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Cara B

Hasta siempre

Si preguntáis por Ritmo & Compás, muchos os dirán que es un complejo de más de 10.000 metros cuadrados que alberga 180 locales de ensayo, una sala de conciertos con aforo para 300 personas, una escuela, un estudio de grabación y una tienda de música. Los que hemos ensayado, actuado y hasta tomado un café con amigos que trabajaban allí, os diremos que Ritmo & Compás llegó a ser durante una temporada de nuestras vidas, una segunda casa. Una residencia artística que el día 28 de Febrero, cerrará sus puertas.

La sala nacía en 1996 con el firme propósito de integrar todo lo necesario para un artista … Como ya os he dicho, desde un estudio de grabación donde registrar tus canciones, pasando por el ejercicio previo del local de ensayo, la sala donde probar con el público los temas y la tienda donde reponer cuerdas o baquetas rotas por el uso y la emoción. Con el tiempo, la sala iba mejorando considerablemente tanto en instalaciones como en equipo técnico y humano gracias a uno de mis mentores en el sonido de directo (Agus, ya sabes que me tienes para lo que necesites). El boca a boca, los precios competitivos, su disponibilidad, así como su inmejorable situación, hizo que “Ritmo” empezase a hacerse un hueco entre las salas más solicitadas y valoradas de Madrid. Grupos consagrados del panorama nacional e internacional alternaban la oferta de su escenario con bandas noveles que ahora todos conocemos como Vetusta Morla o Dover entre otras.

Más de uno hemos visto en directo en la esquina de Conde de Vilches 22 a L.A. Guns, Jeff Scott Soto o Napalm Death, por citar algunas formaciones que dejaban clara la diversa oferta que brindaban. Por este motivo, Ritmo y Compás ha sido una de las salas más abiertas del foro lo que también ha motivado muchos recelos y críticas a lo largo de los años.

Aún recuerdo las ansias por actuar en su escenario cuando era un adolescente y daba mis primeros pasos artísticos con Slipaway. La fortuna me permitió pisar sus tablas en decenas de ocasiones junto a Abÿfs o en colaboraciones con bandas como Elderdawn, Dawn of Tears. También en festivales como Metal Echoes y en conciertos homenaje a compañeros de la música que por desgracia nos han ido dejando.

Comprenderéis que son muchos los buenos momentos que he vivido en Ritmo y Compás, además de haber conocido a grandes personas como Agus  -con su histriónica personalidad- frente al sonido de la sala. Como Elena y sus brebajes de dudosa legalidad para mejorar la voz en cuestión de minutos. Es una pena que por la falta de acuerdo económico en la actualización del contrato de arrendamiento de las instalaciones, una sala tan mágica desaparezca.

¿Sabéis? Hace siete años, cuando estudiaba sonido, mi querido profesor y ahora amigo, Laureano Moro, me explicaba que las ondas generadas por un sonido nunca desaparecían si no que iban atenuándose hasta el infinito mientras se golpeaban contra todo lo que encontraban a su paso. Nunca desaparecían. Nunca. Así que todos los acordes, voces, riffs, risas, saltos y aplausos que han nacido en la sala, jamás desaparecerán. Hasta siempre.

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