Menú

Concha Márquez Piquer: no le hicieron justicia como la gran cantante que fue

Conchita Márquez Piquer mereció mejor suerte como artista popular, pues en sus actuaciones el público le rendía muy merecidos aplausos.

Conchita Márquez Piquer mereció mejor suerte como artista popular, pues en sus actuaciones el público le rendía muy merecidos aplausos.
Concha Márquez Piquer con su madre y Lola Flores. | Gtres

Prácticamente todas las reseñas mortuorias de Conchita Márquez Piquer señalan el 31 de diciembre de 1945 como el de su nacimiento en Buenos Aires. Y no fue así: el día y el mes, desde luego. Pero no el año, que fue el de 1943. La edad de muchos artistas siempre ha sido objeto de confusiones en ese apartado. Tampoco es que ello tenga máxima importancia. Mas en el caso de Conchín, que es como era llamada por sus familiares y amigos, conlleva una historia relacionada con la sociedad española de la época.

Los padres de Conchín fueron el matador de toros Antonio Márquez (El Belmonte Rubio) y Conchita Piquer, la gran estrella de la copla. Nunca, oficialmente, pudo saberse cuándo se casaron ni dónde. El torero estaba a la sazón separado de su primera mujer, una dama cubana con quien tuvo tres hijos. El divorcio, aprobado por la II República, quedó abolido en el régimen franquista. En consecuencia, al quedarse embarazada Conchita, dada su fama, la pareja temía ser motivo de escándalo público al no estar casada. Los miles de seguidores de la gran artista de la copla estaban al cabo de su situación. Por eso, cuando estrenó La Otra, una copla de gran éxito, quedaba más que claro lo qué podía sentir con aquello de "Yo soy la otra, la otra / y a nada tengo derecho / porque no tengo un anillo / con una fecha por dentro...". Se casaría más tarde, civilmente, parece que en Montevideo, Uruguay, el 27 de noviembre de 1942. Mas ese matrimonio de carácter civil no fue reconocido nunca, que se sepa, en la España de Franco.

Supe por Juanito Valderrama que la hija de Conchita nació en una clínica madrileña el 30 de diciembre de 1943. Y consta en el libro Quiroga, un genio sevillano, escrito por Miguel Espín y Romualdo Molina, acreditados flamencólogos, en la página 84, lo que sigue: "Acaba este fecundo y memorable 1943; como ‘una promesa de buena ventura’, el último día del año nace la hija de Conchita Piquer...".

Queda claro cuándo y dónde nació la cantante que acaba de fallecer. Y para más datos, investigué lo suficiente para saber que el 11 de diciembre de 1945 Conchita Piquer se presentaba al frente de su espectáculo en un teatro de Santiago de Chile. Dato verificado. No se explicaría que, veinte días antes de dar a luz, estuviera actuando. Quede aclarado ese pequeño enigma, siempre con el respeto que tenemos hacia la vida personal de quienes escribimos. Conchín Márquez Piquer nunca quiso dar a conocer la historia que acabamos de relatar e insistía en que nació en 1945. Falso. Reiteraba que su lugar de nacimiento fue Buenos Aires y que su madrina era Eva Perón. Falso también, con la salvedad de que sus padres la llevaron con ellos de gira por Hispanoamérica y en Argentina vivieron varias temporadas, donde efectivamente la esposa del general Perón les mostró su afecto y en especial encariñándose con la niña, que ya tenía dos años. Estuvo a tan corta edad a punto de morir. Precisaba que le administraran determinado medicamento, que no se había comercializado en España todavía. Y gracias a Eva Perón se salvó de milagro, al enviarle por avión la medicina necesitada.

Conforme iba creciendo, entre bastidores, seguía la actuación de su madre. No es de extrañar que supiera de memoria todo su repertorio, lo que contribuyó para que, adolescente, quisiera continuar la profesión materna.

Lo primero que quiso Conchita Piquer para su hija fue dotarla de una esmerada educación. Si ella, cuando con catorce años se embarcó para Nueva York, siendo casi analfabeta, no sabía ni leer ni escribir español, Conchín adquiriría unos estudios superiores. Tenía doce años cuando ingresó en un internado de Lausanna (Suiza). Aprendió perfectamente francés. Y en Londres estudió inglés y Arte Dramático, en una escuela donde tuvo como condiscípula a la posterior gran actriz dramática Glenda Jacson, según me refirió.

Ya con una cultura más que solvente regresó a España. Y en poco tiempo se enamoró de un gran torero: Curro Romero, casándose en 1962. Contaba diecinueve años. Tuvieron dos hijas, Conchitín y Coral. Cinco años llevaba casada Conchín Márquez Piquer cuando mostró imperativamente sus deseos de cantar en público. Curro Romero trató de disuadirla, sin conseguirlo. Al fin y al cabo tampoco a ella le hacía gracia que él se jugara la vida en los ruedos. El caso es que el 15 de diciembre de 1968 actuó en el entonces tradicional festival benéfico que presidía todos los años doña Carmen Polo de Franco. Al año siguiente se presentó en el teatro Principal de Valencia. Estuve presente en los ensayos: su madre, que estaba retirada desde hacía un decenio, la aleccionó con toda su energía. Conchín triunfó rotundamente. Revalidó el éxito el 20 de junio de 1970 en el madrileño teatro de la Zarzuela. También fui testigo de su triunfo con una selección de las mejores coplas de su madre y algunas novedades que compusieron especialmente para ella los maestros León y Solano, autores preferidos de doña Concha.

A partir de entonces, Concha Márquez Piquer se dedicó en cuerpo y alma no sólo a cantar sino a intervenir en algunas funciones teatrales, como Un millón de rosas, trasunto escénico de la vida de La Bella Otero, y Aplausos. Grabó varios discos, fue a Nueva York, se presentó en varias capitales hispanoamericanas… Tuvo críticas magníficas. Pero en España no tuvo la suerte que merecía a pesar de sus grandes virtudes vocales. Me interesé por su carrera dirigiéndome a un importante directivo discográfico. La respuesta fue ésta: "No insistas, porque no nos interesa". Quiso presentarse a unas pruebas cuando iba a estrenarse en Madrid la ópera-rock Evita. Sus responsables me dijeron lo mismo: "Que no lo intente porque no la vamos a elegir". ¿Qué extrañas razones tenían para no confiar en ella, siendo una artista extraordinaria? Nunca las escuché.

Conchín actuó por toda España, intervino en multitud de galas, montó algún espectáculo más, y grabó dos álbumes para el recuerdo: en 1991 Conchita Márquez Piquer canta a Concha Piquer. Y en 2006 se editó otro con veinticuatro coplas, dos de las cuáles llevaban unidas las voces de madre e hija por un moderno procedimiento tecnológico puesto que nunca entraron juntas a un estudio de grabación. Conchín si guardaba como oro en paño grabaciones familiares donde en fiestas de cumpleaños sí que interpretaban canciones al alimón.

Conchita Márquez Piquer mereció mejor suerte como artista popular, pues en sus actuaciones el público le rendía muy merecidos aplausos. Afortunadamente no tenía que pasar apuros económicos pues, hija única, heredó de sus progenitores un considerable patrimonio. Decidió poco a poco retirarse, lo que sucedió ya en la segunda década de este siglo, para dedicarse a su hogar. En otro segundo artículo, les contaré cuánto supe de su vida íntima, sus dos matrimonios, sus hijas y el drama de la muerte de una de ellas que la dejó a las puertas del suicidio.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios