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La alocada vida de Jerry Lee Lewis, que se casó siete veces y tuvo seis hijos

La última leyenda del rock ha fallecido este viernes 28 de octubre a los 87 años.

La última leyenda del rock ha fallecido este viernes 28 de octubre a los 87 años.
Jerry Lee Lewis | Cordon Press

Era toda una leyenda del rock. Un pionero. Desarrolló su enorme talento, su fuerza interpretativa, a través del rock and roll, country, góspel, rockabilly y cuantas derivaciones surgieron en la mitad de los años 50 del pasado siglo de una música que revolucionó a la juventud mundial. Lo recuerdo en el auditorio de la Casa de Campo madrileña, hará de esto más de cuarenta años, al frente de su mágico piano. Ya no era el mismo, claro, pero mantenía una potencia musical irresistible, que electrizaba al público; cientos de espectadores incapaces de quedarse quietos, moviendo las piernas sin descanso al compás de cuanto interpretaba Jerry Lee Lewis, que acaba de morir, al que llamaban The Killer. No era un asesino, por supuesto. Pero en su existencia rebelde empuñó más de una vez una pistola, borracho y drogadicto. Lo marcaron dos tragedias familiares. Por encima de todo, quiso apurar la vida burlando normas, haciendo cuanto quería, y gozando de un sinfín de mujeres que lo aborrecieron. Siete fueron sus parejas legales; seis los hijos que tuvo.

De tragedia en tragedia

Tenía sólo dieciséis años (hay quien apunta que catorce) cuando se casó por primera vez. La novia se llamaba Dorothy Barton. Antes de un año ya se habían divorciado. Jerry no paraba en casa, como hizo toda su vida. En seguida se buscó otra pareja, Jane Mitchum, que le dio dos hijos. Uno de ellos, Jerry Lee Jr., padecía problemas mentales con frecuentes ingresos en clínicas psiquiátricas. Cierto día tomó el volante de su coche y se estrelló mortalmente. Para el rockero fue tal conmoción que se dio al alcohol y las drogas: el principio de todos los males con los que convivió en adelante.

Dejó a su esposa tras cinco años de unión para celebrar un tercer enlace en 1958 con su prima Myra Gale Brown, a la sazón con trece años. Un disparate que lo enemistó con muchas de sus amistades y no gustó tampoco a los directivos de su casa de discos: era una publicidad negativa para aquel rockero que ya era considerado un ídolo. De ese matrimonio fue padre de dos hijos. El llamado Steve se ahogó en la piscina de casa, dejando otra vez a Jerry en un estado de postración, luego desestabilizado a causa de sus adicciones, de nuevo
aumentadas.

Divorciado de Myra se enamoró de Jaren Elizabeth Gunn Pate, con la que permaneció once años. Se llevaban a matar y ella, harta de la vida con este genio del rock lo consideraba un adúltero, alcohólico sin redención posible, un drogadicto que abusaba de la cocaína, las anfetas, la maría... Y le planteó divorciarse sin mayor dilación. En ese trance se encontraban cuando Jaren se ahogó también en la piscina familiar. Ya es una desgracia repetida en la vida de Jerry Lee Lewis. Quien se negó a reconocer a Lori como hija suya, lo que le llevó en vida de Jaren a una demanda judicial.

Aunque no le faltaba compañía femenina fuera del matrimonio, Jerry era por lo visto un recalcitrante defensor del matrimonio, a pesar de que no se comportaba ni como buen marido ni como padre responsable. Y así repitió boda, la quinta: con una camarera, Shawn Stephens. Coincidían en el consumo diario de drogas, lo que a ella llevó a una prematura muerte. Viudo, inconsolable en esa soledad que sólo la paliaba con alguna prostituta de paso o con "groupies" que encontraba en sus noches de rock y alcohol, encontró a la que iba a ser su sexta y penúltima esposa, Kerry McCarrer, su pareja entre 1985 y 2005, con quien tuvo un varón.

Su decadencia musical y económica

A esas alturas, Jerry Lee Lewis iba dejando en el camino buena parte de su talento, de sus habilidades como cantante e instrumentista, pues la vida que llevaba dejaba al descubierto sus carencias vocales, su debilitada presencia en los escenarios. Quien llegó en sus mejores tiempos a ganar cinco mil dólares por actuación, apenas cobraba después trescientos cincuenta. Y, a propósito de su patrimonio: en una época en la que, en los años 80, su estado físico empezó a resquebrajarse, Phoebe, la hija que tuvo con Myra, su tercera mujer, acudió a ocuparse de su progenitor. Éste, para corresponderla, la otorgó poderes con los que se convirtió en administradora de los bienes de Jerry. Al poco tiempo tuvo que denunciarla: lo había estafado.

Le faltaba redondear su larga lista de esposas y la que cerró ese ciclo fue Judy Brown, que era la mujer de su primo Rusty, hermano de Myra, la que había estado casada con aquél. Para Rusty, verse burlado por quien consideraba casi padre suyo, le supuso un terrible desengaño. Poco le importaba a Jerry Lee Lewis, ajeno a cualquier clase de respeto. Para entonces, el rocker contaba setenta y seis años; estuvieron saliendo unos meses, a partir de 2010 y dos años después él sorprendió a Judy con un anillo nupcial. Ella lo ha atendido hasta sus últimos momentos, pues Jerry tuvo problemas en su salud que a poco lo llevaron a la tumba en 1985, por una serie de problemas de estómago, que lo obligaron a pasar por el quirófano. Ya sus actuaciones se resistieron.

Fuera de su hogar, por lo contado ya sobre sus adicciones, Jerry Lee Lewis era un incorregible ciudadano que en sus delirios llegó a empuñar una Magnum 357, disparar al aire en una reunión y herir gravemente a uno de sus músicos, el bajista Norman Ovens. Lo arrestaron más de una vez. La más chocante, cuando se empeñó en dirigirse en su automóvil hasta Graceland, la mansión de Elvis Presley, para saludarlo, no en vano eran viejos colegas, pioneros del rock and roll. Pero no le franquearon la entrada, Jerry armó un escándalo, llegó la policía y se lo llevó, no sin antes advertir que el detenido llevaba en la trasera de su coche una pistola calibre 38, que no le dio tiempo de usar.

Y entre más de un desafuero, Hacienda le tomó la medida al advertirle de que debía al Fisco dos millones de dólares. Un tipo como Jerry no se ocupaba de lo que para él eran minucias: las declaraciones de todo ciudadano. Estaba ya en bancarrota y le embargaron cuanto tenía, desde joyas, coches, armas de fuego, enseres varios.

Su alocado malvivir, aunque él se lo pasara de miedo con sus fechorías y maneras de ir pasando los días, acaba de tener fecha de caducidad. Y este viernes 28 de octubre nos ha dejado quien fuera uno de los más grandes intérpretes del añejo y legendario rock and roll.

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