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Por qué 'The Boys' se ha convertido en la serie del verano

Repasamos las virtudes y defectos de The Boys, la serie de Amazon que se está llevando todos los elogios.

Repasamos las virtudes y defectos de The Boys, la serie de Amazon que se está llevando todos los elogios.
The Boys | Amazon

Con el apogeo de las películas y series de superhéroes, ya sean oscuras o luminosas, clásicas o modernas, cómicas o serias, era cuestión de tiempo que estas adaptaciones empezaran un proceso de autocrítica, de revisionismo. En realidad esto comenzó hace ya tiempo, quizá antes de que cristalizase comercialmente esa noción del universo narrativo al que se agarran las secuelas de Marvel/Disney y, en menor grado, DC/Warner. Es la lógica de todas las corrientes culturales, o como ahora está tan en boga decir, de "relatos", que en algún momento siempre acaban mostrando su propia dosis de autoconsciencia o un punto de autocrítica, lo que no tiene por qué significar siempre decadencia.

En este contexto se sitúa la serie de Amazon The Boys, que a diferencia de otras que podríamos meter en el mismo saco se aleja del homenaje y parodia "pop" -como, por ejemplo, las dos irreverentes y finalmente inofensivas películas de Deadpool- para poner en contexto una importante dosis de crítica social y política. La historia, desde luego, da para ello, con dos hilos conductores que en realidad son uno solo: por un lado, el de una raza de superhombres actuando para una compañía privada que los emplea, y por otro el del grupo operativo de renegados que pretende acabar con el corrupto negocio.

Basada en el cómic de Garth Ennis y Darick Robertson, la serie llevada a cabo por el showrunner Eric Kripke tiene dientes, muerde. Quizá menos que el cómic que se empezó a publicar en 2006, al que se agarra lo suficiente pese a notables pero comprensibles cambios (en la violencia y sus derivas argumentales, convenientemente adaptadas a la nueva década) pero aún así con suficiente fuerza. The Boys es un reflejo satírico de la realidad empresarial, social y política que vivimos, y que afortunadamente no se conforma con el comentario a la predominancia cultural del mito del superhéroe. No todo se ciñe al género, y esa es su gran virtud. Efectivamente, hay en The Boys un comentario a la ominipresencia del superhéroe en la cultura popular que resulta evidente y que opera según sus propios términos, dando lugar a todo tipo de peripecias. Pero la serie es más que eso, erigiéndose en un reflejo claro de la cultura de la fama y las apariencias (incluyendo todos los fanatismos imaginables, desde el ecologismo hasta la religión, pasando por los buenos sentimientos de chichinabo y el propio Hollywood), a los dictados del sensacionalismo político de la era Trump, pero también en la década del terror que siguió al 11S (en las que el cómic fue parido), referencias evidentes a los últimos escándalos sexuales de la meca del cine... que enriquecen y mucho el relato. La serie además tiene la inteligencia de no ocultarlos, pero aún así guiarse por otro preceptos más clásicos: interesarnos por su intriga y personajes.

Había múltiples trampas y vicios en los que caer, y la serie las evita casi todas. La primera, aunque parezca lo contrario, la de la violencia descarnada típica de Ennis, que la serie utiliza en realidad cuando estima necesario y con la finalidad de sorprender, divertir y conmover al espectador, pero no como montaña rusa de sensacionalismo y sangre. No estamos, como se podría esperar, ante un show de ultraviolencia y sexo constante, sino ante una historia humana que utiliza ese salvajismo como un recurso más, respetando -eso sí- la naturaleza de la viñeta de la que al fin y al cabo han salido. Si hay que usar la violencia como gag, se usa, pero quienes esperen que se repita la salvaje descripción de la desaparición de cierto personaje en el primer capítulo, quizá abandone prematuramente la serie. De hecho, en ocasiones (como la del rescate fallido del vuelo comercial en el último tercio de la temporada, en una secuencia secuencia formidable) ésta destaca precisamente por su sobriedad y dramatismo, compatible también con el constante humor negro que recorre la ficción.

La segunda trampa podría haber sido el reducir el alcance de The Boys a la referencialidad y autoconsciencia que le presumimos a una serie con superhéroes muy parecidos a los de las matrices DC y Marvel, aunque siempre lo bastante distintos de los originales por lógicas cuestiones de derechos. De ese modo, Patriota (un inquietante Antony Starr) es una mezcla de Superman y Capitán América, Starlight una suerte de Capitana Marvel, o A-Train un inevitable giro de Flash, el "hombre vivo más rápido", y así podríamos seguir. Pese a ello, todos ellos cobran entidad propia en el argumento, por lo que la impresión es la de que estos personajes pronto adquieren peso especifico propio, y en algunos casos incluso superior al de sus referentes. Solo la aparición circunstancial de Haley Joel Osment (el niño de El Sexto Sentido) en un papel con ciertas concomitancias con el que le dio la fama parece dar ese tipo de codazos al espectador... ya que la serie más bien los usa para la cultura fan que alienta estas ficciones en ferias, eventos y el inevitable Twitter. La prioridad es hacer algo adulto y oscuro, pero ojo, no impostado.

Fundamental: el cariño hacia los personajes. Existe ternura incluso en el retrato de los más bufonescos y malvados, que sufren una evolución más allá del cliché inicial. En algunas ocasiones ésta resulta dramática, en otras la deriva es inesperadamente cómica (especialmente atrevida la de The Deep, ese trasunto barato de Aquaman, por la evidente burla a los preceptos de los animalistas más radicales que supone, por el intento de "humanizar" a un payaso sexualizado), pero siempre resulta entretenida y repleta de sentido. No es The Boys una serie obsesionada por fulminar, quemar, sus personajes, sino una capaz de desarrollarlos (que no disculparlos). Y, en efecto, atención al trabajo de Karl Urban y Antony Starr en los papeles principales de Billy Butcher y El Patriota, sin desdeñar en absoluto al resto del reaprto.

The Boys es una buena serie, un buen relato de superhéroes, y claramente una serie superior a lo que muchos esperábamos. Ni idea de si estamos ante la "serie del verano", pero oigan, por qué no: creo que con la aquí presente los fans de los superhéroes puros, los que están hartos de ella y aquellos que simplemente buscan un buen producto audiovisual pueden darse la mano amistosamente.

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