Vicente Fernández era un ídolo de la canción ranchera. En México lo han tenido como figura desde que en 1972 diera a conocer con su espléndida, recia voz una canción charra que le compuso Fernando Z Maldonado: "Volver, volver". Se escuchó en toda Hispanoamérica. También en España causó sensación. No ha sido la única ranchera que incluyó en lo mejor de su repertorio: "El rey", "De qué manera te olvido"…
Siguiendo un poco la leyenda de otros intérpretes del pasado, como Jorge Negrete, Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía y algunos más que cultivaron tanto la música como el cine, Vicente Fernández es desde esa década de los 70 probablemente el último charro que ha mantenido su carrera para difundir el folclore popular de México. Si bien hasta nosotros han llegado algunos de sus discos (sólo una pequeña parte pues grabó más de cien álbumes) en cambio nunca se han proyectado sus películas. Hace años que la cinematografía mexicana es ignorada por los distribuidores españoles.
Cuando escribíamos estas líneas nos llegaron noticias alarmantes sobre el estado de salud del cantante, del que se han emitido partes médicos señalando que su vida poco menos que pendía de un hilo. A sus ochenta y un años Vicente Fernández, natural de Jalisco, ha llevado una vida por entero dedicada al mundo artístico, vocación que ya despertó en él a muy temprana edad, los ocho años. Con doce aprendió a tocar la guitarra. Estudió música folclórica. Fue desarrollando esa actividad musical en fiestas familiares hasta decidir que así iba a ganarse la vida en adelante. Lo hizo en un restaurante, luego una sala de fiestas hasta que ya en la década de los 70 su nombre se extendía por todo México, gracias a sus discos y a su presencia en programas de la cadena Televisa. Fue vocalista de varios mariachis, alternó con duetos al lado de Lola Beltrán y Lucha Villa, las dos grandes voces femeninas también vocacionalmente entregadas a las rancheras. Decían sobre Vicente, familiarmente llamado Chente, que con su voz ranchera cantaba al amor que muere. Otro sobrenombre era "El charro de Huentitán"
Se casó en 1963 con una paisana suya, María del Refugio Cuquita Abarca Villaseñor y tuvieron tres hijos. Adoptaron una niña, hija de una cuñada del cantante. Muy felices a lo largo de cincuenta y ocho años de matrimonio. Y como suele ser habitual en los grandes ídolos, a Vicente le endosaron, que se sepa, dos hijos. Reconoció a uno, al que dio su apellido, Rodrigo Fernández, de su relación con la actriz Patricia Rivera. Pero no consintió legalizar a Ana Cecilia Aréchiga, no estando conforme con ser su padre biológico. Chismes parecidos tuvo que soportar mientras su popularidad iba en aumento. De los tres hijos, dos se dedican también a cantar. El que ha logrado ser más popular es Alejandro, conocido en España también por sus rancheras y canciones románticas. Con menor repercusión está su hermano Vicente. En el caso del primero de los citados su padre creyó en él siendo muy chico. Tenía Vicente Jr. sólo cuatro años cuando lo sacó de la mano en un teatro y cantaron juntos.
En 2014 Vicente Fernández fue diagnosticado por padecer cáncer de próstata. Más tarde rechazó un trasplante de hígado por temor a que fuera de un homosexual o un drogadicto. Y ya con su salud deteriorada decidió en 2016 retirarse en el estadio Azteca de México D.F. Su vida desde entonces ha transcurrido tranquila, con sus hijos y sus nietos.
Dejamos para el final un asunto delicado que salpicó a principios de este año a Vicente Fernández. Varias admiradoras lo denunciaron por ser, en distintos lugares, objeto de tocamientos. Concretamente coincidían todas en que el charro las atendía al solicitarle una foto dedicada o un selfie y, nada más complacerlas se despedía tocándoles sus pechos. Acusado de ser un viejo verde, la presión mediática descendió al saberse que se encontraba muy enfermo. Cinco meses ha estado hospitalizado hasta su fallecimiento hoy domingo.