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José Mercé y el trauma de la muerte de su hijo

La menor de sus hijas canta con él en su último disco, "Doy la cara", un trabajo lleno de artistas invitados.

La menor de sus hijas canta con él en su último disco, "Doy la cara", un trabajo lleno de artistas invitados.
José Mercé | Archivo

Goza José Soto Soto, conocido como José Mercé, de una indiscutible reputación como cantaor flamenco. A sus sesenta y un años ha conseguido, sin traicionar los cantes de mayor pureza, innovar su repertorio, incorporando baladas que él naturalmente lleva a su terreno, como es el caso de su más reciente grabación, "Doy la cara", con duetos junto a renombrados solistas del mundo pop.

Lleva cantando desde que con seis años formara parte de la Escolanía de la Basílica de la Mercé, en Jerez de la Frontera, su ciudad natal. De aquella experiencia le quedó el mote por el que se le conoce artísticamente, ocurrencia del letrista Antonio Gallardo. Pero esa larga carrera que lleva con el tratamiento de figura pudo acabarse por un duro golpe del destino cuando murió su primogénito, Curro. Contaba tan sólo catorce años y arrastraba un mal congénito que le afectaba al corazón. El cantaor lo tuvo en sus brazos cuando exhalaba su último suspiro. Decidió entonces retirarse por una larga temporada y costó lo suyo que se subiera de nuevo a un escenario. La vida ya no tenía sentido para él. Le dedicó unos fandangos: "A mi niño Curro". Pero el cante siempre fue parte de su ser, y volvió, no en vano en sus genes lleva la sangre de una gran dinastía gitana del barrio jerezano de Santiago, los Sordera.

A Madrid se vino José muy joven, actuó en Torres Bermejas, donde coincidió con Camarón de la Isla, al que siempre admiró. Y en la capital se enamoró de una madrileña, con la que lleva felizmente unido cuarenta y dos años, que le dio tres hijos: el mentado Curro, Desirée y O´Hara. La mayor de sus hijas, separada de su marido, lo ha convertido dos veces en abuelo y la menor, profesora universitaria, resulta que también quiere probar fortuna como cantaora. De una manera casual, mientras su padre grababa su último disco ya mencionado acertó un día a pasarse por el estudio, donde el productor Javier Limón la convenció para que grabase un estribillo. Que ha marcado su debut musical, pues aparece en la versión que José Mercé hace del conocido bolero "Toda una vida", que hace sesenta años estrenara entre nosotros Antonio Machín. O´Hara Soto está ahora muy animada, dispuesta a registrar ella sola un disco, que sería su entrada en la profesión paterna.

En "Doy la cara" José Mercé vuelve a sorprendernos con su enorme capacidad para adaptarse a un género que no es el suyo, el de las baladas pop, como decíamos. No es, por tanto, un disco flamenco; pero sí que en él aflamenca, deja su pellizco en melodías muy conocidas, con las que se acerca otra vez a la música de otras generaciones que tal vez no lo conozcan en el cante jondo. De cómo se fraguó este Cd. se lo contamos: por contrato, José Mercé le debía un último disco a la multinacional a la que pertenece. Pensaba que fuera de flamenco puro, lo suyo. Pero, como tiene previsto (suponemos que con distinto sello) grabar otro con una antología que interpretará en la próxima Bienal de Sevilla, no se le ocurrió mejor solución que adaptar versiones de éxitos pop. Pero acompañado de estrellas de ese género. Así, nos deleita con una composición de Joaquín Sabina, "Por el bulevar de los sueños rotos", uniendo su voz a la de Álvaro Urquijo, el líder actual de Los Secretos. Y con Sabina nos ofrece el dueto de "Y sin embargo". "Te recuerdo Amanda", de Víctor Jara, que ya interpretara tiempo atrás, suena de nuevo acompañado por Vanesa Martín. Y con Pablo Alborán rememora "Tu frialdad", aquel tema de Jesús de la Rosa con el que triunfara el grupo Triana. Hay dos tangos, "Volver" y "Nostalgias", con los que se luce el cantaor jerezano junto a Andrés Calamaro y Ainhoa Arteta, respectivamente. La "Milonga del moro judío" le permite asociarse vocalmente al siempre excelente Jorge Drexler. Y amén del bolero ya citado donde debuta su hija O´Hara, "Toda una vida", se evoca otro, original de Armando Manzanero, con el que José Mercé deja la impronta de su excepcional garganta al lado de la de su buen amigo y colega, Alejandro Sanz, encantado de esta inusual colaboración, aunque por sus ancestros gaditanos esta estrella del pop se siente muy unido a los cantes sureños.

En resumen, un espléndido disco, de la larga lista que tiene, cerca de una veintena entre novedades y antologías. Para él queda ya dicho que es una satisfacción acercarse a otros géneros alejados del flamenco, como cuando mezcló blues con martinetes, por ejemplo. Seguro que algunos de los que nos leen recuerdan la versión que hizo, por ejemplo, del archiescuchado éxito de Manu Chao, "Clandestino", o de la gran creación de Luis Eduardo Aute "Al alba". En su mente está un sueño: cantar algún día con Bruce Springsteen. No es del todo un disparate, sabiendo que el "Boss" tiene algunos discos de José Mercé. Si se le pregunta a éste de qué grabaciones se siente más satisfecho es posible que dude entre la que en 1985 inauguró su larga serie de éxitos, "Verde junco" y el álbum más vendido de su carrera, "Aire". Pero desde luego, como algo más personal referido a su pasión futbolística nada como citar el himno que grabó de su equipo favorito, el Real Madrid.

Es José Mercé una persona amable, plena de simpatía, con gran sentido del humor, como queda patente cuando alguien se interesa por enésima vez por su larga cabellera. A lo que suele responder que, si se corta el pelo, correría la suerte de aquel Sansón de la Historia Sagrada. La sencillez es otra de sus virtudes. Nunca se le subió la popularidad a la cabeza. Acaso porque recuerda esto: "Mi padre, mis tíos, me contaban las penalidades que sufrieron en el campo cuando iban a recoger aceitunas de sol a sol. Eso sí, también decían lo bien que se lo pasaban al anochecer, cantando y bailando".

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