Tiene Marián Conde una gran vitalidad y gran sentido del humor, como demostró días atrás en una de las salas de la SGAE en donde fuimos convocados a la presentación de su nuevo disco, Aire. A sus próximos sesenta y cuatro años, que cumplirá el 3 de enero, demuestra encontrarse en plena forma física, guapa, y con una voz estupenda; ella dice que todavía mejor que la que conocimos en sus principios musicales, allá a finales de la década de los 60. "Cuesta mucho dinero grabar hoy en día un disco -comenta-, para que luego encima no suene en ninguna emisora de radio y no digamos ya en un programa de televisión, porque prácticamente ninguna cadena tiene espacios musicales. Por eso me he arriesgado a grabar, después de mucho tiempo, esta docena de nuevas canciones, con mi dinero y con la ayuda también, que todo hay que decirlo, de la AIE (Asociación de Intérpretes Españoles). Y el año próximo lo iré presentando en todas las actuaciones que me salgan".
Ha tenido Marián Conde el acierto de mezclar varios géneros en este Aire, título del álbum y de la primera canción que lo abre, con música del veterano Luis Méndez. Mucho ritmo, sones caribeños y rumberos predominan en todo el disco, donde junto a las novedades hace un repaso a algunas de sus antiguas grabaciones, registradas otra vez con arreglos puestos al día. No falta aquel Tómame que tómame, que le compuso Juan Erasmo Mochi, que denuncia ahora estar vetado en Cataluña, pese a ser barcelonés, por oponerse a toda la tropa separatista que domina su tierra; un par de 'popurrís' donde funde pasajes de Locos de amor (que firma Manuel Alejandro, sin citar al verdadero autor de la música, Narciso Yepes, de su famoso Romance anónimo), Todo se derrumbó dentro de mí, Me enamoré como nunca, Venecia sin ti, Corazón, corazón… Y la adaptación de un fragmento instrumental de la zarzuela Bohemios, con la letra de su cuñado José María Valderrama.
No podía olvidarse la intérprete donostiarra de incluir Taka-Takatá, su tema más popular, con el que en su momento alcanzó los primeros puestos de las listas de éxitos. Número sobre el que Marián Conde relata una divertida anécdota: "Me enteré que Sadam Husein escuchaba esta rumba mía, que le gustaba mucho y en los partes de guerra de la radio iraquí sonaba muy a menudo. Me asusté mucho, no sé qué pasaría por su cabeza para que tal cosa sucediera, como ignoro igualmente quién le hizo llegar el disco. Digo yo que algo tendría que ver el estribillo, que dice eso de "¡Pum kata pum pum pum!".
Lo cuenta en su libro de memorias publicado también en estos días, que ella misma califica de caóticas. Lo justifica porque, aun procurando llevar un orden cronológico en el relato, como no utiliza ni dietarios ni papeles ni recortes de prensa, se sirve sólo de sus recuerdos, que le van y vienen y así los evoca. No dice nombres, pero apunta que jerifaltes de Televisión Española le hicieron proposiciones amorosas, a cambio de ser incluida en los mejores programas musicales. A lo que dice que se negó rotundamente. Hasta que se enamoró del hijo de Juan Valderrama, llamado como éste, cuando la contrató para las fiestas de su pueblo, Torredelcampo (Jaén). Su noviazgo fue largo, entre idas y venidas, porque Juan Valderrama Jr. tenía también otras novietas. Finalmente pasaron por la vicaría, el 23 de abril de 1976; luego han cumplido en este año que agoniza cuarenta años de convivencia. Tienen una hija, llamada como la madre, muy guapa, licenciada en Ciencias Empresariales, que ha hecho sus pinitos como cantante y posee excelentes condiciones para dedicarse profesionalmente al pop melódico. "Pero Juan se oponía siempre a que cantara, diciendo que ya era bastante tener a su padre y a su mujer en el mundo del espectáculo, y que lo primero era estudiar una carrera. Como ha cumplido con esa condición, yo misma la he animado a que pruebe suerte con la música. Que le va bien, adelante; y si no, tiene una formación universitaria para ganarse bien la vida".
En Mis caóticas memorias, Marián Conde repasa su biografía artística desde los tiempos en que fuera la figura femenina de la compañía de Príncipe Gitano, o la de Manolo Escobar, que la ayudó mucho, hasta que ella pudo volar por sí misma como solista. Refiere que José Luis Perales le compuso sus primeras canciones, aunque no firmaba con su nombre sino con el pseudónimo de Alexis Sauce. Recuerda a Lola Flores, y lo mucho que la apoyaba nada más verla en una fiesta, colocándola a su lado junto a Rocío Jurado y otras estrellas, para así promocionarla en las revistas. En una de sus páginas evoca un incidente ocurrido en una discoteca de Torremolinos. El origen de aquel viaje estuvo en la invitación que recibimos un grupo de artistas e informadores por parte del empresario de dicho local malagueño, sucursal del que tenía en Madrid. Llegada la medianoche del evento, me vi sentado junto a Marián Conde y el actor José Rubio.
Ambos no dejaban de pedirme que a ver cuándo les publicaba algún reportaje en la revista en la que entonces prestaba yo mis servicios, Semana. Tan pesados se pusieron, abusando de la amistad que nos teníamos, que no imaginé otra cosa, en la creencia de que la tomarían como un disparate, que les publicaría una página en caso de atreverse a salir a la pista de baile, simular que el galán se aprovechaba de la cantante y ésta le arreaba un mandoble. Dicho y hecho. Ante mi estupor, se pusieron a bailar muy agarrados, lo que Marián, según mi ocurrencia, se lo tomó por la tremenda y le pegó un sopapo en una de las mejillas que lo dejó anonadado. En segundos se le puso la cara roja y hasta comenzó a sangrar, aunque levemente. Resulta que Marián Conde llevaba entre sus dedos un anillo con diamante y éste casi se lo incrustó en la cara del actor almeriense. Que se quejaba con razón de que ella fuera quien se sobrepasó. En un rincón de la discoteca se encontraba Pilar Franco, hermana del Jefe del Estado, quien acompañada de unos guardaespaldas siguió aquella escena con asombro, lógicamente algo alarmada, pensando que de un momento a otro llamarían a la policía. El reportero gráfico que me acompañaba, previamente alertado, fue el único en obtener imágenes del tortazo, que aparecieron a la semana siguiente reproducidas en una página, como me había comprometido con los protagonistas del suceso. Ocurre que en su libro, la desmemoriada Marián Conde, omite mi nombre (se lo agradezco) y le adjudica erróneamente a José Rubio haber sido él quien le propuso aquella escena, propia de un gag de comedia antigua.
La única vez que ella y su suegro, Juanito Valderrama, cantaron juntos fue en 1997, con ocasión de un disco en el que también participó, recitando, José Sacristán. Valderrama, a punto de cumplir 80 años, le dijo a su nuera: "Hija mía, esto debiéramos haberlo hecho mucho antes". Marián nunca había querido aprovecharse de su condición familiar para apoyarse en la fama de su suegro. Gracias a su gran vocación, a su esfuerzo, ha sabido compaginar perfectamente su condición de intérprete, también de presentadora de varios programas de televisión, sin desentenderse de sus obligaciones hogareñas.