
Unas 17.000 almas rebañamos el tuberculoso 2022 festejando, en el WiZink Center de la capital del Reino, el cuadragésimo cumpleaños de los Hombres G. Desgañitándonos con "Venezia", saltando como Cristiano Ronaldo en un córner con "Voy a pasármelo bien", haciendo juegos de manos con la parienta durante el estribillo de "Te quiero" –meapilas del mundo: a los conciertos también se va a eso–, etcétera, durante dos horas y pico muy lustrosas, emotivas y divertidas. El pasado viernes, en su pueblo, David Summers, Rafa Gutiérrez, Daniel Mezquita y Javier Molina estamparon una botella de Veuve Clicquot contra el transatlántico Seguimos empezando, gira que retomarán el 19 de mayo en Valencia y que concluirán en la misma plaza donde la inauguraron. Salvo que nos vuelvan a encerrar, cosa que temo como a una nueva novela de Cristina Fallarás, y/o que les cancelen con un decreto ley, cosa que, dadas las circunstancias, no descarto, todo indica que lo van a seguir petando.
El éxito de la banda me pirra, en primer lugar, porque tengo el placer y el honor de poder llamar "amigo" al bueno de Summers. Es un tipo fantástico, posee un talento creativo descomunal y profesa una filantropía artística salvaje. Summers compone para que sus feligreses –a los que, por cierto, trata con un cariño y una dignidad de la que ya podrían tomar nota no pocos colegas de su gremio– sean más felices tras haber escuchado una canción suya. Sin postureos ni moralinas. Su producto es el que muestra en el escaparate, sin más. No decepciona en plan AliExpress. Y lo defiende con una formación forjada, amén de en las virtudes musicales de sus miembros, en la amistad. En una amistad de acero, efervescente y contagiosa. Cuando David, Rafa, Daniel y Javier arriban al escenario, prende un candil mágico, sucede ese "no sé qué / que no sé lo que es / y es lo único que importa" (Bunbury). La receta les funciona desde hace cuarenta palos. Algo tendrá. Algo tendrán.
Por otro lado, y disculpen la mezquindad, la gloria de los G me chifla en tanto en cuanto implica el fracaso absoluto de quienes les han intentado arrinconar, caricaturizar o enterrar. En la presentación de Seguimos empezando, Summers declaró: "Nos hemos sentido ninguneados y, muchas veces, envidiados. Quizá, es una espinita que tenemos clavada con los medios, que no se hacían eco de lo que nos pasaba. No sabemos por qué". Querido David: Julio Camba sostenía que "la envidia del español no es conseguir un coche como el de su vecino, sino conseguir que el vecino no tenga coche". Vuestro Ferrari lleva rulando durante cuatro décadas. Formáis, vivísimos, parte de la memoria colectiva no ya de España, sino de la Hispanidad. Habéis conquistado todos los ochomiles, incluido el Madison Square Garden, joder. El otro día, había gente viéndoos desde la estratosfera y me enteré de la existencia de ninfas bailongas que montan grupos de WhatsApp en vuestro honor. Hasta estáis vacunados contra los community managers pasapalabreros de turno. Todo esto, a los cenizos avinagraos, les jode. Así que seguid empezando, por favor. Y que sufran los mamones por los siglos de los siglos, amén. Feliz 2023.