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Manuel Alejandro, concierto en el Real a los 90 años, entre susurros y un dolorido brazo ante el piano

El público estuvo en todo momento arropando a este sensacional autor con aplausos cada vez que culminaba uno de sus éxitos.

El público estuvo en todo momento arropando a este sensacional autor con aplausos cada vez que culminaba uno de sus éxitos.
El compositor Manuel Alejandro posa en la presentación de un concierto, en el Teatro Real, a 29 de marzo de 2022, en Madrid | Jesús Hellín / Europa Press

Manuel Alejandro, considerado el mejor compositor español de música ligera de los últimos tiempos, ofreció un concierto en el Teatro Real de Madrid ante un público que casi abarrotaba el coliseo, y al que acudieron, entre otros, artistas del relieve de Víctor Manuel, David Bisbal, Miguel Poveda, Pastora Soler… El evento puede considerarse inusual, pues en vez de interpretar sus más conocidas piezas al piano, prefirió acompañarlas con una sucesión de susurros y palabras en una especie de recitado, algo monocorde, con el fondo, eso sí, de su música. Aunque sus expresiones vocales se superpusieran al punto de que las notas virtuosas de sus bellas melodías quedaran un poco desvaídas. El jerezano así lo prefirió, y sus palabras siempre sonaron con la misma entonación, pero sin tararearlas para que el respetable hubiera recordado en seguida cuáles eran. Aun así, este recital de hora y quince minutos resultó emotivo y el público estuvo en todo momento arropando a este sensacional autor con aplausos cada vez que culminaba uno de sus éxitos.

Compareció en el escenario del brazo de una de sus hijas, y luego él, despacito, llegó hasta el taburete, frente al piano. Se justificó: "Esta máquina que está ya en su cuarta juventud… A ver si me dejan los nervios porque no tengo práctica". Se refería a que nunca dio en su larga vida musical un concierto. Prosiguió: "Es una osadía haberlos convocado para explicarles cómo nació cada canción. Canciones que hagan vibrar". Y comenzó con "Te voy a contar mi vida", que le estrenó como muchas más Raphael. Un título bien elegido para la noche pues cada una de sus piezas respondían a momentos muy especiales de su existencia. Así, contó que a los catorce años hizo su primera canción pensando en Conchita, una adolescente de la que se enamoró, mas no le hizo mucho caso y su paisana se buscó un novio.

Evocó este verso de Pablo Neruda: "Para nacer he nacido", que le inspiró la creación para Julio Iglesias "Así nacemos", sabiendo que el padre de éste era ginecólogo. Su voz rota, quebrada, le traicionó con un inoportuno carraspeo. Después vino "Soy rebelde", estreno de una mexicana desconocida aquí, Sola, que popularizaría luego Jeanette. Y mirando una manta mexicana, el sarape, dijo que siempre desde 1967 la había situado encima del piano. Cuando continuó medio recitando "Se nos rompió el amor", los espectadores, recordando la voz prodigiosa de Rocío Jurado, arrancaron en aplausos. Y luego "Yo soy aquel", triunfo eurovisivo de Raphael. No desvelaría a quién la dedicó. Fue, al separarse de su primera esposa Helena Gómez Estrada con quien tuvo tres hijos, cuando se enamoró de Purificación Casas y ella le rehuía, él insistió hasta convertirla en su compañera. No había entonces divorcio. Tendrían cuatro hijas. Fue su auténtico amor. Falleció de coronavirus hace un año. Antes de morir, ella fue quien lo animó a que realizara este concierto en el Real.

"Lo siento mi amor". Y a mitad de sus susurros, le traicionó la memoria, hasta recuperar la letra que tan bien interpretó la inolvidable artista chipionera. Se acercaba el final. Y arrancó con otro éxito de Rocío, "Como yo te amo". Las ovaciones encendidas emocionaron a Manuel Alejandro, a punto del llanto. Entonces entraron en el escenario dos representantes de la Sociedad de Autores de México, uno de ellos Roberto Cantoral, feliz compositor de "El reloj" y "La barca", dos extraordinarios boleros, que entregaron al jerezano la máxima distinción de esa entidad, el premio Gran Maestro. Cuando ya iba a abandonar el escenario, alguien le sugirió que debía cumplir un bis ante el clamor del regio teatro. Y entonces ya sí se despidió con "Háblame del mar, marinero", espléndido tema que le estrenó Marisol.

Fue una noche mágica. Y Manuel Alejandro superó su dolorido brazo derecho, del que se quejó en varios momentos de la gala, pues no le hizo efecto la infiltración que le practicaron antes de la función. Una desgracia que conllevó desde que tenía dieciséis años tras un accidente y hubo de abandonar sus sueños de concertista de música clásica para ganarse la vida como compositor de un género ligero. Se trasladó desde su Jerez natal a Madrid, pasó unos años de penurias, hubo de trabajar en oficios temporales, tocaba el piano en un puticlub detrás de la Gran Vía, en la cutre calle de la Ballesta plagada de fulanas, y hasta pasó unas temporadas en Portugal cuando malvivía junto a la que luego sería su esposa, Purificación. El éxito le vendría a partir de su encuentro con Raphael, en la segunda mitad de los años 60. Y después las mejores voces de España e Hispanoamérica estrenarían sus canciones. La de un genio, un hombre de gran talento, al que debían concederle el premio Princesa de Asturias, como el pasado año solicitó el Ayuntamiento de Jerez, sin ser complacido.

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