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40 años de Los Secretos: con ellos comenzó la movida madrileña

Iniciadores de la tan traída y llevada movida, y celebran su cuadragésimo aniversario con el estreno de la película documental Una vida a tu lado. 

Iniciadores de la tan traída y llevada movida, y celebran su cuadragésimo aniversario con el estreno de la película documental Una vida a tu lado. 
Los Secretos | Wikipedia

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Hay grupos musicales que, en un ámbito tan cambiante logran mantenerse varias décadas, aun oscilantes, mas con el suficiente prestigio y popularidad. Escribimos sobre Los Secretos, que responden a esa permanencia como líderes ayer del pop español, iniciadores de la tan traída y llevada movida madrileña, y celebran su cuadragésimo aniversario con el estreno de la película documental Una vida a tu lado. Siendo nosotros rigurosos con su historial, lo que cumplen ahora son exactamente treinta y ocho tacos de almanaque, pero para redondear la cifra de su carrera y publicitarlo así, vienen insistiendo en los otros guarismos, el cuatro y el cero.

Primero se llamaron Tos, que a mediados de 1979 formaban los hermanos Urquijo (Javier, Álvaro y Enrique) junto a un jovencísimo batería conocido como Canito. Los lanzó en un programa de radio el presentador y productor discográfico Julián Ruiz, en un concierto donde alternaron junto a Mermelada. No habían comenzado a preparar las canciones de su primer disco cuando en la madrugada del 1 de enero del nuevo año José Enrique Cano (Canito), de diecisiete años, era atropellado mortalmente cuando esperaba en el arcén de la A-6 a que llegaran sus compañeros a recogerlo. Una gran conmoción supuso la noticia de su muerte en el ambiente juvenil musical. Inmediatamente se organizó un concierto-homenaje al que se adhirieron conocidos conjuntos y solistas, entre los que se encontraban Nacha Pop y Alaska y los Pegamoides; evento con el que se inició la denominada movida madrileña. En adelante, Tos pasaría a conocerse como Los Secretos, nombre que se debe a una divertida anécdota.

Resulta que los hermanos Urquijo habían engañado a su padre, diciéndole que estaban matriculados en la Universidad, cuando en realidad se pasaban las horas ensayando sus canciones. De esa situación desconocida en su hogar les vino como ocurrencia llamarse Los Secretos. Sustituyeron al fallecido Canito por Pedro Antonio Díaz, batería, cantante y compositor que permaneció con el cuarteto cuatro años. Hasta que el 12 de mayo de 1984 viajando de copiloto en un camión este vehículo chocó contra un tractor y otro coche, perdiendo la vida. Otra vez la desgracia, que no sería la última y definitiva para Los Secretos, porque el 17 de noviembre de 1999, hace ahora exactamente dieciocho años, Enrique Urquijo, compositor, cantante y reconocido como alma del grupo, era encontrado muerto en el portal de una vivienda del barrio madrileño de Malasaña, por donde solía ir en busca de cocaína y otras sustancias que lo tenían sin voluntad para salir del pozo negro de las drogas. Parecía haberse regenerado y estando en fase de desintoxicarse en un centro médico, cuando le dieron el alta él no supo superar sus primeras horas de libertad callejera. Y entre las medicinas que tomaba y su ansia de volver a probar la cocaína sucedió la inevitable: una muerte sórdida, tirado en el suelo de aquel portal de la calle del Espíritu Santo. Para nada sirvió el año que llevaba de vigilancia, empeñado en salir de aquel infierno. Sobre todo pensando en su hija, que adoraba, y a la que dedicó una de sus más hermosas baladas: "Agárrate a mí, María". Había mantenido relaciones con varias mujeres, con una inestabilidad sentimental en parte debida a su drogadicción. Cuando nació su pequeña y accedió a su tutela y patria potestad era el hombre más feliz del mundo. Pero pudieron más con él aquellas pastillas mezcladas con estupefacientes, probablemente sin que él meditara sobre lo inconveniente de su consumo la última noche de vida con su dramático final.

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Los Secretos, con su pop fresco y desenvuelto, sencillo y pegadizo, alimentaron aquellos primeros tramos de la movida, en noble competencia con otros grupos como los ya citados Nacha Pop, Los Pegamoides y su divertida y ya incombustible Alaska, Radio Futura, Los Zombies, Los Rebeldes, Mamá… El primer disco de Los Secretos, muy cotizado entre los coleccionistas, llevaba en una edición limitada estos títulos: "Déjame", "Niño mimado", "Sobre un vidrio mojado" y "Loca por mí". Era un extended play, para entendernos el Ep de cuatro piezas que se comercializaba en aquella época. Otros temas destacados de su discografía posterior serían "Quiero beber hasta perder el control", "Adiós, tristeza", "Buena chica" y "Ojos de gata", este último surgido de una especie de apuesta que sostuvieron un día Enrique Urquijo y Joaquín Sabina, para una probable colaboración, que no nos consta, creemos, tuviera lugar. Pero que fue motivo de inspiración para Enrique con sus "Ojos de gata", feliz expresión que luego también utilizaría Sabina para componer "Y nos dieron las diez".

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Con el paso de los años Los Secretos sufrirían como tantas otras formaciones cambios entre sus componentes, aunque Álvaro Urquijo siempre fue su valedor, guardián como suele decirse de las esencias del repertorio. El que, con otras novedades han venido manteniendo todos estos últimos años hasta el presente, cuando aparte del citado están Jesús Redondo, a los teclados, Ramón Arroyo, guitarrista, al bajo Juan Ramos y el batería y ya veterano Santiago Fernández, quien comenzó con el grupo de Mari Trini y después estuvo a las órdenes de Massiel, Modestia Aparte, Sergio Dalma y David Summers. Curiosamente se ocupa también ahora de apoyar a un conjunto llamado La Voz del Desierto, compuesto por varios sacerdotes.

Lo que, como una sombra planea siempre cuando se cita a Los Secretos es el inevitable recuerdo hacia Enrique Urquijo, uno de los más brillantes nombres de aquella movida, cuyo eco, como cuando echamos manos de la leyenda de los años 60, parece que, aun siendo lejano pasado, es al tiempo aunque parezca contradictorio leyenda viva, mecida claro por esa nostalgia que sea o no del gusto de todos forma parte de esa memoria sentimental que nos trae la música de ayer.

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