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¿Qué hace Rodolfo Sancho en el asedio a los últimos de Filipinas?

El Ministerio del Tiempo nos traslada a la batalla de los últimos de Filipinas, una de las grandes gestas de la historia española.

El Ministerio del Tiempo nos traslada a la batalla de los últimos de Filipinas, una de las grandes gestas de la historia española.
Rodolfo Sancho en El Ministerio del Tiempo | TVE

El capítulo de El ministerio del tiempo aborda, por segunda semana consecutiva, una de las grandes gestas de la historia española, la batalla librada por los últimos de Filipinas en el sitio de Baler, a 200 kilómetros de Manila. La última de las posiciones españolas en la guerra en las islas Filipinas, en la que poco más de una cincuentena de soldados españoles resistieron las embestidas de centenares de tagalos en el interior de una pequeña iglesia.

El capítulo de la serie creada por Javier y Pablo Olivares se titula Tiempo de valientes (II) y es la continuación el de la semana pasada, en el que el personaje de Julián (Rodolfo Sancho) abandonaba Cuba porque el ministerio por fin ha averiguado su refugio. El personaje se apunta a estos resistentes de los "últimos de FIlipinas" mientra Alonso de Entrerríos (Nacho Fresneda) acude a su rescate, en un desenlace que promete sensaciones fuertes: TVE ha difundido reacciones de espectadores a quienes ya se ha mostrado el episodio, y todos ellos parecen entre consternados y entusiasmados.

Las tropas españolas permanecieron retenidas nada menos que once meses en la isla de Luzón esperando unos refuerzos que nunca llegaron. Apenas medio centenar de soldados rodeados y asediados por independentistas en un combate que puso el broche final a la guerra entre España y Estados Unidos, que formalmente había finalizado en 1898 con el Tratado de París. Pero los sitiados tenían orden de no rendir la plaza e, incomunicados, desconocían lo firmado en el tratado y la consiguiente entrega del territorio.

Los americanos compraron a los españoles Filipinas, Guam y Puerto Rico por la realmente módica suma de veinte millones de dólares. Pero lo hicieron al margen de los propios filipinos, que finalizaron guerra contra España sólo para empezar otra contra Estados Unidos.

El teniente Saturnino Martín Cerezo y sus hombres aguantaron 337 días hasta su salida de la iglesia, once meses después. Harapientos, desdentados y sin municiones, pero orgullosos de su labor. Era el broche final de un Imperio, el español, que permaneció durante cuatro siglos en el continente americano.

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