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Vuelven a cantar Pecos: de la pobreza a ídolos de las adolescentes

Javier cuenta con sesenta y tres años, sus cabellos ya son blanquecinos. Pedro tiene un año y pico menos y la alopecia acabó con su pelo ondulado.

Los Pecos durante el concierto del Movistar Arena, en Madrid. | Cordon Press

El dúo musical Pecos anunció su reaparición con una gira desde marzo a octubre, en un principio con quince actuaciones contratadas, que podrían ser más en función del interés de las empresas del mundo del espectáculo que vayan concitando, comenzando por Madrid. "Dos voces y una historia" titulan su vuelta a los escenarios. Javier y Pedro Herrero Pozo tratan de conquistar de nuevo a las adolescentes de hoy, como hace cuarenta y cinco años lo consiguieron con quienes hoy ya son madres o abuelas. Quizás muchas de éstas vayan a escucharlos atraídas por la nostalgia del ayer, con aquellas canciones románticas, de amores limpios y sueños: "Esperanzas", "Acordes", "Háblame de ti"… Lo que falta por ver, y escuchar claro está, es si las muchachas quinceañeras del presente también sienten las mismas emociones que sus antepasados.

Una costosa publicidad se emitió hace un par de meses en las televisiones sobre esta vuelta de Pecos, señal de que quién o quiénes la pagan tienen fe en el dúo. Ha pasado demasiado tiempo desde que se convirtieron en un fenómeno musical y social. Eso sucedió en el periodo comprendido entre 1978 y 1984. Al irse a cumplir el servicio militar los dos hermanos tuvieron que olvidarse de sus actuaciones, de su gran popularidad y el mucho dinero ganado. Luego, en diferentes temporadas, el dúo regresó a los escenarios pero ya con esa notoriedad menguada, salvo algún que otro éxito discográfico aislado.

De cómo llegaron a conseguir aquel inusitado y estruendoso estrellato merece la pena contarlo, por lo anecdótico. La familia de estos dos chicos, más un menor, vivía pobremente en varios barrios de Madrid. Uno de ellos, en el pueblo de Vallecas. Luego se trasladaron a la fuerza a un modesto piso situado en San Cristóbal de los Ángeles, centro geográfico de España (nada que ver, digamos de paso, con el célebre kilómetro cero de la Puerta del Sol); vivienda que les proporcionó el Ayuntamiento de Madrid, porque donde anteriormente residían, las autoridades municipales tiraron las casas por exigencias de la zona. Aquella nueva donde recalaron, que yo conocí al ir a entrevistar a los dos hermanos Herrero, no excedía de sesenta metros y entre otras deficiencias o carencias no disponían de calefacción. Ninguna otra comodidad disfrutaban.

Había muerto el cabeza de familia, fatalmente el mismo día que Javier cumplió siete años, que trabajaba de mecánico en el ramo de la construcción. La madre fregaba unas oficinas. Los chicos iban al colegio y Javier llegó a cursar hasta octavo de EGB y dejó los libros para ponerse a trabajar como barnizador y después en un taller de cerrajería metálica. Cantaban los dos mayores, pero en casa ni tenían radio ni tocadiscos. Muy jóvenes les dio por actuar en festivales de barrio, en colegios…

Una vecina de los Herrero comunicó a la madre que había escuchado en una emisora que pedían voces nuevas, le pasó el número de teléfono y esa gestión llevó a Javier y a Pedro a una oficina donde después de esperar largo rato e improvisar parte de algunas canciones de moda, quien los escuchaba los contrató de inmediato, de viva voz, sin papeles de por medio. Les prometió que en poco tempo serían famosísimos y ganarían mucho dinero.

Lo chusco de esta historia es que el caballero convertido en inesperado Pigmalión de aquellos chicos, llamado Emiliano Hernando, apenas pudo ejercer de representante de ambos: lo enjaularon en una cárcel acusado de cometer un desfalco. Para los futuros artistas aquello fue un baño de agua fría. Pero en una de las actuaciones que hicieron por su cuenta llamaron la atención de un conocido locutor de Radio Madrid, la cadena Ser, el recordado Pepe Fernández quien se convirtió en ángel providencial, los envió a la casa de discos Epic, filial de la multinacional CBS, donde una vez los escucharon cantar inmediatamente percibieron que eran un diamante por pulir.

Así nacieron artísticamente Pecos, nombre que se les ocurrió a ellos mismos uniendo la primera sílaba del nombre de Pedro, y otra de Javier, pero del final de su primer apelativo, Fancisco. Le añadieron una ese y con esa algo retorcida denominación lograron en pocos meses aquel 1978 vender trescientas mil copias de su primer álbum.

Vendrían los millones

Cuando yo los entrevisté por vez primera habían transcurrido unos pocos meses, todavía viajaban en Metro y autobús, y su madre únicamente les daba trescientas pesetas para ir tirando una o dos semanas. Los millones, ya vendrían… Pero al año, más o menos de su irrupción en la música pop melódica ya había muchas chicas apostadas a las puertas de su modesta vivienda, y en sus actuaciones esas fans arrebatadas chillaban enloquecidas y al terminar el show Javier y Pedro tenían que salir por puertas traseras y hasta alguna vez introducidos en el maletero de un coche, casi sin poder respirar, hasta que el conductor detenía el vehículo unas manzanas más adelante y los hermanos salían de su escondrijo.

Pecos fueron un fenómeno musical en ese periodo antedicho, desde 1978 hasta 1984. Javier comenzó a aprender a tocar una guitarra, que le costó mil cien pesetas, pagadas a plazos, luego se cansó y se la pasó a Pedro, a quien hay que adjudicar su papel de inspirado compositor de sencillas, románticas historias directamente dirigidas sobre todo a los adolescentes. Ellas eran las receptoras de aquellos mensajes musicales.

Éxito en Francia

La difusión de sus canciones por toda España se extendió también a Francia, donde consiguieron ser número 1 en las listas de éxitos con "Háblame de ti". Asimismo sonaron en la América hispana. Antes de su obligada retirada por sus obligaciones militares tuvieron ocasión de actuar en el muy acreditado Festival de Viña del Mar, Chile.


Ganaron mucho dinero, que gastaron en adquirir un camión para transportar su equipo de sonido. Y en otro de música. Compraron un chalé para cada uno y un piso para su madre. Vivían "a lo grande", como nunca pudieron soñar. Una anécdota revela su ingenuidad cuando con sus primeras ganancias dieron en acudir a una marisquería. Pidieron gambas y Javier, que nunca las había comido, las engulló con cáscara, sin pelarlas. Pedro, más cuco, se fijó en sus vecinos de mesa y no pecó de ignorante.

Tremenda tragedia

Todo parecía sonreírles hasta que una tarde mientras actuaban en Barcelona en el Parque de Montjuic, a comienzos de la década de los 80, repleto de jovencitos espectadores, varias gradas sucumbieron al peso de un grupo numeroso, con un dramático suceso: la muerte de una chica aplastada entre la multitud. Pecos no se enteraron de esa tragedia hasta el día siguiente cuando leyeron los periódicos. Les afectó muchísimo.

Después de cinco años de intensa y fructífera actividad artística, ya con cuatro álbumes grabados, fueron perdiendo poco a poco aquella explosión triunfal, no conocida en España desde los tiempos del Dúo Dinámico en la década de los 60. Entonces, al regreso de la "mili", ya advirtieron que otros grupos en plena movida los habían oscurecido. Llegado 1986 Pecos desaparecieron del mapa musical y no reaparecieron hasta 1993. Vivieron un tiempo de ocio, a costa de las rentas adquiridas. Al volver a los escenarios lograron poco a poco reconquistar a parte de su público, ya de otra edad. Les costó desde luego mantenerse a flote hasta 2013, periodo en el que se apoyaron en la reedición de discos recopilatorios, aunque que recordemos sólo consiguieron cierto éxito con el tema "El poder de tus ojos", fechado en 1999.

Pedro se cansó

Pedro se cansó de Pecos y pasó a dirigir una pequeña compañía discográfica especializada en música caribeña. Publicó más tarde el libro de poemas "Propuesta". Entretanto Javier continuó su carrera como solista. Es quien no quería retirarse. Se editó un volumen de recuerdos escrito por él. Participó en 2013 en Tu cara me suena, pero quedó clasificado en último lugar. No se le dieron bien las imitaciones. Y el pasado 2024 grabó un disco junto a David Summers dedicado a los enfermos de Alzhéimer.

De la vida íntima de ambos hermanos contamos cuanto sigue: Pedro se casó con su novia de siempre nada más licenciarse en el servicio militar, llamada Paquita, con quien tuvo varios hijos y con la que continúa manteniendo un hogar estable. Por su parte, Javier fracasó en su primer matrimonio con la también llamada Paca, con quien convivió a lo largo de ocho años. No tuvieron descendencia. Desde 2000 tiene por compañera a Blanca. Tampoco han sido padres.

En la actualidad Javier cuenta con sesenta y tres años, sus cabellos ya no son amarillentos, (razón de que en su buena etapa de Pedos fuera motejado como "El rubito"), sino blanquecinos. Pedro tiene un año y pico menos, ha engordado con el paso del tiempo, la alopecia hace años acabó con su pelo ondulado, y cubre la cabeza con un sombrero. Esperemos para ver qué tal han sido acogidos estos Pecos del pasado con esperanzas nuevas.

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