Producido por ellos mismos, salvo algunas pinceladas de Tom Rowlands (Chemical Brothers) y Stuart Price, el álbum parte con la desventaja de aquellos que añoran a Hook y… hasta que aprecian el trabajo de Tom Chapman y su ira empieza a apaciguarse (la reentrada de Gillian Gilbert también se deja notar). Del mismo modo, más de uno se desencantaba al escuchar las noticias de un nuevo disco, pensando que asistíamos a otro refrito en la línea de su anterior trabajo de 2013, Lost Sirens, un trabajo compuesto de descartes de años anteriores. Pero entonces, se va abriendo paso el empuje y el buen hacer de la banda corte a corte, y el oyente empieza a sonreír. Porque, si bien no estamos ante los New Order de los ochenta, sí que comprobamos que están casi en su mejor forma desde entonces.

Abriendo el disco tenemos Restless, pegadiza, reivindicativa y tan electrónica como el resto del álbum, remitiéndonos a ese terreno en el que la banda se siente tan cómoda, y que borda a la menor ocasión. Tras ella, la primera aportación de Rowlands nos llega con Singularity, para un tema vibrante y con un puesto asegurado en las pistas desde su primera escucha. El tercero en el tracklist no es otro que Plastic, primera de las dos colaboraciones en el álbum de Elly Jackson (La Roux), una de las destacadas del disco (y de la década, al menos en lo que al grupo se refiere), con referencias al creador Giorgio Moroder, al que retoman de otro modo en Tutti Frutti, de nuevo con Jackson y certificando un segmento del disco que recuerda al mejor electrónico europeo de siempre, revisitado décadas después.

La fiesta continúa con People on The High Line, que nos lleva a recrearnos en otra de las colaboraciones del disco, la de Iggy Pop, que recita la hipnótica Stray Dog. Academic, disfrutable y clásica, abre paso a otra de las destacadas: Nothing But a Fool. Más de siete minutos y medio de ensoñación que nos llevan al segmento final del álbum. Dentro de esa parte, nos tenemos que quedar con el Superheated que cierra este Music Complete: un tema tan luminoso como bien ejecutado, y que cuenta con la participación de Brandon Flowers, el vocalista de The Killers, quien devuelve una canción a una de sus influencias en un cierre épico para un gran disco.

Porque, a pesar de fundamentalismos y evocaciones del pasado, el último trabajo de New Order consigue una cosa por encima de todas: que tengamos ganas de escucharlo varias veces, sin pensar que se trata de un ejercicio de autocomplacencia por parte de una banda que un día fue grande. Si tras 35 años de carrera firmas este disco, es que tu momento de forma es bueno, muy bueno. Y eso no lo cambia ninguna de las circunstancias por las que haya pasado la banda: ni Peter Hook, ni Joy Division, ni siquiera la sombra de su propia andadura como New Order ensombrece a un disco que se deja escuchar y disfrutar como pocos en los últimos años.

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