A los setenta y ocho años ha fallecido en Jerez de la Frontera un genial guitarrista, maestro pulsando las cuerdas, compositor incluso de piezas flamencas de corte sinfónico: Manolo Sanlúcar. Se llamaba Manuel Muñoz Alcón, estaba casado y tuvo un hijo que al morir tempranamente dejó por mucho tiempo dolorido su corazón.
La afición musical le vino a Manolo Sanlúcar cuando era un niño. Con siete años ya abrazaba la guitarra y no precisamente como un juego. Su padre, Isidro, aficionado a ese instrumento lo alentó, a sabiendas que el chico reunía condiciones. En concursos de su tierra ganó algunos premios, pero ello no significaba que se evadiera de las obligaciones que le imponía su progenitor: tenía que arrimar el hombro, en algún oficio. Empezó por ayudarlo en la carnicería y la panadería familiar. E incluso él mismo tuvo su propio negocio, otra tienda donde cortaba la carne y vendía asimismo verduras. Hasta que un día, Pepe Pinto lo escuchó tocar la guitarra.
Pepe Pinto era una figura del cante flamenco, que popularizó coplas populares como "Mi niña Lola". Estaba casado con la legendaria Pastora Pavón, La Niña de los Peines. En la compañía de ambos estuvo un corto tiempo Manolo Sanlúcar, había debutado a la edad de catorce años actuando en el pueblo malagueño de Campillos, donde cobró su primer emolumento, cincuenta pesetas, que no estaba nada mal, aunque ahora, al cambio, sea la tercera parte de un euro. Pepe Pinto lo recomendó a otro maestro del cante, Pepe Marchena, con el que asimismo hizo una gira, siendo un adolescente. Que de pronto, se enamoró. Con quince años, de una mocita de nombre María Rencoret Roldán. Tal fue el flechazo que Manolo dejó por unos días la compañía en la que se anunciaba en Melilla y corrió a Sanlúcar de Barrameda, para estar todo el tiempo posible junto a ella.
En sus comienzos era Manolito el de Sanlúcar. Y cuando le tocaba la guitarra a Pepe Marchena pasó a ser anunciado definitivamente Manolo Sanlúcar. Como otros muchachos de su edad juvenil tuvo sus veleidades rockeras y con un grupo hasta llegó a cantar piezas de Elvis Presley y otros ídolos del momento. Pero la guitarra le atraía por encima de todo. Y así se lo confesó a su mujer tras casarse el 27 de enero de 1968. Ella no tuvo inconveniente en seguirlo hasta Madrid, donde a él lo contrataron en un tablao flamenco, Las Brujas, que tenía fama de reunir a las más guapas bailaoras. Allí, por cierto, debutó María Jiménez, cuando Emilio Romero la bautizó como "La Pipa".
Las cosas le fueron bien en aquellos años 60 a Manolo Sanlúcar, lo que le permitió comprar un piso en Madrid. Iba ya adquiriendo un nombre a tener en cuenta en la nómina de los más brillantes guitarristas. Su papel entonces, como el de otros colegas, incluido Paco de Lucía, era acompañar los cantes de figuras del flamenco, como La Paquera de Jerez. Pasaron unos años hasta que ambos genios de la guitarra pudieron ser concertistas, actuando en solitario, con composiciones propias, cada uno por su lado y con estilos diferentes. Es ahí cuando la guitarra del sanluqueño se escucha en el Ateneo de Madrid. Y más adelante en el mismísimo Teatro Real. Los contratos le surgen también fuera de España. Con los citados, fueron encontrando también su sitio Víctor Monje "Serranito", y con los años, Vicente Amigo, el mejor discípulo de Manolo, Gerardo Núñez, el almeriense Tomatito (tan cercano a Camarón de la Isla), Rafael Riqueni… Una generación de artistas con identidad propia; nada que ver con sus comienzos de acompañantes de figuras. La guitarra se eleva así de categoría.
Manolo Sanlúcar pasó a grabar discos. Le acompañaban a veces algunos grupos orquestales. Y colaboraban a su vera voces tan importantes como la de Enrique Morente. Su música buscaba la mayor pureza flamenca huyendo de toques vulgares. Aún así algunas veces, presionado por su casa de discos, hubo de ceder en pos de cierta comercialidad que les proporcionara alcanzar el número 1 de la lista de Los 40 Principales, lo que sucedió en 1974 con la rumba "Caballo negro". Pero en su discografía destaca su trilogía "Mundo y formas de la guitarra". Participó en la película de Carlos Saura Sevillanas. Y ya cansado, tras casi sesenta años en los escenarios de medio mundo y estudios de grabación, anunció su retirada en 2013, aunque continuó componiendo. En ese tiempo apareció lo que puede considerarse una sensacional enciclopedia flamenca, entre varios libros y videos, con el título "La guitarra flamenca. Manolo Sanlúcar". Asimismo publicó su autobiografía: El alma compartida. Allí reveló detalles de la mayor tragedia de su vida: la muerte de su único hijo Isidro (Nano) que lo llevó a un estado de desesperación, al punto que dejó su casa de Sanlúcar de Barrameda, donde había creado su hogar definitivo a partir de 1982 para marcharse a un lugar de la sierra, donde permaneció un corto tiempo, entre un rebaño de ovejas, meditando lo perecedero que resulta nuestra existencia.
Llevaba barbas, luenga cabellera, y solía hablar pausado con pensamientos filosóficos, de un hombre inteligente que apenas había tenido estudios, pero que se cultivó lo suficiente, mientras iba creando unas notas mágicas para hacerlas sonar con su fabulosa guitarra, que ahora ha enmudecido.