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Miguel del Pino

Al gran tenor español Pedro Lavirgen

Su voz de tenor lírico era limpia, potente, clara en la dicción y valiente en el fraseo; no es exagerado afirmar que se codeó en igualdad de méritos con los otros grandes del momento, como Alfredo Kraus o Plácido Domingo.

Su voz de tenor lírico era limpia, potente, clara en la dicción y valiente en el fraseo; no es exagerado afirmar que se codeó en igualdad de méritos con los otros grandes del momento, como Alfredo Kraus o Plácido Domingo.
Pedro Lavirgen (1930-2023) | YouTube

In memoriam

El pasado domingo 2 de abril falleció en Madrid, a los 92 años de edad el gran tenor español nacido en la localidad cordobesa de Bujalance, Pedro Lavirgen el 31 de julio de 1930. La lírica y la cultura españolas acaban de perder a una de sus glorias en medio de la indiferencia de los grandes medios. Algo así sólo puede pasar en un país como el nuestro donde el género lírico y sus maestros son sistemáticamente ignorados.

Pedro Lavirgen no tuvo una infancia fácil; a las penalidades propias de una postguerra terrible se unió el sufrimiento de un accidente que le produjo una cojera crónica que disimulaba con la gallardía que le caracterizaba cuando representaba los más complicados roles de ópera y de zarzuela, siempre como primer tenor y galán. Que a nadie quepa duda de que Pedro Lavirgen ha sido uno de los mejores tenores españoles de todos los tiempos.

Tras iniciar su carrera con arrollador éxito en el mundo de la zarzuela, debutó en 1962 con Doña Francisquita en el Teatro de la Zarzuela, recorrió de éxito en éxito las más difíciles plazas italianas, siempre acompañado en sus camerinos por Paquita, su amada esposa, una encantadora mujer que era su complemento perfecto y a quien Pedro siempre supo tener a su lado en tiempos duros y en momentos gloriosos.

Su carrera operística incluyó muy diversos papeles del repertorio clásico, pero su gran especialidad, muy valorada en Italia fue Las vísperas sicilianas. En zarzuela se paseó por el mundo como primera figura de la famosa antología de José Tamayo y afortunadamente dejó numerosas grabaciones que son en la actualidad verdaderos modelos inigualables.

Actuó en los principales escenarios internacionales, incluyendo grandes coliseos como la Staatsoper de Viena, la Scala de Milán, el Covent Garden londinense, el San Carlo de Nápoles o el Metropolitan de Nueva York.

Porque la voz de tenor lírico de Pedro Lavirgen era limpia, potente, clara en la dicción y valiente en el fraseo; no es exagerado afirmar que se codeó en igualdad de méritos con los otros grandes del momento, como Alfredo Kraus o Plácido Domingo.

Un artista valiente

A sus grandes cualidades escénicas y vocales, Pedro Lavirgen unía una cualidad difícil de encontrar en el mundo de los grandes tenores: la valentía. Era seguro y no pasaba por esas crisis de miedo escénico que atenazan la laringe de tantos tenores a la hora de abordar los papeles especialmente difíciles; por eso era buscado por todas las compañías y por eso Tamayo lo cuidó en su Antología de la Zarzuela como la verdadera joya lírica que era su figura y su persona.

Quienes tuvimos el honor de disfrutar de su amistad y deleitarnos con su amena conversación y su inagotable anecdotario, no olvidaremos nunca su hombría de bien y el halo artístico que siempre le acompañó. Con gracejo cordobés relataba aventuras de su carrera lírica, tan increíbles como el secuestro que sufrió en Caracas para evitar que llegara a tiempo a la función de ópera en que iba a participar: se trataba de que no pudiera hacer sombra a otros cantantes locales y contaba que abandonado en medio de la selva encontró una cabaña en la que encontró refugio y ayuda por parte de un catalán recién emigrado.

Musicólogos habrá que sepan glosar técnicamente las virtudes de Pedro Lavirgen. Estas líneas son solamente el homenaje de quien pudo disfrutar de su sencillez a la hora de entrevistarlo, de su caballerosidad y del testimonio de su respeto y admiración, de su amor inquebrantable en definitiva por su esposa Paquita, fallecida algunos años atrás.

No hace tantas décadas el sepelio de los grandes autores e intérpretes de la lírica constituían verdaderas manifestaciones multitudinarias de duelo; en esta época las glorias de nuestra cultura musical se van en silencio, pero como como dijo el gran Chueca después de comulgar y próxima su muerte "Ya está todo hecho, ahora dejadme dormir". También dejaremos dormir al gran tenor español Pedro Lavirgen, pero sólo dormir, porque morir no dejaremos nunca a tanta gloria de nuestra maltratada cultura.

Cuenta en su haber con grandes premios, como el Nacional de Interpretación Lírica 1962 y 1972, Medalla de Oro del Liceo de Barcelona en 1969, Verdi de Oro 1973, Sacra Lírica de Parma (Italia), Medalla de Oro del Club de la Ópera de México 1965, Jussi Bjoerling de Módena 1977, Gran Premio Nacional Español del Disco, Gran Premio del Disco del Festival de Mar del Plata.

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