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Gloria al rock en las alturas: la influencia de Dios en Bob Dylan, Leonard Cohen, George Harrison y Cat Stevens

LD entrevista a Alberto Manzano, autor de Aleluya. Mística y religiones en el rock (Libros Cúpula, 2021).

Bob Dylan anunciaba la segunda venida de Cristo durante las giras de sus discos Slow Train Coming, Saved y Shot of Love. Cuando Cat Stevens se convirtió en Yusuf Islam, dejó de hacer música y dividió el dinero que percibía de sus royalties en tres categorías: haram ("prohibido"), makruh ("censurable") y halal ("saludable"). "Las partes de makruh y haram –dijo el cantautor británico– las asigné a una compañía de beneficencia y caridad, y la correspondiente a halal la destiné a una compañía editorial cuyos ingresos permitirían que yo y mi familia pudiéramos sobrevivir". George Harrison, hinduista ferviente y contradictorio, grabó "Give Me Love" sosteniendo un rosario en la mano. Y el judío Leonard Cohenkohanim es el sacerdocio hereditario establecido por Aarón, el hermano de Moisés; kohen, "el que oficia"–, que consideraba a Jesús "el tipo más hermoso que haya pisado la faz de la tierra", palió sus depresiones en un monasterio budista durante treinta años.

Sobre cómo la religión influyó, sobre todo, en estos cuatro grandes artistas –hay un capítulo final en el que, brevemente, también se habla de Nick Cave, Patti Smith o Van Morrison– trata Aleluya. Mística y religiones en el rock (Libros Cúpula, 2021), el último libro de Alberto Manzano (Barcelona, 1955). Biógrafo, traductor, adaptador y amigo de Cohen, escritor, periodista, director editorial de varias colecciones musicales en Fundamentos y en Celeste Ediciones y poeta, conversa con LD a propósito de su último ensayo.

P: Señor Manzano, ¿cree en Dios?

R: Sí. Absolutamente. Soy un hombre espiritual.

P: ¿Cómo es el Dios en el que cree?

R: El Dios en el que yo creo es un Dios que lo abraza todo. Es el Dios creador, el Dios universal del que yo formo parte integral. Es el Dios que está en todo lo que nos rodea, en la naturaleza y en el alma del ser humano.

P: ¿Sabe si Dios cree en usted?

R: (Risas) Trabajo para ello. Esa es la gran pregunta, sí.

P: Sin la religión no se puede entender la obra de Dylan, de Cohen o de Nick Cave. Antes de hablar del contenido de su libro, ¿cree que, en España, el rock es más pobre porque desprecia o no aprecia lo suficiente el hecho religioso, no ya como fuente espiritual, sino cultural? Es decir, en general, cuando sale "Dios" a relucir en una canción de rock española, es para cagarse en él; cuando sale la Iglesia, es para decir que los curas son unos pederastas…

R: Quizás eso sea bastante general, no sólo ocurre en España. Mira, yo creo que en el mundo hay fuerzas malvadas, malévolas, dispuestas a hacer de la religión una especie de imperialismo, pero estoy convencido de que las fuerzas del bien son más poderosas.

P: En su libro, analiza, sobre todo, la influencia de la religión en Bob Dylan, Leonard Cohen, George Harrison y Cat Stevens. Los tres primeros no tienen una creencia monolítica. Forjan su fe tomando elementos de diversos credos. Recoge, por ejemplo, las siguientes declaraciones de Harrison: "(Cristo) absorbió el karma de todos los seres humanos en su propio cuerpo como Salvador". ¿A qué se debe esta mezcolanza?

R: En la obra de estos artistas hay una síntesis de religiones y hay un proceso personal que se refleja en su obra. Es un camino espiritual que les ha llevado a beber de distintas fuentes originales religiosas, y de todo ello han hecho una síntesis. Cristo es un referente muy importante en todos y cada uno de estos cuatro grandes artistas, que son los que he elegido como los cuatro pilares que representan las cuatro grandes religiones de la Humanidad. Quizá, con cierta excepción en el caso de Harrison, que se impregnó absolutamente del hinduismo, en el caso de Dylan, Cohen y Cat Stevens hay una síntesis de todas estas enseñanzas religiosas.

P: ¿Por qué los músicos empezaron a mirar a Oriente?

R: En los años sesenta, cuando se inicia la era Acuario, hay una especie de conjunción astral en el mundo que marca el inicio de esa era, y se produce un cambio que ya venía precedido por los poetas de la generación beat. A mediados de los sesenta, coincidiendo con la contracultura, la psicodelia, las drogas y la decepción de la religión cristiana católica, muchas de estas mentes artísticas miran hacia esas sabidurías milenarias, las doctrinas espirituales que proceden de Oriente. Hay una gran decepción y hay una gran necesidad de trascender lo aprendido, lo obvio, lo evidente, y buscar nuevas fuentes de espiritualidad. Para mí, está muy claro que ese es el inicio de toda esa revolución mental y espiritual que se da en las grandes mentes de los creadores y compositores de música a partir de los sesenta.

P: ¿La religión fue un antidepresivo para los artistas de los que habla en el libro?

R: Sí. La religión, la espiritualidad, evidentemente, les ha ayudado a trascender esas fases depresivas que, en general, todos los grandes autores y artistas, sea cual sea el ámbito artístico en el que se muevan, sufren. Creo que la religión es una especie de movimiento, como un puente que nos permite pasar de un mundo no limpio a un mundo limpio. Un puente, como diría Paul Simon, sobre aguas turbulentas. Y creo que todos estos grandes músicos han encontrado ese puente que les permite, incluso cayendo del puente… Hay unas ramificaciones de la religión, del árbol de la región, que pueden aparecer como una tabla de salvamento en el naufragio que todos ellos han sufrido. Y todos nosotros, sin duda.

P: Usted fue amigo de Leonard Cohen, y dice que éste era consciente de que necesitaba la sabiduría de Roshi, "cuya persona le permitía ser él mismo y no ser Leonard Cohen". ¿En qué se traduce eso?

R: Estaba muy harto de ser "Leonard Cohen". Sufría profundas depresiones continuamente y estaba muy cansado de ser él mismo y en la meditación que practicó durante treinta años, con su maestro Roshi, encontró la manera de dejar de ser él mismo y ser Cohen sólo en su obra. Esa es la gran liberación que encontró Cohen. Y luego, posteriormente, tras treinta años de meditación con Roshi, se fue a la India a estudiar con el maestro espiritual hinduista Ramesh Balsekar. Y ahí es donde, finalmente, alcanzó el Satori, la iluminación o como queramos llamarlo, abrazando a toda la Creación, en un abrazo que no dejaba fuera ni un solo átomo del Universo.

P: Le envidio por haber sido amigo de Cohen. Por curiosidad, ¿cómo se conocieron?

R: Conocí personalmente a Cohen en el año 80, cuando vino de gira para presentar el disco Recent Songs. Me fui al hotel de Barcelona donde él se alojaba. Yo había estado trabajando en su obra durante los últimos años, haciendo, de manera artesanal, unos libretos con sus canciones y poemas, que vendía en las Ramblas de Barcelona, a la salida de los conciertos, y los dejaba en librerías y depósitos… Con ese arsenal, me fui a verle. Le puse todo mi trabajo en sus manos y, a partir de ahí, nació una amistad que duró hasta sus últimos días.

P: Le voy a confesar que eché de menos en este libro alguna mención a Franco Battiato.

R: Los artistas de los que hablo en este libro son anglosajones. Es que, claro, me tengo que limitar mucho. Podría haber hecho un libro de cada uno de ellos, ¿no?, tratando el tema de la espiritualidad y las religiones. Podría haber hablado de músicos franceses, italianos, músicos del Este de Europa…, yo qué sé, sería una enciclopedia (risas). Uno no puede abarcar tanto en un libro. Si me encargan una enciclopedia, sería el hombre más feliz por poder hacerla (risas).

P: Vamos terminando, señor Manzano. En el prólogo, Jiří Měsíc, refiriéndose a la música que se hace en la actualidad, afirma que "ahora encontramos muchas islas pequeñas que nos ofrecen un refugio temporal, y, sin embargo, carecen de encanto para aquellos que quieren quedarse más de una semana". ¿Han perdido los músicos de hoy, excepciones al margen, esa voluntad artística, de trascendencia, de perdurabilidad en el tiempo?

R: Sí, estoy de acuerdo con la declaración de Měsíc. En gran medida, las nuevas generaciones no tienen esa espiritualidad primigenia que tenían los músicos en los años sesenta. Es todo demasiado superficial, demasiado anodino. Pero bueno, también hay que reconocer que en el rock, como en todas las corrientes artísticas, hay grandes excepciones y, sin duda, hay grandes músicos en la actualidad cuya obra está impregnada de la espiritualidad. Como decía Cohen, "siempre hay buen vino en cada generación". Vamos a buscarlo, a ver si lo encontramos.

P: Y, siguiendo las palabras de Měsíc, ¿cuál es la última isla musical en la que ha querido "quedarse más de una semana"?

R: Estoy haciendo un ensayo biográfico sobre Paul Simon, que me parece que es un autor imprescindible y que, durante mucho tiempo, ha sido desoído. Es una vergüenza que en este país no se haya publicado nunca jamás una biografía de Paul Simon. Para mí, junto a Dylan y Cohen, forma el triunvirato de los grandes judíos de la música.

P: Para finalizar, Cat Stevens/Yusuf Islam dijo que "ahora estamos atravesando una fase muy oscura. Si te fijas en los sucesos actuales, en las películas que se producen: todo es tenebroso. Siempre hay un giro en la historia, y el resultado, por una razón u otra, es que todo termina mal". ¿Lo comparte?

R: Por supuesto. Totalmente. Estamos viviendo un tiempo de oscuridad terrible. Pero tenemos que mirar hacia lo alto. Hay otro dicho, que es: "Dios nos mira desde cada gorrión". Y hay gorriones en todas partes.

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