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Robe Iniesta, fin de gira en Madrid: sangre, corazón y fuego

Gran concierto del músico extremeño en el WiZink Center ante 16.000 personas. Mayéutica y los grandes éxitos de Extremoduro, lo más celebrado.

Gran concierto del músico extremeño en el WiZink Center ante 16.000 personas. Mayéutica y los grandes éxitos de Extremoduro, lo más celebrado.
Robe Iniesta celebra en Madrid un concierto como broche a la gira con su actual banda, tras la cual realizará | EFE

Las 16.000 personas que, atendiendo a la llamada de Robe Iniesta, llenamos el WiZink Center de Madrid en la noche del sábado presenciamos, posiblemente, un acontecimiento histórico, festivo y glorioso: la última interpretación al completo del sublime Mayéutica en directo. Intuimos –ojo: "intuir" no es "saber"– que, en las giras venideras, el último disco del compositor placentino se manifestará resumido, puede que biopsiado, tal como lo ha hecho La ley innata a lo largo de las giras mellizas, que no gemelas, "Ahora es el momento" y "Ahora es cuando", en las que el respetable saltó, sudó y se dejó la garganta con "Dulce introducción del caos" y el "Segundo movimiento: lo de fuera".

Cantaba Robe en esta pieza: "Se me cae la casa desde que se marchó, / ahora ya sólo espero el derribo". Pasaron los años, Extremoduro se fue al carajo y, tirando del hilo de los versos citados, el artista construyó su obra más ambiciosa hasta la fecha. Musical y literariamente, Mayéutica es un trueno compacto, complejo y hermoso. También popular: quienes hemos asistido a estos conciertos no lo hemos hecho para escuchar las canciones de siempre, sino para vibrar, levitar y bailar, "como una puta loca", con lo nuevo. No exagero al afirmar que Mayéutica ha calado tanto como, en su momento, calaron Agila o Yo, minoría absoluta. Este sábado, por ejemplo, "Segundo movimiento: Mierda de filosofía" fue tan coreado como "Jesucristo García". Y para participar en el pogo del "Cuarto movimiento: Yo no soy el dueño de mis emociones" había que tener seguro médico.

El remate madrileño de "Ahora es cuando" comenzó tranquilo –todo lo tranquilo que puede ser Robe, quiere decirse–, con un póker de canciones nativas de Lo que aletea en nuestras cabezas y Destrozares. Canciones para el final de los tiempos. El monte empezó a prender con dos clásicos de Extremo, "Buscando una luna" y "Tango suicida", y el incendio se descontroló con el "Segundo movimiento" de La ley innata. Asomaron dos temas que serán incluidos en su próximo trabajo, uno de ellos, la potente "Ininteligible". Tras el descanso breve, por eso de que, según "la puta normativa de la ciudad esta de la libertad", por narices, los conciertos tienen que terminar a las 23:30 –si esto es así, es ridículo–, sonó el huracán mayéutico. Para el tercio de matar, se dejó cuatro bises muy sabrosos: "Jesucristo García", "A fuego", "Salir" y "Ama, ama, ama y ensancha el alma". Se despidió deseando al personal "que estéis atentos a la vida y no os perdáis nada". Por cierto, los Lorenzo González (voz y guitarras), Carlitos Pérez (violín), Álvaro Rodríguez Barroso (teclados), David Lerman (bajo y vientos), etcétera, estuvieron perfectos, como siempre. No tardará/tardarán en volver. Toca parar, arreglarse y prepararse "para que todo esté listo a la hora señalada". Según parece, ésta no queda lejos. "Ha sido una gira muy bonita", dijo con una cara de felicidad sincera, infantil y contagiosa. Y el público rompió a aplaudir, claro. Porque todo lo que le hace sonreír nos vale la pena.

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